domingo, 26 de enero de 2014

CAMINOS DE IGUALDAD PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE.

Caminos de igualdad para América Latina y el Caribe

América Latina y el Caribe enfrentan hoy una encrucijada. Transitan históricamente por una senda poco sostenible, de crecimiento insuficiente con altos niveles de desigualdad, con escaso empuje hacia el cambio estructural, y si bien se ha gozado de una década auspiciosa, confronta hoy un escenario externo cada vez más problemático.
Desde 2002, la pobreza en América Latina cayó 15,7 puntos porcentuales en promedio. La pobreza extrema también descendió 8,0 puntos, aun cuando su ritmo de disminución es menguante. La tasa de desempleo alcanza un histórico 6,4% y el poder adquisitivo de los salarios medios se mantuvo o incrementó en la mayoría de los países, concordando con una baja inflación, cuyo promedio pasó de 7,1% a 5,4% entre 2011 y 2012.
No obstante, en nuestra región, el quintil más pobre (20% de los hogares con menores ingresos) capta en promedio 5% de los ingresos totales, mientras que el quintil más rico captura 47%.
Asegurar los incontrarrestables logros sociales alcanzados, birlar a nuestro destino cíclico otro periodo de restricciones y penurias, demanda promover, mediante un conjunto renovado de reformas institucionales y políticas, una nueva senda de crecimiento sostenible con crecientes grados de igualdad.
La Cepal postula que la igualdad debe ser el principio ético normativo primordial y el objetivo último del desarrollo, tal como planteamos en nuestro documento de posición La Hora de la Igualdad, presentado durante el período de sesiones –la reunión intergubernamental bianual de este organismo– celebrado en 2010 en Brasilia.
Situar a la igualdad en el centro implica una ruptura con el paradigma económico que ha prevalecido en la región durante al menos tres décadas. A la luz del rostro de nuestro continente, resulta un imperativo moral. Nuestra convicción es clara: hemos de igualar para crecer y crecer para igualar.
No es un camino sencillo, pero es impostergable. Requiere de un cambio estructural orientado a cerrar brechas sociales y productivas críticas donde no estén reñidos entre sí lo económico, lo productivo, lo social y la sostenibilidad ambiental.
Como reafirmamos en el período de sesiones en San Salvador en 2012, cuando entregamos un nuevo documento, Cambio Estructural para la Igualdad, la igualdad es el horizonte; el cambio estructural, el camino; y la política, el instrumento. Esta senda requiere una nueva ecuación entre Estado, mercado y sociedad.
Ello implica un cambio de orientación ante las restricciones externas y ante rasgos endógenos limitantes. Las primeras incluyen la pérdida de dinamismo y el estancamiento en la demanda por parte del comercio internacional, incertidumbre respecto de las señales financieras y el acceso al financiamiento y poca articulación regional frente al reordenamiento de las cadenas globales de producción de valor.
Los problemas internos incluyen una estructura productiva desarticulada y rezagada, mercados de trabajo con alta informalidad, bajos niveles de inversión con poca incorporación de progreso técnico, brechas de bienestar y de capacidades, débil gobernanza de los recursos naturales, patrones de consumo con déficit de servicios públicos y altas presiones ambientales y energéticas, junto al inveterado déficit institucional en materia de regulación, captación, y orientación de recursos.
Hoy se trata de reorientar las políticas hacia un fuerte dinamismo de la inversión para asegurar una relación virtuosa entre crecimiento, productividad y sostenibilidad ambiental por la vía de la incorporación del conocimiento a la producción y la generación de un alto valor agregado; imprimirle mayor inclusión al mundo del trabajo, y promover mayor convergencia entre reformas tributarias y políticas sociales con un claro sesgo redistributivo. Además, se debe equilibrar la expansión del consumo privado con la provisión de servicios públicos de calidad; e instituir la adecuada gobernanza de los recursos naturales.
Y no nos caben dudas, y así lo reafirmaremos en nuestro próximo período de sesiones que se celebrará en mayo en Lima, estas propuestas requieren de pactos sociales. Pactos que restituyan, para los latinoamericanos y caribeños, la soberanía, la potestad de acordar sin tutelajes y en concordancia con el entramado que constituye la esencia de nuestras particulares y ricas identidades, el rostro propio de un mañana donde el ejercicio de nuestros derechos y la construcción de nuestros proyectos de vida no reconozcan más las fronteras injustas de la cuna, la edad, el género o la etnia. En resumen, un mañana de iguales.
Secretaria Ejecutiva de la Cepal

LA VIOLENCIA Y LAS ARMAS LLEGAN TEMPRANO.

La violencia y las armas llegan temprano

 
 
 
 
 
 
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Teniendo en cuenta el impacto que provoca la violencia armada en niños, niñas y (principalmente) adolescentes, nos proponemos en este artículo aportar un conjunto de datos que posibiliten avanzar en la construcción de un perfil de estas víctimas en el tiempo, complejizando la problemática para abrir el espacio a una discusión sin prejuicios sobre la situación de nuestros jóvenes y el contexto de sus muertes
Andrea Chacón | José Luis Fernández-Shaw
Revista SIC 759 | 2013
A partir de la década de los años noventa, la violencia se ha vuelto una realidad cada vez más cotidiana entre los venezolanos, siendo una de sus más dramáticas expresiones la cantidad de homicidios de los cuales tenemos referencia en distintos contextos. Esta situación se traduce en marcas que transforman la vida de las víctimas y su entorno cercano, especialmente cuando los afectados son niños, niñas y adolescentes (NNA), que apenas están empezando a construir su vida.
pistolas venezuela
Esta dinámica de violencia se inserta en un contexto en donde el país ha logrado importantes avances en la protección de la vida de los niños y niñas en sus primeros años de vida. En general, a partir del año 1999, el Estado venezolano ha aplicado un conjunto de políticas públicas que han logrado disminuir las muertes ocasionadas por enfermedades prevenibles, tales como las infecciosas, parasitarias y bacterianas, es decir, aquellas que directamente dependen del entorno socio-ambiental del niño o niña.
Sin embargo, este importante logro empieza a perder relevancia cuando se examinan las muertes de adolescentes ocasionadas por la violencia; en pocas palabras, se están salvando vidas de niños y niñas en sus primeros años de vida, pero se están perdiendo cuando estos infantes llegan a ser adolescentes y se encuentran expuestos a la violencia, especialmente la vinculada con armas.
Por esta razón, al hablar de las defunciones de los NNA debe  profundizarse en el origen de ellas, ya que la dinámica de las causas de muerte varía de acuerdo al momento del ciclo vital en el que ocurre el fallecimiento; así, los más jóvenes, generalmente, fallecen por enfermedades, mientras que los adolescentes están muriendo cada vez más por la violencia armada.
Tabla 1. Venezuela. Tasas de mortalidad* por enfermedades y violencia armada niños, niñas y adolescentes (0 a 17 años) de acuerdo a grupos de edad. 1997, 2005  y 2010.
Violencia cuadro 1
* Tasa calculada en función a 100.000 habitantes de 17 años o menos.
Fuente: Cálculos propios, en función a datos del MPPS.
Los datos de la tabla 1, ratifican lo expuesto, observándose que en el período comprendido entre 1997 y 2010 disminuyen de forma significativa las tasas de mortalidad de menores de 4 años, pero al mismo tiempo, se produce un notable incremento en las defunciones originadas por las armas de fuego entre los adolescentes.
A continuación presentaremos, en primer lugar, el perfil histórico de los niños, niñas y adolescentes que han fallecido por la violencia vinculada con las armas de fuego. Posteriormente, se sitúan estas víctimas en un contexto geográfico tomando en cuenta los móviles declarados para estas muertes.

¿Cuáles son las fuentes del estudio?

Los datos analizados en el presente artículo provienen de dos fuentes; la primera de ellas consiste en los Anuarios de Mortalidad del Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) para los años 1997, 2005 y 2010. Y en segundo lugar, se utilizan los datos policiales del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) para el año 2010, publicados en el informe de la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme, titulado Sentido e impacto del uso de armas de fuego en Venezuela. Resulta interesante cotejar ambas fuentes para complementar la información a través de las distintas miradas que tienen cada una de ellas: la sanitaria y la policial.
Para el análisis de la información, los datos de las causas externas[1] de muerte del MPPS fueron reclasificadas para crear la categoría muertes violentas[2], adicionalmente, este tipo de fallecimiento se analiza de acuerdo a la presencia o no de armas de fuego[3].

