domingo, 9 de febrero de 2014

Instalan nueva cámara municipal de Palavecino

Instalan nueva cámara municipal de Palavecino

GOBERNAR EN VENEZUELA: LA ESTRATEGIA DE CULPAR AL OTRO.

Gobernar en Venezuela: la estrategia de culpar al otro; por César Batiz

Por César Batiz | 8 de Febrero, 2014
“¡Les voy a dar hasta el lunes que viene! Si los encontramos violando la ley, tomaremos las medidas más radicales que haya que tomar”, amenazó el Presidente de la República, Nicolás Maduro, a los empresarios y comerciantes. Se refería ese martes, en el acto de conmemoración del 4 de febrero, a la Ley de Costos y Precios Justos, nueva arma en medio de una guerra iniciada en noviembre contra los especuladores, empresarios y comerciantes del sector privado a quienes la vocería oficial del Gobierno culpa de la escasez de alimentos e inflación.
Pero para el Ejecutivo Nacional la responsabilidad recae en otros. No sólo en el caso de la escasez y la inflación. Los raspacupos son los señalados de la crisis de divisas. En el caso de los apagones, apunta a los derrochadores de energía y los saboteadores. De la corrupción, al capitalismo. Cuando se agotan los recursos, corresponde adjuntar los pecados a los cuarenta años de la Cuarta República. Así, con esa formulación discursiva, el poder administra las culpas sin llegar a tocar los 15 años de revolución chavista.
“El Gobierno actúa reactivamente y echa la culpa a otros”, sentencia Jesús Seguías, presidente de Dantin Corp y consultor político, quien reconoce que Maduro se encuentra en “su legítimo derecho de intentar mantenerse en el poder y demostrar que puede hacerlo bien”. Asegura que en medio de ese propósito usa el viejo truco de buscar un enemigo interno.
Del totalitarismo y la banalización. Jairo Lugo, profesor venezolano en la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, cita a expertos como Herman Finner (quien en 1941 escribió el libroResponsabilidad Administrativa y Gobiernos Democráticos)  y Carl J. Friedrich (catedrático de Harvard que analizó sistemas populistas con tendencia totalitaria, como el nazismo) para sustentar que un gobierno que no puede cumplir sus promesas ni ser eficiente debe buscar un chivo expiatorio. “Esa ineptitud de la gestión actual, si seguimos la lógica de los autores citados, se debe fundamentalmente a su estructura interna, caracterizada por una tendencia totalitaria que deriva de la tradición militar y marxista del movimiento revolucionario bolivariano”, puntualiza Lugo.
Desde otro ángulo, Orlando Villalobos, profesor de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Zulia y director del Centro de Investigación de la Comunicación e Información (Cici), considera que “la oposición banaliza lo que ocurre y propone una lógica de lo que sucede desde una óptica simplificadora. Se desacredita cualquier política gubernamental y se obvia, como dice el filósofo y sociólogo Edgar Morín, que estamos frente a una complejidad que no permite separar lo que está tejido junto. Nos hallamos en una coyuntura en la cual resulta inseparable lo económico, político, sociológico y afectivo”.
Pero las críticas a la gestión se dejan escuchar más allá del redil opositor. Los anuncios en política cambiaria realizados la semana del 24 de enero por parte del ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, y el presidente del Centro de Comercio Exterior, Alejandro Fleming, provocaron que sectores afectos al chavismo expresaran a través del portal Aporrea su rechazo a la vocería oficial. Como muestra, un botón. “Ministro Rafael Ramírez, no intente mojonearme”, escribió Neftalí Reyes. La colaboradora de ese medio, Ana López, preguntó: “¿Y dónde están los responsables de la mega estafa de Cadivi?”, mientras que Carmen Elisa Duarte espetó en su artículo “Soy una raspacupo, ¿y?”, todas expresiones de rebeldía ante la administración oficial de la culpa.
Dos días antes de la alocución del 4 de febrero, y también en medio de otro acto conmemorativo para el oficialismo por los 15 años de la llegada al poder del chavismo, el Presidente dijo: “Pónganse en mis zapatos. A los criticones de oficio los llamo a la reflexión. Yo sé a quién le estoy hablando”, expresión que recogió el director del diario Tal Cual, Teodoro Petkoff, en un editorial, para agradecer “la ingenua sinceridad de quien admite, sin tapujos ni esguinces, que el cargo le queda grande”.
El viejo truco. Recuerda Seguías que durante la llamada Cuarta República, el presidente entrante y su equipo solían culpar a la administración anterior en los primeros años de gestión. De ahí expresiones como la del ex presidente Luis Herrera Campins cuando anunció en 1979 aquel “Recibo un país hipotecado”.
La particularidad del chavismo es que en su discurso, tras 15 años de gestión, la responsabilidad de las promesas incumplidas, como la transformación carcelaria o la evolución a una economía que se aleje del modelo rentista, corresponde a quienes gobernaron los 40 años anteriores.
Precisamente, tanto Seguías como Lugo coinciden en señalar el fracaso del modelo económico de la revolución, el cual fue sostenible hasta ahora gracias a la renta petrolera. Para el presidente de Dantin Corp, ésa es una situación que heredó el presidente Maduro y por eso está obligado a manejarse de forma que logre defenderse de los enemigos dentro del chavismo, más que de la oposición, la cual presenta un poder menguado en un año sin elecciones. ”El mandatario en el fondo debe tener la percepción política de que ellos son responsables de la corrupción y que la burguesía parasitaria nació en el seno de la revolución “, enfatiza Seguías antes de agregar que el Presidente “sabe que debe dar un viraje, pero el problema radica en cómo hacerlo sin daños”.
Lugo aprecia la intención gubernamental de apuntar a una gestión más tecnocrática que ideologizada, pero “su propia debilidad política lo ha hecho radicalizarse y por ende sigue excluyendo a los mismos agentes que le podrían dar un poco más de eficiencia”. Ante esta circunstancia, en opinión del profesor de la Universidad de Sheffield, Maduro y su equipo reparten culpas entre ciudadanos e instituciones.
Para Villalobos la situación resulta aún más compleja que evadir o adjuntar responsabilidades de una forma simplificada. El catedrático considera que la sociedad venezolana toda se enfrenta a un inmenso reto de cambio en una cultura que “justifica el raspacupo, el ‘bachaqueo’ de alimentos y de gasolina; que racionaliza el contrabando y justifica la fuga de capitales, en una especie de sálvese quien pueda, antes de que nos dé alcance el capitalismo salvaje o esa desdicha que anda suelta llamada crisis”

