miércoles, 12 de marzo de 2014

VENCER O MORIR, NECESARIO ES VENCER.

Vencer o morir, necesario es vencer

La GNB es y ha sido un cuerpo mercenario desde su fundación al servicio del Estado venezolano, independientemente del gobierno civil o militar que esté al frente de dicho Estado.
La GNB es y ha sido un cuerpo mercenario desde su fundación al servicio del Estado venezolano, independientemente del gobierno civil o militar que esté al frente de dicho Estado.

José Vicente Rangel Avalos y el Ministerio del Interior desarrollaron públicamente acuerdos y alianzas con las bandas criminales otorgándoles la concesión para el control social de sus territorios

Grupo de Estudio Jesús Alberto Márquez Finol “Motilón”
 / Soberania.org
Lo que se vive hoy en Venezuela en medio de estas protesta y manifestaciones es la lucha contra la imposición de unEstado asentado en lo militar, policíaco y delictivo en todas los órdenes y esferas de dicho Estado, en medio de un clima social que amenaza con una rebelión popular.
Lo característico en la política y acción del gobierno es que ha hecho presente en las actuales protestas y manifestaciones el uso abierto, público y legalizado, de las bandas de criminales, especialmente motorizadas en unión de la GNB para la represión y control del llamado “Orden Público”. Una gran cantidad de dichas bandas están dirigidas, integradas o formada por policías y militares en alianza o bajo la dirección de la Guardia Nacional Bolivariana, con militantes y dirigentes del PSUV, tal como se evidenció en el estado Lara con la intercepción de grupos de la Guardia Nacional, motorizados, donde iba Gabriel Guerrero, concejal y dirigente del PSUV en la región.
Hoy en Venezuela no existe una banda de importancia, un traficante de droga o ladrones de carros que no esté vinculado a un organismo policial o no tenga una relación con policías, militares, fiscales o jueces. Esto para no hablar de la Banda de los Enanos, el Cártel de los SolesCADIVI, el SITME, el Fondo Chino, Bandes o la de los comisarios del CICPC yPolicía Nacional.
La diferencia de la situación actual de Venezuela con respecto a Colombia o México es que allí existe, como se dice, la“libre competencia” entre las bandas criminales y los cárteles de la droga, que aun teniendo relaciones con las policías y ejércitos respectivos, el Estado como tal todavía conserva una relativa política de “lucha contra el delito”La razón es que en dichos países aun existe una fuerte burguesía que controla al Estado, sin descartar que ellas también tengan relaciones con la industria del crimen.
No olvidemos que una rama importante de esa industria del crimen -la segunda a nivel mundial luego del petróleo- es precisamente la evasión fiscal, el robo al tesoro público y el lavado de dinero. Es evidente que una industria que a nivel mundial mueve más de 1.500 millones de dólares diarios necesita del aparato financiero de bancos, bolsas y, sobre todo, paraíso fiscales para movilizar tamaño volumen de dinero y que necesariamente está ligada a los Estados.
Esta relación del dinero y el capital con el crimen no nos debe asombrar, ha sido una características del capitalismo desde su nacimiento en la época de la llamada Acumulación Originaria de Capital (tráfico de esclavos, piratas y corsarios, genocidios, guerras coloniales, guerras del opio, etc., etc.) y lo va acompañar hasta su derrumbe. Sabemos que el capital todo lo convierte en negocio y mercancía, entonces, ¿por qué extrañarnos que la seguridad pública y el orden, y control social se privaticen y se le otorgue esa parte del negocio a las bandas de criminales? Acaso la guerra enIrak nos es llevada adelante, en una gran parte, por compañías militares privadas y mercenarios.
El caso de los pranes en las cárceles, es un ejemplo de privatización de las cárceles. Igualmente el dominio territorial de bandas donde la policía solo ejerce función de supervisor, es otro ejemplo de la misma política. Esta política criminal de control social apoyándose en bandas ha sido desarrollada públicamente a los ojos de todos, son las llamadas: Guardia Nacional del Pueblo, las policías comunales, el Poder Comunal, Patria Segura, la inteligencia social, etc., sin olvidar que es una obligación de todo militante del PSUV servir de confidente o sapo de los órganos policiales y militares, especialmente con el SEBIN y GNB.