¿Por qué se hace hincapié en las muertes vinculadas a armas de fuego?

Las armas de fuego se han convertido en un elemento común en las muertes de los menores de 17 años, de hecho para el año 2010, el 78% de los fallecimientos en ese grupo de edad fueron ocasionados por ellas (MPPS, 2010).
Así, el arma de fuego pasa a ser más que un simple objeto, dada su alta letalidad y los significados de poder que son atribuidos a ella en los distintos contextos en que se genera la violencia.

Dibujando la cara de los niños, niñas y adolescentes que mueren…

Durante los trece años analizados en el presente estudio, la violencia armada ha aumentado de forma continua su incidencia en las muertes de niños, niñas y adolescentes: entre 1997 y 2010 la tasa de muertes violentas por armas se duplicó, para terminar situándose en 12,5 por cada 100.000 personas menores de 17 años.
Gráfico 1. Venezuela. Tasas de mortalidad* por violencia armada en niños, niñas y adolescentes (0 a 17 años). 1997, 2005  y 2010.
Violencia cuadro gráficos 2
* Tasa calculada en función a 100.000 habitantes de 17 años o menos.
Fuente: Cálculos propios, en función a datos del MPPS.
Sin embargo, este aumento de la tasa nacional de muertes violentas no se distribuye de forma homogénea entre ambos sexos y los distintos grupos de edad de menores.
Observemos primero las tendencias que muestran los jóvenes de sexo masculino. Se encuentra que los varones adolescentes entre 15 y 17 años son los que sufren de forma más intensa las consecuencias de la violencia armada, mostrando la mayor tasa de mortalidad en todos los años analizados, para todos los grupos de edad y en ambos sexos. Asimismo, este grupo etario ha tenido el mayor crecimiento de su tasa en los últimos trece años al mostrar un aumento de 152%; para terminar situándose en 122,9 muertes violentas con armas por cada 100.000 varones entre 15 y 17 años.
Debe resaltarse la participación cada vez mayor del grupo de edad de 0 a 4 años,  aunque con volúmenes de muertes mucho menores a los adolescentes, estas muertes aumentaron en un 134% su tasa entre 1997 y 2010, aunque aún se mantiene en niveles cercanos a 2.  Estas muertes  llaman la atención ya que, en alguna medida, pueden ser atribuibles a muertes accidentales, las llamadas balas perdidas, y su incremento puede referirnos a un contexto en donde es cada vez más usual el accionar de las armas de fuego.
Por otro lado, al analizar las muertes de las niñas y adolescentes de sexo femenino, resalta el hecho de que la participación de ellas en las dinámicas de la violencia armada es cada vez mayor, especialmente entre las adolescentes de 15 a 17 años; en el período analizado, el aumento de la tasa fue de 87%, para terminar situándose en 8,4 muertes violentas con armas por cada 100.000 adolescentes hembras.
Tabla 2. Venezuela. Tasa* de muertes violentas ocasionadas por armas de fuego en niños, niñas y adolescentes (0 a 17 años), de acuerdo al sexo y grupo de edad. 1997, 2005  y 2010
Violencia cuadro 3
* Tasa calculada en función a 100.000 habitantes de 17 años o menos.
Fuente: Cálculos propios, en función a datos del MPPS.
En general, resulta preocupante que, más allá de los valores que muestren las tasas de mortalidad por armas, para todos los grupos de edad se evidencia un aumento en su incidencia, tanto hembras como varones están sintiendo las consecuencias de la dinámica de violencia en la que están inmersos distintos contextos del país.
Un dato que resulta interesante al analizar estas muertes violentas es el vinculado al lugar de la muerte del menor, debido a que, de alguna forma, describe los últimos momentos de la vida de ellos y el contexto en el ocurrió el hecho. Así, se tiene que los niños y niñas entre 0 y 4 años víctimas de la violencia, en la mayoría de los casos, mueren en hospitales o sus propios hogares. Mientras que los adolescentes entre 15 y 17 años, tanto hembras como varones, por lo general, mueren en las vías públicas. Este hecho puede hacer pensar que estos jóvenes no contaron con asistencia médica previa al deceso, lo cual, a su vez, puede relacionarse con dos hechos: el primero, la letalidad que implica el uso de armas, y el segundo, con posibles dinámicas de exclusión, vinculadas por ejemplo, a la zonas donde ocurren estos hechos; para explicar en pocas palabras esto, imagine el caso de un joven herido de bala en un barrio en donde el acceso de vehículos es limitado, por lo que difícilmente podría llegar al lugar una ambulancia a asistirlo.

Las lógicas de las violencias: los lugares y los motivos
El fenómeno de las muertes por violencia vinculada a las armas de fuego en niños, niñas y adolescentes presenta una marcada tendencia urbana, a diferencia de lo que ocurre con la tasa de defunciones por arma de fuego para la población en general, en donde es posible encontrar algunos contextos no exclusivamente urbanos[4].
Tabla 3. Venezuela. Municipios con mayor tasas de muertes violentas* ocasionadas por armas de fuego de niñas, niños y adolescentes (0 a 17 años), 2010
Violencia cuadro 4
* Tasa calculada en función a 10.000 habitantes de 17 años o menos.
Fuente: Cálculos propios, en función a datos del MPPS.
Así, al analizar los veinte municipios con las mayores tasas de defunciones por arma de fuego, se encuentra que éstos son principalmente urbanos ubicados en la región central del país; en ellos, se destaca el lugar preponderante que ocupan el municipio Sucre del estado Miranda, una de las zonas con mayor presencia de barriadas populares en el país, y los denominados Valles de Tuy[5].
Este panorama nos parece sugerir que el impacto de violencia derivada de las armas de fuego sobre los jóvenes es por tanto un fenómeno fundamentalmente urbano.
Los resultados hasta ahora descritos nos han permitido conocer quiénes son estos NNA fallecidos y en dónde ocurrieron sus muertes, sin embargo, queda pendiente una de las preguntas que más interés puede generar para poder explicar este fenómeno de la violencia armada, el por qué.
Los motivos que originan estas muertes deben ser observados para construir un contexto general de la violencia armada y, aunque los datos disponibles son parciales y limitados,  pueden arrojar pistas de análisis que potencien la discusión sobre este tema. Por lo tanto, se presentan a continuación los homicidios en los que estuvieron vinculados NNA de acuerdo a la cada uno de los motivos definidos como presuntos desde las estadísticas policiales.
Tabla 4. Venezuela. Municipio Libertador del Distrito Capital. Homicidios de personas de 0 a 17 años según motivo presunto. 2010.
Violencia cuadro 5
Fuente: Cálculos propios, en función a datos del Cicpc publicados en el informe de la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme, tituladoSentido e impacto del uso de armas de fuego en Venezuela.
Obsérvese que, contrariamente a lo que muchas veces el imaginario social cree y ha construido, la mayoría de los homicidios no puede ser catalogado, al menos en primera instancia, como la consecuencia de un acto delictivo para la apropiación de algún bien (robo).  Algo similar encontró el estudio de la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme para la población total[6], cuando sitúa al robo como motivo presunto inicial en el 12,7% de los homicidios con arma de fuego para el año 2010. Tal como vemos en la tabla 4, en el caso de las muertes por arma de fuego de los NNA este porcentaje es aún inferior (5,9%).
El motivo colocado como móvil presunto de las muertes es el “Ajuste de cuentas”, es decir conflictos entre los jóvenes que termina ocasionando que alguno de ellos accione un arma de fuego provocando la muerte de otro.
Zonas urbanas, barriadas populares y ajustes de cuentas se plasman en los datos para terminar dándonos un contexto en donde la sociedad queda en deuda por la incapacidad de  generar una respuesta que no dependa de la mera acción policial para la contención del delito. Estrategias para quebrar los detonantes sociales y culturales presentes en el contexto descrito parecen imprescindibles si queremos frenar el avance del fenómeno que día a día resulta en el incremento de la muerte de nuestros jóvenes.
En este contexto, consideramos que es importante cerrar este artículo, señalando que morir por causas violentas es una forma de exclusión, nuestros jóvenes están siendo excluidos en el derecho más fundamental que pueda tenerse, la vida.
*Los autores son sociólogos e investigadores.