¿ Cómo se democratizan los regímenes híbridos como el de Venezuela?

El Faro: ¿Cómo se democratizan los regímenes híbridos como el de Venezuela?

FaroPor: Benigno Alarcón / 06-02-2014
El pasado domingo 2 de Febrero un grupo de líderes políticos, entre los que destacan María Corina Machado, Antonio Ledezma y Leopoldo López, convocaron a una Asamblea de calle en la Plaza Brión de Chacaíto para proponer el inicio de una nueva etapa en la oposición a la que denominaron ¨LA UNIDAD EN LA CALLE¨ y ¨LA SALIDA¨, para hacer referencia a un giro no electoral de la lucha política. ¿Es ésta propuesta ingenua o contraproducente como denuncian, intuitivamente, algunas de las voces de la crítica ilustrada de la oposición, o es esta una propuesta con sentido?
Creo que la mejor forma de contestar esta pregunta es apartándose de la racionalización de lo que queremos creer, para revisar, con una dosis de humildad y apertura intelectual, cómo han sucedido las transiciones en otros países gobernados por dictaduras cerradas o por regímenes híbridos, como lo es éste con el que tenemos que lidiar en Venezuela.
En 1994 un importante y conocido libro sobre transiciones a la democracia llamado “La Tercera Ola” fue publicado por Samuel Huntington. En este estudio, Huntington describe la forma en que los procesos de democratización se habían producido en el mundo a partir del golpe de estado de Portugal en 1974 y el inmediato llamado a elecciones, en lo que se conoció como la Revolución de los Claveles.
Huntington hace importantes contribuciones a la comprensión de las transiciones a la democracia, pero dos de las más significativas tienen que ver con la forma en que la democracia se va imponiendo progresivamente en el mundo. Observa este autor que los procesos de democratización se han dado por avanzadas progresivas en el mundo, a las que él llama “olas”, de ahí el nombre de su libro, aunque después de cada una de ellas ha habido retrocesos puntuales en los que algunos países han vuelto a regímenes de gobierno autoritarios por debilidad institucional, guerras internas, insatisfacción con los resultados de la democracia, o por manipulaciones del sistema que han permitido el uso de la soberanía popular para ponerla a la orden de regímenes sin vocación democrática, como de hecho ha sido el caso de Rusia tras la Perestroika; Ucrania tras la revolución Naranja que hoy trata de re-editarse y la misma Venezuela después de cuarenta años de una democracia que parecía sólida y estable y demostró no serlo.
La segunda observación importante de Huntington que interesa destacar está en la diferencia entre la forma en que se han producido las democratizaciones entre la primera y la tercera ola. Huntington identifica la Primera Ola de Democratización en el período comprendido entre 1826 y 1926, en el cual muchos países alcanzaron la democracia como resultado de haber triunfado en sus guerras de independencia en lo que fue un período importante de descolonización. Posteriormente, entre 1943 y 1962, durante la Segunda Guerra Mundial y durante lo que fue el período de mayor tensión de la Guerra Fría, otro importante grupo de países entraron a engrosar la lista de países democráticos como resultado de su independencia tras ser descolonizados, o por imposición extranjera tras haber sido derrotados en la guerra. Finalmente, Huntington identifica un nuevo período de democratización, La Tercera Ola, que se inicia en 1974 con el golpe de estado perfecto y sin sangre y el inmediato llamado a elecciones en Portugal (Revolución de los Claveles). Este período que Huntington no llega a cerrar, y por ello algunos autores piensan que no ha concluido mientras otros ubican los procesos actuales que se vienen desarrollando en el Medio Oriente y el Norte de África (Sahara Occidental, Egipto, Túnez, Argelia, Bahréin, Libia, Jordania, Mauritania, Sudán, Omán, Yemen, Arabia Saudí, Siria, Líbano, Marruecos, Yibuti, Irak, Somalia, Irán y Kuwait), también conocidos como la ¨Primavera Árabe¨, en el inicio de ¨La Cuarta Ola¨, se caracteriza fundamentalmente por la socialización de los procesos de transición. En otras palabras, los procesos de transición democrática no son impuestos por fuerzas internas, y ni tan siquiera por pequeñas élites locales, sino que por el contrario son procesos sociales en donde el protagonismo cae principalmente sobre la sociedad y su éxito depende en esencia de la participación de la gente en estos procesos.