En enero pasado a raíz del asesinato de Mónica Spears, el gobierno escaló un peldaño más en esta política delictiva. José Vicente Rangel Avalos y el Ministerio del Interior desarrollaron públicamente, bajo el pretexto del desarme, acuerdos y alianzas con las bandas criminales (recuérdense los sucesos de Ocumare del Tuy, cuando matan a uno de los jefes de banda que era miembro de esa comisión de paz y desarme), otorgándole a dichas bandas la concesión para el control social de sus territorios.
Precisamente estas medidas y acuerdos con las bandas criminales en enero son los antecedentes más inmediatos de lo que hoy se denuncia en todo el país, convertidas y decretadas como políticas de Estado por el propio Maduro. En efecto, el pasado lunes 24/02/2013, Maduro desde Miraflores le dio el apoyo y la orden final a las bandas motorizadas para que “defendieran la revolución y garantizaran la paz”. Sencillamente se puso en marcha una nueva ofensiva contra las clases medias y manifestantes. En Aragua, esa noche en el mismo momento que Maduro convocaba a la conferencia de Paz, eran saqueados 25 negocios precisamente por bandas de motorizados que actuaron con total impunidad y protección policial, como lo han hecho desde hace mucho tiempo.
En Venezuela no hay lucha de cárteles, ni de bandas, porque aquí hoy el Estado y su gobierno son la única banda con miles de filiales, subsidiarias y sucursales en todo el país y en todos los estratos sociales. La última medida tomada por el gobierno delictivo dentro de esta ofensiva militar fue la creación y activación de la “Unidad Especial de Seguridad y Protección a Personalidades de Estado” y del “Regimiento de Seguridad Waraira Repano (Reswar)”. Decisiones publicadas en la Gaceta Oficial N 40.363 del martes 25 de febrero, por disposición del presidente Nicolás Maduro, a través del Ministerio de Defensa.
Como vemos, el gobierno se prepara y sus personeros se protegen para lo que está detrás de todo este clima de protestas y manifestaciones: LA REBELION POPULAR, el único y verdadero enemigo que existen para el Estado y el capital. Lo insólito fueron los argumentos esgrimidos para crear estos nuevos aparatos de violencia:
“Esta nueva unidad de seguridad se creó luego de que el presidente de la Televisora Social (TVes), Winston Vallenilla, denunció en cadena nacional que él y su familia han sido víctimas de agresiones y que éstas se iniciaron cuando declaró su tendencia política abiertamente. La medida también es tomada después de que el presidente de la República, Nicolás Maduro, declarara sobre varios intentos de magnicidio”. El universal, miércoles 26 de febrero de 2014.
No son precisamente los Tupamaros, ni la Piedrita los colectivos que están al frente de esas acciones, son sencillamente bandas de criminales, especialmente motorizadas, las que operan directamente junto con la Guardia Nacional Bolivariana. En algunos estados se han identificado como tupamaros por cuanto efectivamente esa organización se convirtió en una vulgar franquicia política, igual que REDES (Juan Barreto), y sin ninguna base ideológica o política; sencillamente vendieron las siglas y nombre en varias regiones donde obtuvieron puestos públicos en las pasadas elecciones y en esas regiones sencillamente se integraron “políticos de dudosa procedencia” que se apoyan en bandas y simples delincuentes. Esto no indica, en absoluto, que se absuelva la labor y posición de dichos grupos, igualmente son colectivos al servicio de un gobierno militar-policíaco.
Pero debe quedar claro, los verdaderos colectivos armados no son los que se denuncian, son las bandas criminales, mafias y bandas sindicales que existen en los barrios del país y centros de trabajo, especialmente la construcción y en los estadosBarinas y Bolívar, y que desde hace años operan como criminales, sicarios o “políticos” bajo la dirección del gobierno y, especialmente, de la Guardia Nacional BolivarianaLa GNB es y ha sido un cuerpo mercenario desde su fundación al servicio del Estado venezolano, independientemente del gobierno civil o militar que esté al frente de dicho Estado.
La situación del actual modelo de Estado de Venezuela, se diferencia con relación a otros países, como  México –donde acaban de capturar y matar al Chapo Guzmán- o en Colombia, que pese a todo lo reaccionario del Estado colombiano, han sometido a juicio y prisión a militares, paramilitares, políticos y delincuentes. Es ellos aun la burguesía es fuerte y se ha reforzado con los lazos y asociaciones con el capital internacional, especialmente en México. Aquí en Venezuela la burguesía ha sido una burguesía parasitaria, delictiva. Ella ha sido precisamente una burguesía Rentista que ha vivido toda la vida del gasto público, especialmente de la llamada corrupción, que no es otra cosa que la transferencia de capital público (Renta Petrolera) a manos privadas.