[1] Refiriéndonos a todas aquellas causas de muertes ocasionadas por eventos externos o ajenos al cuerpo humano.
[2] De esta forma se clasifican aquellas muertes externas en donde el hecho violento estuvo vinculado al fallecimiento, excluyéndose eventos como accidentes de tránsito, o caídas accidentales.
[3] Los códigos de la CIE-10 vinculados a las muertes con armas de fuego son: X93, X94, X95, X72, X72, X74, Y22, Y23, Y24, Y35, W32, W33 y W34.
[4] Para mayor referencia véase CHACÓN, Andrea y FERNANDEZ-SHAW, José Luis; La Violencia no es inevitable  en Revista SIC Nro. 758, Centro Gumilla, Octubre, 2013.
[5] La única excepción que encontramos para esta tendencia está dada por los municipios turísticos Mariño y Marcano del estado Nueva Esparta, en donde habría que ahondar mucho más en la investigación para comprender los elementos que están detrás de esta tasa de mortalidad. Sin embargo, no debe desligarse esta tendencia dada por los niños, niñas y adolescentes de la situación general de ambos municipios, dado que el incremento de la violencia armada ha sido significativo en este estado.
[6] Véase Comisión Presidencial para el Control de Armas Municiones y Desarme; Sentido e Impacto del Uso de Armas de Fuego en Venezuela, CODESARME  – UNES, Caracas 2012

EL FARO ¿ DICTADURA O DEMOCRACIA?

El Faro ¿Dictadura o Democracia?