¿Cómo y quiénes producen las transiciones a la democracia?
Otro importante autor, Juan Linz, hace una interesante categorización que trata de explicar cómo estas transiciones se producen al reconocer que existen tres tipos básicos que dependen del balance de poder entre el gobierno y la oposición, y la forma en que estos dos sectores interactúan entre ellos. Linz llama a estos tres tipos de transición: Ruptura, Reforma y Ruptforma. Analicemos en qué consiste cada uno:
a) Ruptura: Linz incluye dentro de esta categoría a aquellos procesos en donde la oposición lidera las iniciativas democratizadoras y la élite gubernamental colapsa y termina siendo expulsada del poder. Al contrario de lo que mucha gente cree, las rupturas son la forma menos frecuente de transición, e incluso, cuando se dan, los remplazos en el poder no suelen completarse y lo que normalmente se presentan son cambios de liderazgo dentro del mismo régimen autoritario, bien sea por golpes de estado de militares a militares con poder, arreglos internos, traspasos de posición entre miembros de la élite gobernante en regímenes de partido único, o sucesiones por la muerte del líder en regímenes personalistas.
Para que estos procesos se produzcan es necesario que la oposición goce de niveles muy importantes de legitimidad y poder, así como de una gran capacidad organizativa, mientras que la élite gobernante se encuentra en un proceso de franco declive de su legitimidad y de pérdida de toda su capacidad de maniobra política. Los casos de ruptura suelen darse en situaciones altamente radicalizadas en donde no existen actores moderados dispuestos a las reformas dentro del gobierno o éstos son muy débiles, mientras quienes tienen el poder real están más radicalizados y solo cuidan de mantener el status quo. En los casos en los que se han presentado rupturas, la Fuerza Armada ha sido un factor fundamental por ser el más importante soporte de los regímenes autoritarios. La pérdida de apoyo del sector militar manifestada en forma activa (apoyo a la oposición o golpe de estado) o pasiva (resistencia a identificarse y tomar partido por el gobierno, o a usar la fuerza contra la población civil), ha sido siempre necesaria para lograr el remplazo de regímenes autoritarios mediante una ruptura. Uno de los mejores ejemplos es el de la Revolución de los Claveles en Portugal.
b) Reforma: También conocida como transformación, fue hasta 1990 la forma más común de transición. Este tipo de transiciones se presenta en aquellos casos en que el gobierno es más fuerte que la oposición, pero las élites en el poder han decidido iniciar el proceso democratizador que es controlado desde el mismo gobierno y dosificado a su conveniencia. Este tipo de transiciones ocurre normalmente en regímenes que aún gozan de una gran fortaleza, en muchos casos gobiernos militares o autoritarismos sólidamente establecidos que mantienen altos niveles de respaldo público.
Pero, ¿por qué regímenes sin amenazas reales a su hegemonía deciden permitir procesos de transición?. Han existido varias razones, entre las cuales pueden enumerarse las siguientes:
1. Los reformistas en el gobierno comienzan a temer por su sustentabilidad en el mediano o largo plazo y los potenciales costos de mantenerse en el poder, lo que hace deseable preparar el terreno para una salida honrosa, mientras aún tienen el poder para negociar y controlar las condiciones bajo las cuales permitirían cambios en el poder. Un buen ejemplo es la transición mexicana tras casi 60 años de monopolio del poder;
2. En muchas ocasiones, la apertura del régimen se produce frecuentemente bajo la convicción equivocada de que no se perderá el poder y servirá para dividir a la oposición y re-legitimarse. La reforma emprendida por el gobierno de Pinochet tras la pérdida del referéndum es un buen ejemplo de esta situación;