Aquí en Venezuela la burguesía vive del Estado y su gasto publico. En gran medida la burguesía en Venezuela es un producto del Estado. En otros países es la burguesía la que crea al Estado, aquí la burguesía moderna venezolana nace como un verdadero parásito alrededor del Estado. La actual situación de la  falta de dólares para las importaciones es la mayor prueba del papel y la esencia de esta burguesía que  a lo largo de más 60 años no ha sido capaz de crear una industria competitiva y exportadora, que se autodesarrolle, pese a ser una nación petrolera: el principal producto industrial y materia prima del mundo. Lo mismo podríamos decir de los casos de CADIVI y el SITME, las ganancias principales de los bancos y la burguesía importadora en este período han salido de esas fuentes públicas, en estrecha alianza y complicidad con la burocracia civil y militar.
Y no puede ser de otra manera, la burguesía industrial y la parásita están muy consciente, AQUÍ LOS REALES ESTÁN HECHOS, SE LLAMA RENTA PETROLERA, PRODUCTO DEL TRABAJO DE 100.000 HOMBRES Y MUJERES QUE PRODUCEN 100.000 MILLONES DE DOLARES ANUALES. UNA VEZ QUE EL CAPITAL PETROLERO Y BANCARIO TOMA SU PARTE DEL LEÓN A TRAVÉS DE COSTOS Y GASTOS, LA LLAMADA RENTA PETROLERA QUEDA EN MANOS DEL ESTADO Y SE CONVIERTE EN LA PELEA A CUCHILLO POR SU APROPIACIÓN POR PARTE DE POLÍTICOS Y EMPRESARIOS. ESTA LUCHA ENTRE CAIMANES DEL MISMO POZO ES LO QUE SE LLAMA POLITICA EN VENEZUELA. 
La lucha por repartirse las migajas de la Renta Petrolera es la esencia de todas las luchas políticas en Venezueladespués de la muerte de Gómez. El surgimiento de una burguesía a partir del Estado, en el siglo XX a partir del llamado”socialismo realmente existente”, de las guerras de liberación nacional o de las independencias otorgadas por los imperios coloniales, ha sido el nuevo  camino para que en estos países “atrasados” con relación a otros, se desarrollara el capitalismo, tal como sucede hoy en Rusia, China y la IndiaEn todos estos países los recursos del país, incluyendo propiedades y activos de reyes o extranjeros, pasaron a manos del Estado y desde allí fueron administrados por las burocracias estadales que terminaron transformándose en las nuevas burguesías, tal como sucedió con los Doce Apóstoles de CAP I o con nuestra actual Boliburguesía, asociada por una y mil vía con los banqueros y capital privado.
Hoy es evidente que el nuevo modelo de Estado impuesto por Chávez y el partido militar es sencillamente UN ESTADO DELICTIVO, INTEGRADOS LITERALMENTE POR DELINCUENTES DONDE HA SIDO PRIVATIZADO EL PETROLEO Y SE INTENTA PRIVATIZAR EL ORDEN PUBLICO Y LA SEGURIDAD, NO SOLO DESDE ARRIBA: POR LAS BANDAS COMO EL EJERCITO, POLICIAS, JUECES, FISCALES, ASAMBLEAS NACIONAL, ETC, QUE GARANTIZAN LA TOTAL IMPUNIDAD DE TODOS SUS INTEGRANTES Y POR ABAJO: LAS BANDAS DELICTIVAS, PRANES A SU SERVICIO Y LOS MILLARES DE HOMBRES Y MUJERES QUE COMO EL  ANTIGUO LUMPEN ROMANO VIVEN DEL ESTADO.
Y esto hay que tenerlo presente a la hora de cualquier análisis y programa de transformación o proyecto de país. El mal llamado chavismo, como el fascismo alemán, SON FENOMENOS DE MASAS QUE NO PUEDE SER DERROTADO CON MESAS DE DIALOGOS, ORACIONES O LLAMADOS A LA PAZ, NI SIQUIERA CON RAZONES, NI LOGICA.