by politikaucab
FaroPor: Benigno Alarcón
En mi artículo de la semana pasada invitaba a nuestros lectores a interactuar con mis opiniones y las de nuestros columnistas en PolitiK@Ucab. Esta semana entrego la redacción de nuestros editoriales a nuestro Coordinador de la publicación Gustavo Moreno, quien ha venido haciendo un excelente trabajo al frente de nuestra publicación y está en la mejor posición para darnos a través de sus editoriales un balance justo y bien informado de lo que nos encontraremos en cada edición, e inició una columna fija en nuestro boletín PolitikaUcab, que se me ha antojado llamarla El Faro, no porque quien escribe pretenda orientar a quienes leen, sino como un esfuerzo por facilitar un proceso de reflexión y debate para que juntos tratemos de encontrar esa pequeña luz que tanto se valora cuando estamos perdidos en medio de la más absoluta oscuridad.
¿Dictadura o Democracia?
La semana pasada les contaba un poco como veo el 2014. Esta semana me gustaría iniciar esta columna quizás desde un paso más atrás para comenzar contándoles donde estamos hoy, y a partir de allí tratar de escrutar el futuro posible.
En Venezuela se ha dado una importante discusión desde el inicio mismo del período presidencial de Hugo Chávez Frías en 1999 sobre la naturaleza del régimen que se trataba de implementar con la aprobación de una nueva Constitución en Diciembre de ese mismo año. Si bien el fenómeno político que hemos visto desarrollarse desde entonces resulta inédito para los venezolanos, acostumbrados a vivir entre los extremos de varias dictaduras cerradas que antecedieron al surgimiento de una democracia que se extendió sin mayores sobresaltos por cuarenta años, hasta la intentona golpista liderada por el mismo Comandante Chávez el 04 de Febrero de 2002, al revisar las experiencias estudiadas internacionalmente nos damos cuenta que el fenómeno político vivido en Venezuela durante la presidencia de Hugo Chávez no es algo realmente nuevo ni inédito.
Tratando de partir de información que nos garantice un mínimo de objetividad, podríamos considerar las conclusiones de varias organizaciones que estudian y monitorean de manera permanente la democracia en el mundo a partir de una serie de índices compuestos por indicadores que pueden ser analizados, medidos e incluso comparados a los fines de tratar de que todos los países sean evaluados con las mismas reglas, haciendo que el análisis sea lo más equitativo posible y que sus resultados no se vean contaminados por los pre-juicios y opiniones de aquellos a quienes toca calificar a un país como más o menos democrático.
Tres de los índices más usados en el mundo son: el de una prestigiosa organización de los Estados Unidos llamada Freedom House (http://www.freedomhouse.org/), The Polity IV Project (http://www.systemicpeace.org/polity/polity4.htm) que es una investigación ampliamente usada por los sectores académicos y estudiosos de la democracia que se viene realizando por iniciativa de la Universidad George Mason de Virginia, Estados Unidos, y el de una respetada publicación inglesa, muy bien conocida en nuestro país, The Economist: (http://www.eiu.com/Handlers/WhitepaperHandler.ashx?fi=Democracy-Index-2012.pdf&mode=wp&campaignid=DemocracyIndex12). Estos índices, independientes uno del otro, coinciden en afirmar que Venezuela no es hoy una democracia sino lo que se denomina como un régimen híbrido.
Pero, ¿que implica esta calificación comúnmente utilizada y aceptada por varios autores? En el caso de The Economist, el índice provee una visión comparada del estado de la democracia en 165 países, lo cual abarca la casi totalidad de la población mundial, para lo cual se toman en consideración cinco indicadores: procesos electorales y pluralismo, libertades civiles, el funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política, cuya combinación coloca a cada país en uno de cuatro tipos de régimen: Democracias plenas, democracias débiles, regímenes híbridos o regímenes autoritarios, los cuales son definidos de la siguiente manera, por esta publicación:
 Democracias plenas: Países en los cuales no solo las libertades políticas y civiles son respetadas, sino que además se caracterizan por una cultura política que conduce hacia el florecimiento de la democracia. El funcionamiento del gobierno es satisfactorio. Los medios de comunicación son independientes y diversos. Existe un efectivo sistema de pesos y contrapesos. El poder judicial es independiente y sus decisiones son obligatoriamente ejecutadas. Existen solo problemas menores en su funcionamiento como democracias.
 Democracias débiles: Estos países tienen elecciones justas y libres, y aunque puede haber problemas (tales como violaciones puntuales a la libertad de prensa), las libertades civiles son respetadas. A todo evento, existen debilidades significativas en otros aspectos de sus democracias, incluyendo problemas de gobernabilidad, cultura democrática y bajos niveles de participación.
 Regímenes Híbridos: Los procesos electorales se desarrollan con irregularidades sustanciales por lo que no pueden considerárseles como justos y libres. Las presiones gubernamentales sobre la oposición y sus candidatos son comunes. Las debilidades son mayores a las que se presentan en las democracias débiles en aspectos tales como la cultura política, el funcionamiento de sus gobiernos y la participación política. La corrupción tiende a ser generalizada y el estado de derecho débil. La sociedad civil es débil. Es común la persecución y presión sobre medios y periodistas, y el poder judicial no es independiente.
 Regímenes Autoritarios: En estos estados el pluralismo político está ausente o seriamente limitado. Muchos de los países calificados por The Economist en esta categoría son dictaduras. Algunas instituciones formales de una democracia pueden existir, pero sin mayor sustancia real. Las elecciones, en caso de que existan, no son libres y justas. No se presta mayor atención por los abusos y las violaciones a las libertades civiles. Los medios de comunicación son normalmente controlados por grupos relacionados con el régimen o están bajo la propiedad directa del Estado. Existe represión contra los críticos del gobierno y su permanente censura. No existe un poder judicial independiente.
The Economist, reconoce que al finalizar el año 2012 el 51.5 % de la población mundial no vive en democracia, sino bajo alguna forma de autoritarismo, siendo los regímenes híbridos el tipo de gobierno que se ha impuesto en 37 países, entre ellos Venezuela.
En este índice del año 2012, Venezuela ocupa el puesto 95, que comparte con Libia, entre una clasificación que se inicia con Noruega como el país más democrático y cierra en el puesto 167 con Korea del Norte como el país más autoritario. Los regímenes híbridos ocupan los puestos ubicados entre el número 80 (Ucrania) al 116 (Haiti), siendo los países más cercanos al puntaje obtenido por Venezuela en este índice Mali, Bosnia, El Líbano, Uganda y Georgia.
¿Qué significa ser un régimen híbrido?
En el mundo académico se han producido una variedad de términos para referirse a estos regímenes intermedios entre autoritarismo y democracia entre los que se incluye no solamente la denominación de régimen híbrido, sino otras como “semi-democracia”, “pseudo-democracia”, “semi-autoritarismo”, “autoritarismo blando”, “dictablanda”, “autoritarismo electoral”, “autocracia electoral”. Estas denominaciones, tratadas casi siempre de manera equivocada como sinónimos, tienen el problema de considerar a todos los regímenes híbridos como formas imperfectas o “moderadas” de democracia o verlos como procesos de transición prolongados hacia la democracia, tal como sucedió en casos como el de México y Taiwán, pero la realidad apunta a que mucho de estos regímenes no van en dirección hacia estados de mayor democracia, sino que por el contrario, constituyen involuciones o retrocesos desde gobiernos democráticos hacia regímenes que utilizan la legitimación electoral para marchar hacia ejercicios de poder mucho más autoritarios como han sido en los casos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua o para oxigenar y estabilizar autoritarismos bien establecidos como en el caso de Rusia, Ucrania, Zambia y Zimbabue.
Los regímenes híbridos o autocracias electorales, como también se les conoce, se corresponden a una categoría intermedia, de ahí la denominación de híbridos, entre autoritarismo y democracia, que se caracterizan por tomar de la democracia sus mecanismos de legitimación, principalmente aunque no exclusivamente el sufragio, por medio del cual llegan y se mantienen en el poder, pero ejerciéndolo, una vez allí, por medios y prácticas propias de un autoritarismo. En este tipo de régimen los procesos electorales son competitivos en el sentido de que los principales candidatos participan en el proceso, y solo en muy raras ocasiones son impedidos de competir en el proceso por alguna medida formal, los partidos políticos tienen existencia legal y se les permite hacer campaña públicamente, y si bien ocasionalmente existen señales de fraude, éste no se produce de manera masiva sino dentro de límites que permiten cierto nivel de incertidumbre sobre los verdaderos resultados electorales, aunque las elecciones no pueden ser calificadas como libres y justas y los niveles de incertidumbre sobre los potenciales resultados son reducidos al mínimo posible para garantizar la estabilidad del gobierno en el poder. Entre otros mecanismos, es común que estos regímenes traten de controlar el resultado de los procesos electorales mediante mecanismos como la manipulación de las listas de votantes, falsificación de resultados (República Dominicana en 1994 y Ucrania en 2004), intimidación de activistas de oposición, votantes y testigos electorales e incluso impidiendo su acceso a ciertas áreas del país (Cambodia y Zimbabue). A todo evento, estos niveles de fraude si bien se producen dentro de límites que permiten mantener ciertos niveles de incertidumbre y esperanza sobre las posibilidades de poder alcanzar el poder, e incluso se permite un mayor nivel de competitividad a nivel sub-nacional que se traduce en el dominio de la oposición en ciertos territorios, el desnivel en el terreno de competición en condiciones tales como financiamiento y acceso a medios, así como el control del gobierno sobre el árbitro y el proceso electoral hacen muy difícil para la oposición el alcanzar el poder en los puestos determinantes o a nivel del gobierno nacional.