3. En otras oportunidades el gobierno acepta emprender reformas tratando de alcanzar ciertos beneficios, tales como reducir el peso de sanciones internacionales, disminuir la presión internacional, obtener recursos de los organismos multilaterales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional). El reciente caso de Irán tras la derrota electoral de Ahmadinejad es ilustrativo de esta situación;
4. En otros casos, no menos frecuentes, la elite gobernante percibe que el actual régimen es insostenible en el mediano plazo y su país se encuentra listo para asumir la democracia, y desean ser los protagonistas del proceso, controlando la transición, lo que reduce los riesgos asociados a la pérdida de control sobre el proceso. Un excelente caso que ilustra esta situación es él de la transición a la democracia española tras la muerte de Franco.
c) Ruptforma: Este vocablo ideado por Juan Linz para combinar los dos tipos anteriores, ruptura y reforma, describe una forma de transición que es hoy en día la más frecuente. En estos casos las transiciones a la democracia son producto de la acción conjunta de gobierno y oposición. Ello es posible cuando quienes están en el poder perciben que el status quo del gobierno es ya o puede ser en el corto plazo precario, por lo que los actores dominantes del gobierno reconocen la imposibilidad de mantenerse en el poder en el mediano plazo y están dispuestos a negociar la transición para evitarse lo que podría ser un desenlace fatal. Para que esto sea posible es necesario que los actores con mayor poder tanto del lado del gobierno como de la oposición estén dispuestos a asumir posiciones moderadas que les permitan negociar.
Para que tal escenario sea posible es necesario que los radicales del lado del gobierno no tengan la capacidad para controlar una potencial escalada del conflicto, así como la de que los actores extremos de la oposición no sean lo suficientemente fuertes para expulsar al gobierno unilateralmente, por lo que ambas partes terminan por aceptar las ventajas de una transición negociada. El proceso avanza cuando se ha generado la confianza necesaria entre actores claves en ambos lados para que el riesgo de negociar luzca menor al riesgo de la confrontación para ambas partes.
Cuando hablamos de actores claves tanto en el gobierno como en la oposición, nos referimos, básicamente, a aquellos individuos o entidades que son capaces de garantizar alternativas mejores a las que las partes pudiesen conseguir si no aceptan negociar. En tal sentido, tanto del lado del gobierno como de la oposición son actores claves aquellos que gozan de mayor legitimidad y/o tienen el poder y los recursos (humanos y/o materiales) para imponer, por la fuerza si fuese necesario, un proceso electoral y sus resultados. Es así como tradicionalmente todos los procesos de transición, en mayor o menor medida, suelen ser consecuencia de importantes divisiones dentro del régimen autoritario mismo, principalmente entre actores moderados y radicales (O’Donnell y Schmitter, 1989), lo que implica la separación de la élite gubernamental de actores que controlan determinados espacios de poder.
El siguiente cuadro nos permite comprender la frecuencia con que estos tres tipos de transiciones se han dado entre los años 70 y el día de hoy (colocamos entre paréntesis procesos de transición aún sin consolidarse):
Procesos
Régimen de Partido Único
Régimen Personal
Régimen Militar
Oligarquía Racial
Reforma
16 países
Taiwán, Hungría, México, URSS, Bulgaria
España, India, Chile
Turquía, Brasil, Perú, Ecuador, Guatemala, Nigeria Paquistán, Sudan
 
Ruptforma
21 países (+2 en proceso)
Polonia, Checoslovaquia, Nicaragua, Mongolia, Ucrania, Georgia, Bulgaria.Eslovaquia
Nepal, Croacia, Serbia, Kirguistán, Túnez, (Egipto), Túnez, (Yemen)
Uruguay, Bolivia, Perú, Honduras, El Salvador, Corea
Sudáfrica
Ruptura
países (+ 1 en proceso)
Alemania Oriental
Portugal, Filipinas, Rumania, (Siria)
Argentina, Grecia
 
Intervención
3 países (+2 en proceso)
Grenada, (Afghanistan)
Iraq, (Libia)
Panamá
 
El espacio disponible nos obliga a parar aquí esta semana, pero nos dedicaremos la próxima a concluir, en base a lo hasta ahora dicho, si lo que María Corina Machado, Antonio Ledezma y Leopoldo López han llamado ¨la Unidad en la Calle¨ tiene algún efecto real posible sobre las probabilidades reales de encontrar ¨La Salida¨.