UN DELINCUENTE ES UN DELINCUENTE, COMO UN FANATICO ES UN FANATICO, NO IMPORTA QUE SEA POLITICO O RELIGIOSO, EN ELLOS NO HAY LOGICA, NI RAZONAMIENTOS, NI ARGUMENTOS. PARA EL DELINCUENTE SU ACCIONAR SE LIMITA A DECIRTE: EL DINERO O LA VIDA. LOS QUE QUIEREN ES LO QUE LLEVAS ENCIMA Y NO TIENEN NADA QUE ESCUCHARTE. PARA EL FANATICO POLITICO LA PALABRA DEL LIDER O DEL PARTIDO SON TODA Y LA UNICA VERDAD, PARA EL CREYENTE SOLO HAY LA FE EN LA EXISTENCIA DE UN SER SUPREMO Y DE UN INFIERNO ETERNO PARA EL QUE NO CREA O DUDE DE LA EXISTENCIA EN DICHO SER.
A diferencia del fascismo alemán, el llamado chavismo es la movilización no de las clases medias, sino del producto histórico-social más común del capitalismo en esta época: el creciente desempleo absoluto o disfrazado, la exclusión y el marginamiento social. No es Chávez el que ha creado al chavismo, es la derrota y descomposición de la clase trabajadora, incluyendo sus sectores medios, el propio desarrollo del capital, lo que genera cada día centenares de hombres y mujeres que son desclasados y transformados no solo en lumpen proletario, como los pranes y jefes de bandas, sino en un lumpen burgués, como los diodados, maduros, jauas y compañía. De que el chavismo son los adecos del siglo XXI expresa sencillamente que son las mismas masas en dos épocas distintas del desarrollo social y económico del país.
La guerra civil que por 12 años se ha ocultado bajo el manto de la inseguridad y la delincuencia, y que ha causado más de 180.000 asesinatos, hoy se asoma y se convierte en un instrumento de este gobierno para la imposición final de este modelo de Estadoque no tiene nada que ver con socialismo, pero si mucho que ver con rasgos y expresiones del fascismo, bonapartismo y sobre todo con el neo-maltusianismo, para sorpresa de muchos.
En la conferencia por la paz, del 26/02/2013, el único y verdadero empresario, fue Lorenzo Mendoza (aparentemente no había un solo banquero) que habló como todo un burgués, con claridad de sus intereses y dándoles una lección capitalista de la relación entre lo individual y lo colectivo. Los otros empresarios que hablaron como políticos eran precisamente el “sociolisto” Pérez Abad y Jorge Roig, expresiones de esa capa parasitaria que vive del gasto público y no precisamente desarrollando industrias, pero si cogiendo los dólares, créditos y subsidios.
Esta conferencia para la paz no fue otra cosa que las amenazas abiertas y veladas de Aristóbulo, Diosdado y Jorge Rodríguez de lanzar el “pueblo” a la calle. No fue ninguna conferencia de paz, sino el más vulgar ultimátum de guerra del gobierno contra toda una manada aterrorizada: o nos apoyan para lo que está en marcha, desabastecimiento, devaluaciones, inflación, estancamiento económico, aumento de tarifas y unidos controlamos la rebelión popular que se está incubando, que puede estallar con el obligado aumento de la gasolina, o sencillamente lanzamos a la calle a las bandas organizadas como primera línea de fuego, apoyadas por la Guardia Nacional Bolivariana, y Uds. serán los responsables de la violencia y la guerra civil que viene. Así de simple, fue toda la esencia de la fulana conferencia de paz. Un vulgar ultimátum, donde Maduro recordando a Al Capone, pensaba “Se logra más con una pistola y una palabra, que con una palabra solamente”.
Lo que sucede en Ucrania, Grecia, Siria, Irak o Venezuela con sus muertes y asesinatos desde los gobiernos contra la población, ni le preocupa, ni le duele al capital financiero; para ellos Venezuela no es un pueblo de hombres y mujeres, de jóvenes y niños, para ellos somos simplemente un yacimiento petrolero, con el hierro y petróleo hipotecado  y un gobierno y Estado que debe 150.000 millones de dólares que está obligado a pagar. Si aquí se impone un gobierno de delincuentes –como hasta ahora sucede- que les garanticen sus intereses, gritaran bienvenido sea. Que este gobierno sea un gobierno de hijosdeputa, el capital financiero nos recordara la frase de Roosevelt: “Tal vez Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. 