El problema con estas categorías es que al ser la democracia multidimensional, existen también múltiples formas de ser parcialmente democrático (Levitsky y Way, 2010). En este sentido cuando hablamos de autoritarismos competitivos nos referimos entonces a una subcategoría de una categoría más amplia o intermedia que es lo que se conoce como regímenes híbridos, que se utiliza para referirse de manera general a aquellos casos que se ubican entre autoritarismos totales o dictaduras cerradas y democracias electorales o imperfectas, sin que pueda encasillárseles con propiedad en ninguna de las dos categorías. Otros tipos de regímenes híbridos incluyen:
1. Las oligarquías constitucionales: En las cuales se niega el derecho al sufragio a una parte importante de la población (Estonia y Letonia a principios de 1990).
2. Los regímenes tutelares: En los que hay elecciones competitivas pero el poder de las autoridades electas está limitado a los condicionamientos de una cúpula no electa que puede ser religiosa (Irán), militar (Pakistán y lo que pareciesen ser los casos de Guatemala y del actual proceso de transición de Egipto) o monárquica (Nepal durante los años 90).
3. Las democracias restringidas o semi-competitivas, como también se les conoce, y que son aquellas en donde existen elecciones verdaderamente libres y competitivas pero con restricciones o prohibiciones de participación sobre uno o varios partidos mayoritarios tal como han sido los casos de Argentina entre 1957 y 1966 y Turquía en los años 90.
4. Y los autoritarismos competitivos que, en particular, pueden ser definidos como un tipo de régimen de gobierno civil en el que existen formalmente las instituciones democráticas, las cuales son vistas y utilizadas como el principal medio para obtener el poder y ejercer la autoridad política, pero donde éstas son utilizadas de manera abusiva por quienes detentan el poder para imponer una ventaja, casi siempre insuperable, sobre los actores de la oposición que pretenden alcanzar el poder mediante elecciones libres, justas y competitivas, incurriendo en violaciones básicas de los estándares mínimos convencionales de una democracia.
Profundizando en la caracterización de los autoritarismos competitivos, como el que ha gobernado nuestro país desde 1999, para mejor comprender sus mecanismos de acción y el fundamento de su éxito en mantener su viabilidad y sustentabilidad durante 14 años, aparte de las condiciones especialmente carismáticas (originales y construidas) de su liderazgo, que no son objeto de este estudio pero que sin lugar a dudas resultaron ser de un peso especialmente significativo, resulta importante destacar que este tipo de gobiernos comprenden muy bien que la legitimidad es la mejor base y garantía para el ejercicio del poder, por lo que toda acción de gobierno se ejecuta considerando siempre sus efectos sobre la próxima elección, sobre el desarrollo y el mantenimiento de un piso político que sostenga su legitimidad, o al menos la ventaja necesaria para ganar elecciones, que es al final lo que le otorga su principal característica definitoria, o sea su competitividad. Larry Diamond (2002) destaca que este tipo de regímenes, por necesitar re-legitimar su permanencia en el gobierno de manera constante, ejercen el poder con una especial sensibilidad hacia el efecto de sus decisiones sobre el apoyo popular, siendo esto lo que los diferencia de otras formas de autoritarismo, conscientes de las limitaciones y riesgos de un ejercicio indiscriminado de la represión si se perdiese esta base de apoyo, por lo que con frecuencia la demagogia, el populismo, el clientelismo, así como toda iniciativa que permita ganar elecciones, a cualquier costo, ocupan buena parte del ejercicio de su gestión.
En este tipo de regímenes es común, sobre todo cuando hay un descenso en su popularidad, el uso de mecanismos fraudulentos que van más mucho allá de las manipulaciones en el conteo de votos para asegurarse resultados favorables, tales como son la generación de redes clientelares altamente dependientes del gobierno, como ha sido el caso de las misiones en Venezuela, la compra de votos, el control de la autoridad electoral, y un ejercicio algunas veces sutil y/o muy sofisticado de la opresión, tal como se hace cuando se siembre la duda sobre el secreto del voto y sus posibles consecuencias para quienes dependen directa o indirectamente de algún mecanismo clientelar de aseguramiento de la lealtad política, casi siempre legitimado bajo la ropaje de subsidios o planes sociales de ayuda e inclusión dirigidos a los sectores más necesitados, y por lo tanto más dependientes, de la población, o mediante la negación de recursos, permisos, trámites, el incremento de la presión fiscal o la “aplicación de la ley” a aquellos no dependientes económicamente del gobierno que sirven de financistas a los movimientos de oposición, o representan un mayor peligro para el régimen por su capacidad para organizarse. Asimismo es práctica común el uso indiscriminado del ventajismo que otorga el control de los recursos y el poder del Estado para generar dependencia, lealtad e incluso miedo, así como múltiples violaciones a la integridad del proceso mediante la imposición de procedimientos, reglas y prácticas que buscan garantizar la supervivencia política de quienes están en el poder, a lo que en la jerga de los politólogos americanos se ha denominado como “rigged elections”.
Aunque estas conductas que podrían calificarse de fraudulentas son un denominador común entre los autoritarismos competitivos, la percepción sobre el nivel de fraude suele ser lo suficientemente moderada como para mantener a la oposición en el juego electoral, el cual es incluso estimulado permitiendo elecciones más competitivas en los niveles sub-nacionales que admiten la competencia entre partidos de gobierno y oposición por el apoderamiento de cuotas de poder y recursos, siempre controlados por el gobierno nocional, que sirven para mantener a la oposición dividida y concentrada territorialmente en sus bastiones de mayor dominio, al tiempo que funciona como mecanismo de estímulo a la existencia de otros partidos que sirven para mantener una carta de presentación democrática a los fines de su legitimación electoral de cara a actores externos e internos. En este sentido, es común la celebración de elecciones con una frecuencia normal o incluso superior a los de una democracia, por la necesidad permanente de relegitimación, sobre todo en procesos refrendarios y en los niveles sub-nacionales (gobernaciones, alcaldías, sindicatos, comunidades, etc.), niveles estos donde es común permitir un mayor grado de competitividad y de incertidumbre sobre los resultados electorales para estimular la participación de la oposición, en una competencia por recursos (siempre controlados y limitados por el gobierno nacional) y poder, estrategia que se conoce como clientelismo competitivo, lo que contribuye a fortalecer la legitimidad e imagen “democrática” del régimen hacía el exterior e incluso entre una parte significativa del electorado.
Según los estudios comparados realizados por Levitsky y Way (2010) entre 38 países, en los autoritarismos competitivos las libertades civiles son nominalmente garantizadas y al menos parcialmente respetadas. Normalmente se permiten las reuniones de grupos de oposición e incluso las protestas públicas contra el gobierno, aunque también son frecuentes las presiones, la difamación, persecución, arresto e incluso la desaparición física de activistas y líderes de oposición, jueces que mantienen su independencia, periodistas, activistas de derechos humanos, financistas de la oposición e incluso desertores del mismo régimen y otros actores críticos del gobierno.
Existen medios de comunicación privados e independientes, aunque muchas veces condicionados por presiones fiscales o la aplicación de otros mecanismos “legales”. Los partidos políticos, como ya señalamos, operan legalmente y a la vista de todos aunque en situación de desventaja bien sea por el ventajismo del gobierno en el uso de recursos públicos o su absoluta inobservancia de las regulaciones que si aplican a la oposición, o por las limitaciones en el acceso a medios, fuentes de financiamiento y otras presiones o limitaciones legales, que sí le son estrictamente aplicadas a estos y a sus líderes más representativos.
Mientras tanto, el ejercicio del poder se hace de manera autoritaria, lo que incluye la desaparición o el debilitamiento sustancial de la división entre poderes públicos, y con ello de los controles de pesos y contrapesos que caracterizan a una democracia. Asimismo, es común el uso de mecanismos, normalmente institucionales y apegados a la ley, o la generación de nuevas leyes, que permitan limitar recursos, controlar actividades y reprimir a partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil, actores y medios de comunicación que se les opongan, prácticas éstas que se incrementan en la medida que se pierde legitimidad y aumenta el riesgo de perder las elecciones.
Cualquier semejanza con nuestra propia realidad es pura coincidencia...
Continuamos conversando la próxima semana. Mientras tanto, son bienvenidos sus comentarios y aportes.