Lo que hoy se debate en la calle, es precisamente las últimas resistencias de los sectores sociales defensores del viejo Estado liberal, ”democrático” en contra de este modelo de Estado forajido, delictivo, que el capital financiero impulsa en muchos países del mundo.
No olvidemos en ningún momento que la banda militar-policíaca que controla el gobierno y que cuenta con el apoyo de las miles de bandas criminales que le sirven, son y siempre serán una minoría, dentro de los 30 millones de hombres y mujeres que en Venezuela quieren vivir de su trabajo y en paz. Es totalmente cierto que esas bandas no tienen la razón, ni dicen la verdad, mienten, engañan y roban, y todos sus argumentos y “legalidad” se reducen a la posesión de las armas y a la protección que le brindan además del poder ejecutivo, los jueces, fiscales y tribunales del país. Pero no olvidemos de que  hay momentos en la historia de los pueblos donde la armas de la crítica, deben ser sustituidas por la crítica de las armas, sino queremos que la última palabra que escuchemos  sea la de Al Capone Cabello, antes de disparo final.
Que nadie se llame a ilusiones, ni a engaños, lo que hoy se pelea en la calle, lo que hoy se dilucida, no es entre la paz o la violencia, entre capitalismo o comunismo, entre buenos o malos, lo que se decide hoy es simplemente el futuro de este país y de la gente que  trabaja: O se impone definitivamente la dictadura de la delincuencia organizada en representación del capital internacional o se intenta construir una nueva sociedad enVenezuela, donde realmente al fin sembremos el petróleo, no en los bolsillos del capital y los banqueros, sino en la elevación del nivel de vida de todos los trabajadores y asalariados de este país. Y esta acción requiere del concurso individual y colectivo de todos y cada uno de los que seguirán viviendo en esta tierra de gracia.
Y para no ser de nuevo furgón de cola de cualquier aventurero o partido político, es necesario que todo aquel que lucha por salir de este gobierno tenga claridad del tipo de gobierno y el programa de transformaciones que son necesarios para elevar realmente el nivel de vida de las mayorías. No basta tener claridad de los medios para alcanzar el fin, más importante es saber el objetivo que se busca. Empleo, alimentación, vestido, vivienda, educación, salud, servicios, esparcimiento, no nacen de constituyentes originarias, ni de asambleas de ciudadano, ni de mesas de diálogo o comisiones, esas necesidades solo pueden surgir del trabajo colectivo, concreto de millones de hombres y mujeres que sean dueñas no solo de su fuerza de trabajo, sino del producto que de ella salga. Finalmente aprendamos de la historia y hagamos nuestra las palabras del historiador Howard Zinn, incansable luchador hasta su muerte contra el Estado y gobierno de EEUU:
“Cuando se sabe historia, se sabe que los gobiernos mienten,… Los gobiernos mienten permanentemente, no sólo el gobierno de USA. Es simplemente la naturaleza de los gobiernos. …tienen que mentir, los gobiernos en general no representan a las sociedades que gobiernan. Ya que no representan al pueblo y ya que actúan contra los intereses del pueblo, la única manera como se mantienen en el poder es mintiendo al pueblo. Si le dijeran la verdad al pueblo, no durarían mucho tiempo. Y si sabes algo de historia, tal vez comprenderás algo aún más elemental: que la cuestión de la mentira sobre esta guerra o de la mentira sobre esta invasión, la mentira sobre esta intervención, comprenderías una especie de hecho fundamental sobre la sociedad, e incluyo a nuestra sociedad: que los intereses del gobierno y los intereses del pueblo no son lo mismo. Es muy importante saberlo, porque la cultura trata trabajosamente de persuadirnos de que todos tenemos un interés común.
Si utilizan el lenguaje ‘interés nacional’ –no existe interés nacional. Es su interés y nuestro interés. La seguridad nacional- ¿la seguridad de quién? Defensa nacional: ¿defensa de quién? Todas esas palabras y frases son usadas para tratar de cercarnos con un lindo lazo inmenso, para que todos supongamos que los que dirigen nuestro país se preocupan de nuestros intereses. Es muy importante comprender que: no les preocupan nuestros intereses. Una de las cosas que podemos aprender de la historia es que la historia no es sólo una historia de cosas que nos han sido infligidas por los que mandan. Así que la historia puede ayudar a comprender el engaño y a ser escéptico y a no apresurarse a apoyar cualquier cosa que te dice el gobierno. La historia es también una historia de resistencia. Es una historia de gente que sufre la tiranía durante décadas, pero que termina por alzarse y derrocar al dictador: Vencer o morir, necesario es vencer”.

EN NOMBRE DE LOS POBRES: HUGO CHAVEZ.

En nombre de los pobres, Hugo Chávez; por Gisela Kozak

Por Gisela Kozak Rovero | 8 de Marzo, 2013
pobre texto
Jefes de estado, gigantescas multitudes, periodistas de todo el mundo y alabanzas a granel  acompañaron el féretro de Hugo Chávez desde el hospital “Dr. Carlos Arvelo” hasta Fuerte Tiuna, sede de la escuela militar donde nació como patriota según sus propias palabras.  Hablamos del  hombre que desafió todas las convenciones políticas e ideológicas, levantó de las ruinas postcomunistas al socialismo y contribuyó a crear diversos mecanismos de integración en América Latina. Llueven las alabanzas de dignatarios internacionales que admiran la preocupación por la pobreza del mandatario fallecido o al menos le reconocen su dimensión histórica. Venezuela necesitaba un Hugo Chávez dada la corrupción de sus elites y la miseria del país hasta 1998, me dicen con tono de objetividad mis colegas del extranjero, a quienes especialmente dedico este artículo, dispuestos a comprender a quienes hablan y actúan en nombre de los pobres y en contra de Estados Unidos. No hay duda, el mundo de hoy parece simpatizar poco con gobernantes atildados, conservadores, miedosos y poco agresivos, habida cuenta de las crisis económicas internacionales y los peligros incesantes de los conflictos políticos y religiosos. Hace veinte años la democracia representativa y el libre mercado eran el destino universal de la humanidad, decían algunos arrogantes, pero las crisis económicas, la aparición de gobernantes como Hugo Chávez, la consolidación del poderío capitalista salvaje chino, el liderazgo personalista de Vladimir Putin, los gobiernos confesionales y los fundamentalismos religiosos impugnaron tal destino. Hasta el régimen cubano ha tomado otro aire gracias a la ayuda venezolana  y a su propio arraigo en la isla incluso después de la hambruna del período especial; además… ¿alguien piensa que puede haber una liberal democracia post-castrista más allá de la “llegada del libre mercado”? No. Todos estos aliados del chavismo en la cruzada contra las “democracias burguesas” tienen otra visión del futuro.
Como mujer de izquierda democrática aplaudí la caída de las dictaduras rojas tanto como lamenté  que en su superación del comunismo  esas sociedades se contentaron con adoptar las democracias representativas sin renovarlas (amén de a Paulo Coelho, la Coca Cola y la revista Playboy, según se contaba en noticias de los años noventa). Las democracias postsoviéticas constituían unas copias que no contaban con las instituciones y los hábitos democráticos que garantizan  su éxito en Escandinavia o en otros lugares. Las grandes causas nacionales o mundiales sonaban huecas y bobas ante la penuria de las desvencijadas sociedades ex-comunistas. Este vacío impulsó salidas antidemocráticas mientras que paralelamente la academia internacional de izquierda, con figuras como Ernesto Laclau y Slavoj Zizek, asumió su cruzada en contra de las democracias liberales. No es de extrañar que llegase al poder un líder como Vladimir Putin quien a cuenta de las  grandes causas de la patria  reivindica  hoy a Jozef Stalin en la Rusia postsoviética. Una sociedad ama  a un dictador no por nada y a diferencia de la Alemania nazi, vencida y aplastada brutalmente por los aliados, el padrecito Stalin fue el líder de un gigantesco triunfo militar en la Segunda Guerra Mundial, la esperanza de los hombres y mujeres pobres del mundo. Hitler fue vencido, Stalin no; y  como dijo Ana Nuño recientemente en un muy buen artículo artículo en el Papel Literario de El Nacional, los horrores del comunismo siempre se justifican frente a los del supremacismo racial nazi: en nombre de los pobres, todo pecado es venial.