PACTO DE PUNTO FIJO.

Pacto de Punto Fijo

by politikaucab
Punto_Fijo_PactoExtraído de: Analítica
Los partidos Acción Democrática, Social Cristiano Copei y Unión Republicana Democrática, previa detenida y ponderada consideración de todos los elementos que integran la realidad histórica nacional y la problemática electoral del país, y ante la responsabilidad de orientar la opinión pública para la consolidación de los principios democráticos, han llegado a un pleno acuerdo de unidad y cooperación sobre las bases y mediante las consideraciones siguientes:
1a Como es del conocimiento público, durante varios meses las distintas fuerzas políticas que han participado en las acciones unitarias para la defensa del régimen democrático han mantenido conversaciones destinadas a asegurar la inteligencia, mutuo respeto y cooperación entre ellas, interesadas por igual en la consolidación de la unidad y la garantía de la tregua política, sin perjuicio de la autonomía organizativa y caracterización ideológica de cada uno, conforme se declaró expresamente en el acta de ampliación de la Junta Patriótica firmada el 25 de enero de 1958 por los partidos políticos que la integraban inicialmente. El resultado obtenido es favorable, toda vez que las naturales divergencias entre los partidos, tan distintas de unanimismo impuesto por el despotismo, se han canalizado dentro de pautas de convivencia que hoy más que nunca es menester ampliar y garantizar. El análisis cabal de los antecedentes, de las características actuales y de las perspectivas de nuestro movimiento democrático, la ponderación comprensiva de los intereses legítimamente representados por los partidos a nombre de los centenares de miles de sus militantes; el reconocimiento de la existencia de amplios sectores independientes que constituyen factor importante de la vida nacional; el respaldo de las Fuerzas Armadas al proceso de afirmación de la República como elemento institucional del Estado sometido al control de las autoridades constitucionales, y el firme propósito de auspiciar la unión de todas las fuerzas ciudadanas en el esfuerzo de lograr la organización de la Nación venezolana, han estado presentes en el estudio de las diferentes fórmulas propuestas. La sincera definición y defensa de los derechos que asisten a los partidos como representantes de grandes núcleos nacionales y la preocupación común de atender en conjunto a los intereses perdurables de la Nación, si bien han podido en forma ocasional provocar la generosa impaciencia de calificados valores de la opinión, son la garantía de que las deliberaciones han respondido a un serio y responsable enfoque de las urgencias del país.
2a Las minuciosas y largas conversaciones han servido para comprometer a las organizaciones unitarias en una política nacional de largo alcance, cuyos dos polos podemos definir así: a) seguridad de que el proceso electoral y los Poderes Públicos que de él van a surgir respondan a las pautas democráticas de la libertad efectiva del sufragio; y b) garantía de que el proceso electoral no solamente evite la ruptura del frente unitario, sino que lo fortalezca mediante la prolongación de la tregua política, la despersonalización del debate, la erradicación de la violencia interpartidista y la definición de normas que faciliten la formación del Gobierno y de los cuerpos deliberantes de modo que ambos agrupen equitativamente a todos los sectores de la sociedad venezolana interesados en la estabilidad de la República como sistema popular de Gobierno.
3a Establecidos esos principios de carácter general, COPEI, AD y URD comprometen su acción y responsabilidad en los términos siguientes:
  1. Defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral. Las elecciones determinarán la responsabilidad en el ejercicio de los Poderes Públicos, durante el periodo constitucional 1959-1964; intervención de la Fuerza contra las autoridades surgidas de las votaciones es delito contra la Patria. Todas las organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa de las autoridades constitucionales en caso de intentarse o producirse un golpe de Estado, aun cuando durante el transcurso de los cinco años las circunstancias de la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan podido colocar a cualquiera de ellas en la oposición legal y democrática al Gobierno. Se declara el cumplimiento de un deber patriótico la resistencia permanente contra cualquier situación de fuerza que pudiese surgir de un hecho subversivo y su colaboración con ella también como delito de lesa patria.
  2. Gobierno de Unidad Nacional. Si bien el ejercicio del Poder por un partido es consecuencia legítima de una mayoría electoral, la suerte de la democracia venezolana y la estabilidad del Estado de derecho entre nosotros imponen convertir la unidad popular defensiva en gobierno unitario cuando menos por tanto tiempo como perduren los factores que amenazan el ensayo republicano iniciado el 23 de enero; el gobierno de Unidad Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilitaría el movimiento democrático. Se deja claramente sentado que ninguna de las organizaciones signatarias aspira ni acepta hegemonía en el Gabinete Ejecutivo, en el cual deben estar representadas las corrientes políticas nacionales y los sectores independientes del país, mediante una leal selección de capacidades.
  3. Programa mínimo común. Para facilitar la cooperación entre las organizaciones políticas durante el proceso electoral y su colaboración en el Gobierno Constitucional los partidos signatarios acuerdan concurrir a dicho proceso sosteniendo un programa mínimo común, cuya ejecución sea el punto de partida de una administración nacional patriótica y del afianzamiento de la democracia como sistema. Dicho programa se redactará por separado, sobre las bases generales, ya convenidas, y se considerará un anexo del presente acuerdo. Como este programa no excluye el derecho de las organizaciones políticas a defender otros puntos no comprendidos en él, se acuerda para estos casos la norma siguiente: ningún partido unitario incluirá en su programa particular puntos contrarios a los comunes del programa mínimo y, en todo caso, la discusión pública en los puntos no comunes se mantendrá dentro de los límites de la tolerancia y del mutuo respeto a que obligan los intereses superiores de la unidad popular y de la tregua política.
4a El ideal de la unidad como instrumento de lucha contra la tiranía y contra las fuerzas en aptitud de reagruparse para auspiciar otra aventura despótica, sería la selección de un candidato presidencial democrático único, la formación de planchas únicas para los cuerpos colegiados y la formación de un frente único a base de un solo programa integral de Gobierno.
En la práctica se ha evidenciado que diversos factores reales contradicen esa perspectiva histórica, mas, afortunadamente, hay otros medios idóneos de preservar la Unidad Nacional. Por consiguiente, lejos de considerar comprometida la unidad por la comprobación de naturales contradicciones interpartidistas que se corresponden con la esencia de la actividad democrática, las organizaciones signatarias después de confrontar sus distintas opiniones entre sí y con las emitidas por voceros independientes autorizados, de la prensa y de otros factores nacionales define:
  1. Los requerimientos de la unidad son compatibles con la eventualidad de diversas candidaturas y planchas legislativas.
  2. Para que la presentación de varias candidaturas presidenciales y diversas planchas legislativas pueda verificarse sin menoscabo de la unidad y sin ruptura de la tregua interpartidista, es indispensable fortalecer el sentimiento de común interés patriótico y la tolerancia y mutuo respeto entre las fuerzas unitarias, base de lo cual debe ser la sincera y solemne adhesión de todas las fuerzas democráticas a los puntos contenidos en esta declaración y al espíritu que la anima, tal como hoy se consagra con la firma de este documento.
  3. Para garantizar la tregua política y la convivencia unitaria de las organizaciones democráticas, se crea una Comisión Interpartidista de Unidad encargada de vigilar el cumplimiento de este acuerdo. Dicha Comisión estará encargada de orientar la convivencia interpartidista, de conocer las quejas que se produzcan contra las desviaciones personalistas o sectarias en la campana electoral y de diligenciar ante cualquiera de los signatarios, y a nombre de todos, la morigeración y control en lo que pudiera comprometer la convivencia democrática.
5a Para garantizar que varias postulaciones presidenciales y varias planchas legislativas sean en todo momento expresiones de la voluntad nacional de celebrar elecciones que en definitiva se traduzcan en fortalecimiento de la democracia, se proclama:
  1. Cada organización queda en libertad de sustentar su propio candidato presidencial y sus propias planchas para los cuerpos colegiados dentro del concepto de unidad aquí consagrado y en el sentido de que garanticen la tolerancia mutua durante la campaña y el cumplimiento de los compromisos generales convenidos en esta declaración cualquiera que sea la candidatura o plancha que obtuviera mayor número de votos.
  2. Todos los votos emitidos a favor de las diversas candidaturas democráticas, serán considerados como votos unitarios y la suma de los votos por los distintos colores como una afirmación de la voluntad popular a favor del régimen constitucional y de la consolidación del Estado de derecho.
  3. La postulación de los candidatos presidenciales y de las planchas legislativas es de la responsabilidad de cada partido o coalición. Será el pueblo elector a quien le corresponda calificar con el voto cualquier postulación.
  4. Los partidos que suscriben este documento garantizan la adhesión de los principios y normas aquí consagrados de sus respectivos candidatos a la Presidencia de la República.
  5. Los partidos signatarios se comprometen a realizar una campaña positiva de afirmación de sus candidatos y programas dentro del espíritu de la unidad, evitando planteamientos y discusiones que pueden precipitar la pugna interpartidista, la desviación personalista del debate y divisiones profundas que luego pudieran comprometer la formación del Gobierno de Unidad Nacional.
  6. Después de publicado el resultado oficial de las elecciones, tendrá lugar en Caracas un gran acto popular encargado de ratificar los siguientes principios:
    1. Pública adhesión de todas las organizaciones y candidatos participantes al resultado de las elecciones, como expresión de la soberana voluntad popular.
    2. Ratificación por parte de las organizaciones signatarias de su sincero propósito de respaldar al Gobierno de Unidad Nacional, al cual prestarán leal y democrática colaboración.
Consideran las organizaciones signatarias que la adhesión de todas las fuerzas políticas a los principios y puntos fijados en esta declaración es una garantía eficaz para el ejercicio del derecho electoral democrático dentro de un clima de unidad. La cooperación de los organismos profesionales gremiales, cívicos y culturales, de la prensa y de personalidades independientes, con los fines así precisados, consolidarán la convivencia nacional y permitirán el desarrollo de una constitucionalidad estable que tenga en sus bases la sinceridad política, el equilibrio democrático, la honestidad administrativa y la norma institucional que son la esencia de la voluntad patriótica del pueblo venezolano. Como este acuerdo no fija principio o condición contrarios al derecho de las otras organizaciones existentes en el país, y su leal cumplimiento no limita ni condiciona el natural ejercicio por ellas de cuantas facultades pueden y quieren poner al servicio de las altas finalidades perseguidas, se invita a todos los organismos democráticos a respaldar, sin perjuicio de sus concepciones específicas, el esfuerzo comprometido en pro de la celebración del proceso electoral en un clima que demuestre la aptitud de Venezuela para la práctica ordenada y pacífica de la democracia.
Caracas, 31 de octubre de 1958
(Firmado)
Por Unión Republicana Democrática,
Jóvito Villalba.
Ignacio Luis Arcaya.
Manuel López Rivas.
(Firmado)
Por el Partido Social Cristiano Copei,
Rafael Caldera.
Pedro del Corral.
Lorenzo Fernández.
(Firmado)
Por Acción Democrática,
Rómulo Betancourt.
Raúl Leoni.
Gonzalo Barrios.

LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA.

En mayo de 2013, representantes de 70 partidos socialistas y socialdemócratas de todo el mundo se reunieron en Leipzig para conmemorar el aniversario de una carta abierta escrita el 1 de marzo de 1863 por Ferdinand Lassalle, un ciudadano de Breslavia. En ella, Lassalle se dirigía a la gente que sufría injusticias, que era víctima de la intolerancia o cuya dignidad había sido negada, instándola a unir sus esfuerzos para construir un mundo capaz de alcanzar los principios de justicia. El 23 de mayo de 1863, poco después de la aparición de ese texto, Leipzig fue sede del primer encuentro de quienes habían sido convocados por la carta. Tuvo lugar entonces la fundación de
Es necesaria
una nueva batalla cultural
Zygmunt Bauman
Este texto es la trascripción de
la intervención de Bauman en el
evento «Dilemas socialdemócratas», en el contexto de la inauguración
de la exposición «Los comienzos con
Lassalle: la socialdemocracia en
Polonia y Alemania», que se realizó
en la ciudad de Breslavia, Polonia,
el 22 de junio de 2013. Bauman,
uno de los grandes pensadores
europeos de la actualidad, aborda
la crisis de la socialdemocracia,
analiza las causas del declive de las ideas de cambio social y el triunfo
del imaginario burgués y propone
una lectura que busca alejarse
tanto del optimismo irreflexivo
como del pesimismo paralizante.
Zygmunt Bauman: sociólogo, filósofo y ensayista polaco. Es profesor en la Universidad de Leeds y su trabajo abarca numerosas temáticas, entre las que se destacan sus trabajos sobre la modernidad y la posmodernidad, así como su obra dedicada a los movimientos obreros o la globalización.
Palabras claves: socialismo, imaginario burgués, política, poder, batalla cultural, Ferdinand Lassalle.
Nota: traducción del inglés de Mariano Grynszpan.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 247,
septiembre-octubre de 2013, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.
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Nueva Sociedad 247
Zygmunt Bauman
la Asociación General de Trabajadores Alemanes (adav, por sus siglas en alemán), que se convirtió en el prototipo de todas las entidades sindicales surgidas posteriormente en Europa y organizadas para responder al desafío de Lassalle.
¿Qué quería Lassalle? Tenía un programa muy específico y, si se considera el contexto histórico, hay que admitir que su visión era muy realista:
1. Es necesario unirse. Solo somos fuertes en la unidad; individualmente no conseguiremos nada. Debemos combinar nuestras fuerzas, nuestras ideas y nuestro valor.
2. Nos uniremos en un partido y luego usaremos nuestra fuerza combinada para obtener el derecho general al voto, que merece el hombre en virtud de su humanidad.
3. Una vez alcanzado este objetivo, los trabajadores formarán la mayoría absoluta de la nación.
La mayoría de los contemporáneos de Lassalle creían que la industrialización duraría para siempre, así como hasta 2007 nosotros creíamos que el consumismo perduraría. En aquellos tiempos se suponía que se alcanzaría una etapa en la cual la sociedad quedaría dividida en dos partes: la de los trabajadores y la de quienes los supervisan y explotan. De ese modo, dado el derecho general al voto, parecía obvio que los trabajadores aumentarían su poder en el Estado.
Pero ¿qué se haría con ese poder? El Estado obligaría a los bancos a subsidiar la presencia de cooperativas manufactureras. En lugar de fábricas establecidas como propiedad individual, cada trabajador sería copropietario de una fábrica: surgiría así una cooperativa de productores. Esto aparecía como una alternativa frente a la sociedad industrial emergente. Significaba un sí a la industria, al progreso científico y a la modernización, pero no de la manera reivindicada por el capital, es decir, desprovista de control político.
Estos postulados deben ser actualizados. Sin embargo, en lo que se refiere al objetivo, la perspectiva de Lassalle es la de una sociedad justa, donde la gente convive en armonía y cooperación en vez de hacerlo en un marco de competencia y sospecha. Esto está en la agenda actual, así como lo estaba hace 150 años.
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Tema Centntral
Es necesaria una nueva batalla cultural
Estamos celebrando un aniversario; generalmente, uno habla de los héroes de los aniversarios solo en términos positivos. En los discursos conmemorativos, olvidamos los errores que cometieron en sus vidas. Sin embargo, dada la situación actual de la socialdemocracia, es necesario que analicemos algunas cuestiones desafortunadas. La socialdemocracia alemana disfrutó de muchas décadas marcadas por el rápido crecimiento y el éxito. Hasta hace apenas diez o quince años, era normal lograr 35% de los votos. Hoy el spd [Partido Socialdemócrata de Alemania] alcanza alrededor de 24-25%, lo que representa una fuerte caída. Desde la adopción de la Agenda 2010 por parte del canciller Gerhard Schröder, el spd ha perdido un tercio de sus miembros. Se trata de un retroceso desastroso en la historia del partido. El spd se encuentra en graves dificultades. Hay que admitirlo con honestidad. El aniversario de hoy no es un momento victorioso. Más bien, es una oportunidad para reconocer el enorme esfuerzo que exige el camino hacia la victoria. ¿Cuáles son las razones de este retroceso histórico? ¿Por qué está en crisis la socialdemocracia? ¿Por qué en las encuestas de opinión pública hay cada vez menos gente que se sitúa en la centroizquierda?
El maravilloso escritor portugués José Saramago lo expresó de manera cruel e incluso brutal: «En cierto momento, el movimiento [socialdemócrata] representaba algunas de las mayores esperanzas de la humanidad, pero con el paso del tiempo ha dejado de jugar ese papel». El programa de la izquierda le dice a la derecha: «Cualquier cosa que hagas, nosotros la haremos mejor». En lugar de preparar un programa para el futuro, los socialistas intentan demostrar que pueden hacer lo mismo que la derecha. De acuerdo con lo que escribió el famoso politólogo belga Jean-Michel De Waele, el gran colapso experimentado en 2007 por la economía capitalista financiera y de consumo no impulsó a la izquierda, sino que reveló sus debilidades inherentes.
Si se considera la situación actual del spd en vísperas de las elecciones, pueden observarse dos actitudes diferentes, que resultan difíciles de reconciliar. Por un lado, se intenta satisfacer a quienes están pagando el costo de la crisis; por el otro, se ratifica completamente el modelo económico aplicado hoy en Alemania. Parafraseando a Antonio Gramsci, podría decirse que la derecha ha ganado la batalla cultural con la izquierda.
Desde la adopción de
la Agenda 2010 por parte
del canciller Gerhard
Schröder, el spd ha perdido
un tercio de sus miembros, un retroceso desastroso
en la historia del partido n
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¿Por qué se lucha en esa batalla? Según Gramsci, la situación social y la condición de las personas no dependen de las negociaciones en las altas esferas ni de medidas políticas, sino únicamente de la filosofía; pero no en el sentido de los seminarios universitarios, sino de la filosofía llamada ideología o, más recientemente, imaginario (un término acuñado por Gilles Deleuze, utilizado luego por Cornelius Castoriadis y debatido ahora apasionadamente por Charles Taylor). Dicho de manera sencilla, el imaginario refleja cómo imaginamos el orden mundial, cuáles son las condiciones para nuestras acciones y cuáles los valores por los que vale la pena luchar o, dado el caso, hacer un sacrificio.
El imaginario burgués ha triunfado. A continuación indicaré cuáles son sus características más sobresalientes. La panacea para todos los males sociales es un aumento de la producción en términos del pib; no hay otras formas de mejorar el destino de la humanidad. Sin embargo, detrás de este supuesto aparece una condición oculta y silenciosa: se puede aumentar sin límites la producción de mercancías industriales y suministrar cada vez más y más bienes.
El segundo supuesto es que la felicidad humana consiste en ir de compras; solo se puede acceder a ella a través de las tiendas comerciales (en otras palabras, del mayor consumo). Sobre la base de esta idea, se cree que el consumo puede aumentar ad infinitum y que es posible olvidar otros métodos simples, primitivos y preindustriales de alcanzar la felicidad, aunque esos métodos hayan existido.
La búsqueda de felicidad está registrada en los resultados de nuestra evolución natural y cultural, y es universal para todos los miembros de la raza humana. Quizás olvidamos los métodos que fueron válidos en el pasado, incluso hace 1.000 años, como la satisfacción de un trabajo bien hecho, el «instinto del trabajo útil» (como lo describió Thorstein Veblen), el placer de trabajar con otra gente, tener vecinos cordiales, estar en pareja o transitar un camino en común a lo largo de la vida. Todo esto lo dejamos al margen. Lo único que nos da placer son las compras.
El tercer supuesto del imaginario burgués es algo denominado meritocracia. Desde su punto de vista, aunque la gente es y siempre será distinta, la desigualdad en sí misma no es mala. Es un medio que permite aumentar la prosperidad. Sin embargo, se sostiene que la gente se hace rica mediante la honestidad y el trabajo. Si uno se esfuerza y trabaja mucho, encontrará espacio suficiente para estar arriba. La pobreza y los impedimentos son una sentencia impuesta no por el destino, sino por la indolencia o negligencia.
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Estos tres elementos del imaginario burgués (en otras palabras, la ideología del «sentido común» burgués) hoy están en crisis. Por lo tanto, no es solo la socialdemocracia la que se encuentra en dificultades. El imaginario burgués también lo está.
Hoy sabemos que es imposible lograr un aumento infinito de la producción, que la Tierra –el hogar de todos nosotros– no lo resistiría. Sabemos que es necesario actuar con mucho cuidado para que nuestros nietos puedan sobrevivir en el planeta. Este segundo punto abre un signo de interrogación, sobre todo porque el consumo actual ya alcanza un nivel de 150% (es decir, 50% más de lo que el planeta puede darnos sin generar su autodestrucción).
El tercer punto es el más trágico en términos del sufrimiento humano causado. Paradójicamente, los jóvenes que hoy tienen entre 16 y 25 años constituyen la generación con mayor nivel de educación en la historia y, al mismo tiempo, la generación con mayor nivel de desocupación. Es una gran desgracia. Millones de jóvenes que no saben qué hacer de sus vidas se sienten innecesarios y derivan hacia la violencia. Este fenómeno ha ido en aumento en los últimos años.
Los miembros de todas las generaciones de posguerra –«baby boom», x, y– tenían una característica en común: consideraban que el punto al que los habían llevado sus padres era apenas el punto de partida. «Aquí comenzamos y llegaremos mucho más lejos que mamá o papá». La generación actual es la primera que pasa noches sin dormir porque no está segura de poder mantener el estatus social heredado. Se trata de un cambio total del estado de ánimo, un cambio en las reglas de nuestra coexistencia intergeneracional.
Estos son los problemas a los que hoy nos enfrentamos. El hecho de que la izquierda, la socialdemocracia, haya permitido la victoria de la ideología burguesa en la batalla cultural resulta particularmente lamentable y humillante, sobre todo porque lo ha hecho en un momento en el que se agrava cada vez más la crisis de esa ideología. Y la socialdemocracia es incapaz de explotar esa circunstancia favorable.
La desgracia de la socialdemocracia actual es que no hay una visión alternativa, una «utopía». Cuando el canciller Schröder señaló que no había una ecoNo
es solo la
socialdemocracia
la que se encuentra
en dificultades.
El imaginario burgués
también lo está n
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nomía capitalista o socialista, sino simplemente una economía buena o mala, produjo un retroceso en la historia. Es como si hubiera tirado la toalla: «Me rindo, no tengo nada que decir. Estamos todos en el mismo bando, todos nos proponemos lograr una buena economía». No se hizo ninguna referencia entonces al mensaje de ese imaginario burgués semiderruido.
Pues bien, finalmente ha llegado el momento de preguntarse por qué ocurrió esto. No conviene simplificar el problema; no se trata de haber elegido malos dirigentes o de que el partido sea malo. Dejemos de lado por un momento el despliegue mediático sobre corrupción, deshonestidad, etc., que reduce la moralidad de la política al nivel de la moralidad de los políticos. ¿Por qué la política es como es? ¿Por qué las cosas se desarrollan de manera contraria a la lógica?
Esto puede atribuirse a diversos factores. Comenzaré por el más obvio: la caída del Muro de Berlín, que pareció librar al mundo de la amenaza del totalitarismo y la aniquilación nuclear. Después de todo, aunque hoy Rusia tiene exactamente la misma cantidad de ojivas que tenía por entonces, ahora nadie se desvela por el estallido de una guerra. No es cierto que el miedo haya sido causado únicamente por la acumulación de ojivas nucleares. Había algo más: el mito de una sociedad alternativa. Existía la creencia generalizada de que la sociedad comunista había puesto de manifiesto los problemas frente a los cuales el Occidente capitalista se debatía en vano. ¿Cuál era el miedo? Si no se hacía algo para reparar la situación social en el mundo de la democracia capitalista, la gente se sublevaría en apoyo de esa alternativa.
De este modo, el comunismo intentó imponer una agenda en el resto del mundo: era necesario asumir tareas dirigidas a combatir la miseria, la humillación y las deficiencias, fortalecer el papel de la clase trabajadora en el proceso de creación de riqueza, promover el derecho de educación para todos y asegurar el cuidado de la salud.
La parte capitalista del mundo asumió esas tareas con la ayuda de la socialdemocracia, que avanzó en la dirección indicada con mucho más éxito que el propio comunismo (no tanto para promover el comunismo, sino para obstaculizar su camino). La situación de los trabajadores mejoró considerablemente, el nivel general de vida aumentó y las organizaciones sindicales fueron legalizadas. Así fue como la socialdemocracia cumplió la mayoría de los postulados que el comunismo había proclamado desde su ideología,
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pero sin ponerlos nunca en práctica. El politólogo italiano Roberto Toscano lo resumió con agudeza: «El comunismo fue algo muy bueno para todos, salvo para aquellos que tuvieron la desgracia de vivir bajo ese sistema».
Por lo tanto, la caída del Muro de Berlín tuvo consecuencias duales. El capitalismo se sintió libre en su propio terreno, y por primera vez en mucho tiempo el mundo comenzó a vivir sin una alternativa. Karl Jaspers dijo que temía cosas como la unificación de la humanidad o un gobierno mundial, ya que en ese caso no tendría adónde escapar. Precisamente eso es lo que ocurrió. Tarde o temprano, todos deben recorrer el mismo camino.
Durante los 30 años posteriores a la guerra, el nivel de desigualdad social comenzó a disminuir y la gente estaba segura de que esa era la tendencia. Sin embargo, la desigualdad volvió a aumentar gradualmente después de la caída del Muro. Desde 2007, 1% de los estadounidenses se apropió de 93% del valor agregado producido en su país, mientras que 99% de la población ha debido conformarse con el 7% restante. Estas cifras son alarmantes y habrían sido impensables durante los «gloriosos 30 años de posguerra».
En la actualidad, nuestra situación existencial aparece dividida. Por un lado, hay poderes liberados del control político; por el otro, tenemos una política que sufre un déficit crónico de poder.
Poder es la capacidad de hacer cosas. Política es la capacidad de decidir cómo deben hacerse las cosas. El matrimonio entre el poder y la política ha quedado destruido. Hoy vivimos el periodo de su divorcio. Es un grave problema para la socialdemocracia, porque desde los días de Lassalle siempre había sido obvia la respuesta cuando se preguntaba quién debía abordar las cuestiones sociales: era el Estado, provisto del poder y de las herramientas políticas para usar ese poder adecuadamente. Sin embargo, el poder liberado del control político puede guiarse por sus propios intereses. La política puede prometer mucho y de hecho lo hace, ya que los presidentes y los primeros ministros deben ganar elecciones. El problema es que luego no puede cumplir esas promesas; no tanto por mala voluntad o engaño, sino por el divorcio que existe entre el poder y la política.
Poder es la capacidad
de hacer cosas. Política
es la capacidad de decidir
cómo deben hacerse
las cosas. El matrimonio
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política ha quedado
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Otra causa de las actuales dificultades de la socialdemocracia es el descenso de la clase trabajadora, que en el pasado constituía su base política. No hay que hacerse ilusiones sobre la posibilidad de revertir esto. Hoy los trabajadores están atravesando el mismo proceso que experimentó el campesinado en el siglo xix. Hacia 1800, los campesinos representaban el 90% de la población; 100 años después, apenas eran 10% de los habitantes.
En Europa, el porcentaje de trabajadores ya está cayendo por debajo de 20%. Han desaparecido las grandes plantas industriales, que eran la cuna de la solidaridad: grandes y eficientes escuelas de solidaridad social, lugares donde todos marchaban hacia objetivos establecidos de manera conjunta. En la actualidad, el proletariado se está disolviendo en algo que los franceses llaman précarité. Se trata de la precariedad, es decir, la sensación de que estamos parados sobre un terreno inestable, de que vivimos sobre arenas movedizas y en un marco de incertidumbre crónica. Esta sensación de precariedad envuelve a una porción cada vez mayor de las clases medias. La diferencia es que la presencia en fábricas repletas de trabajadores, bajo un mismo techo y en la misma situación (con medición de tiempo y movimiento, como propuso Frederick Taylor, o en la cadena de montaje de Henry Ford, que colocaba a todos en una línea recta), implicaba otro tipo de escuela –fábrica– de solidaridad.
Hoy estamos en una situación totalmente diferente, en la que cada uno acosa al otro. Vivimos en escuelas –fábricas– de competencia y sospecha mutua. De acuerdo con la nueva filosofía gerencial, cada empleado está obligado a demostrar a sus supervisores que en la próxima tanda de despidos no deben echarlo a él, sino a su vecino. A diferencia del proletariado, la gente en situación de precariedad no desarrolla una tendencia hacia la solidaridad, excepto por la modalidad que yo denomino «explosiva» o «festiva». Es una solidaridad que no invita a unirse, sino que simplemente sirve para sincronizar el griterío. Lo que todavía no se sabe es cómo hacer para pasar de ese griterío a la transformación de las condiciones sociales.
En mi opinión, estas son las principales causas (aunque no las únicas) de los problemas que atraviesan los 70 partidos que se han reunido para homenajear a Ferdinand Lassalle. Parafraseando a Gramsci, podría decirse que esto no genera nada, excepto la necesidad de una nueva batalla cultural. El imaginario viejo, desgastado y poco realista debe ser reemplazado por otro. Es un trabajo que llevará muchos años.
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Es necesaria una nueva batalla cultural
Me gustaría finalizar con una confesión. A veces siento lo mismo que debieron haber sentido los primeros socialistas en el siglo xix. En aquel entonces, eran una pequeña minoría situada al margen de la vida política. No se trataba de ganar elecciones, ni siquiera de participar en ellas. Los más valientes, como Lassalle, decidieron trabajar desde muy abajo; pusieron manos a la obra y emprendieron la tarea con energía. No esperaron a que la solución de los problemas sociales cayera del cielo. Se prepararon para sostener una larga y agotadora polémica frente al típico modo de pensar de esa época. No digo que debamos volver a empezar desde ese mismo punto. Solo quiero mostrar la similitud entre la situación actual y la situación en la que Ferdinand Lassalle combatía las opiniones predominantes en esos días. No coincido con los optimistas que creen que vivimos en el mejor de los mundos, ni con los pesimistas que temen que los optimistas tengan razón. Prefiero incluirme dentro de una tercera categoría: la de la gente esperanzada, que cree que es posible lograr un mundo más hospitalario que el actual.
Al igual que nuestros antecesores de hace casi 200 años, hoy somos como semillas a partir de las cuales deberán crecer poderosos robles. Todas las mayorías comenzaron siendo minorías; minorías que causaban risas y burlas. Afortunadamente para nosotros y para el resto de la humanidad, al menos podemos ser semillas con capacidad para pensar y elegir. Las tareas a las que nos enfrentamos no pueden ser cumplidas entre el día de hoy y la fecha de las próximas elecciones.
La construcción de un mundo más hospitalario no es una taza de café instantáneo: hay que esperar para ver los resultados. En este caso, no hay nada instantáneo. Sin embargo, nadie puede garantizar el éxito de antemano. La diferencia entre el fracaso y el éxito estará dada por la presencia o ausencia de una perspectiva a largo plazo, acompañada de una dosis adecuada de paciencia, una gran determinación y una esperanza duradera o incluso inmortal.