No es de extrañar, habida cuenta de esta indulgencia, que el personalismo de Hugo Chávez, cuyo régimen por cierto no se ha convertido en la máquina de matar disidentes propia del stalinismo, sea visto como la bendición que fue capaz de generar un proyecto nacional revolucionario con su  tratamiento de la pobreza y la exclusión. Los pequeños detalles del culto a la personalidad, la política de reparto de renta y no de empleo productivo, el uso proselitista de los recursos del estado y la imposibilidad de que la oposición llegue al poder ejecutivo a riesgo de una respuesta militar, tal como  indicó en pleno cortejo fúnebre el ministro del poder popular para la defensa, no pesan. El voto popular legitima todo, lo demás es democracia burguesa: cualquier cosa es buena en nombre de los pobres. Los venezolanos y venezolanas  opositores somos  el no-pueblo; no compartimos las virtudes de la bondad, la caridad, la solidaridad y el desprendimiento revolucionarios  propios más de la moral cristiana  que del marxismo o  del pensamiento político de izquierdas postmarxista. Se trata, como diría la antropóloga Paula Vázquez en una entrevista para Le Nouvel Observateur, de un militarismo compasivo que por cierto  reparte la riqueza y no crea condiciones para producir.
Hugo Chávez muere triunfante. Amado por su familia, colaboradores, el verdadero  pueblo venezolano (ahora como dijo Nicolás Maduro la identidad patria es chavista) y aliados internacionales, el superhombre de los pobres se proyecta. La izquierda autoritaria mundial otrora vencida que luchaba contra el neoliberalismo en los noventa, ostenta un gobierno legitimado por el voto popular con oposición organizada que va a elecciones; sin duda, se trata del mejor de los mundos pues incluye el barniz pluralista que sirve para aliviar la mala conciencia respecto a los asesinatos masivos de los comunistas y la ausencia de crítica y de participación popular. Desde el extranjero pocos interrogan acerca del destino de la población que no comulga con el proyecto bolivariano, para la cual las  leyes valen poco pues la única legitimidad proviene de la dictadura de la mayoría. Ernesto Laclau, muy citado fuera de Venezuela para explicar el fenómeno Chávez, comentaba recientemente que su  triunfo y el de Cristina Fernández de Kirchner eran convenientes pero que debía existir una oposición que aceptase las reglas del juego propiciadas por estos presidentes. ¿En serio? ¿Se puede ser oposición legítima, desde el punto de vista de la supremacía moral que exhibe el chavismo,  para un gobierno que llama al cuarenta y cinco por ciento de la población “apátridas”, pitiyanquis”, “vasallos del imperio”, “racistas”, “ladrones”, “golpistas”, “hijos de extranjeros”, “enemigos del pueblo” y que calificó al candidato Henrique Capriles Radonski de judío-maricón-cerdo-majunche? Por favor, somos unos parias morales, unos despreciables egoístas aburguesados, desagradecidos y rebeldes que no aceptamos que se pase por encima de la ley.
Por eso mis compatriotas revolucionarios no cuestionan que no se le entregasen recursos suficientes a las gobernaciones y alcaldías  opositoras. Al contrario, aconsejaron a hombres y mujeres  no oficialistas que bajaran la cabeza y votasen por los candidatos revolucionarios en 2012. Se humilla al vencido pues el orgullo y la dignidad son boberías burguesas. Como me dijo un obrero de la Universidad Central de Venezuela: “ustedes los profesores se portan mal con Chávez. Dejen de criticar y a lo mejor nos aumentan el sueldo.” En nombre de los pobres  ni los pobres pueden pedir un sueldo decente. En nombre de los pobres no importa tener un país con uno de los índices de inflación más altos del mundo, unas cifras aterradoras de asesinatos por hampa común y una población dividida por el odio y la intolerancia. En nombre de los pobres, que viva Chávez: la emoción que causa cubre las mentiras e ineficacias de un gobierno dependiente como ninguno de la renta petrolera y del millón de barriles que le vende al imperio norteamericano. Paz a sus restos.

VENEZUELA Y LA IZQUIERDA DISNEY.

Venezuela y la izquierda Disney, por Gisela Kozak Rovero

Por Gisela Kozak Rovero | 12 de Marzo, 2014
Al leer los comunicados “Situación de Venezuela”, de la Red Conceptualismos Sur, y el correspondiente a la directiva del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), los cuales circulan por distintas redes sociales, no se puede sentir menos que sorpresa al ver la reedición de los maniqueísmos  de la guerra fría en círculos académicos, intelectuales y artísticos en los que suponíamos había calado la  reflexión sobre el fracaso de los socialismos reales del siglo XX. Estos círculos han tenido una indudable hegemonía dentro de las convencionalmente llamadas ciencias sociales y humanidades y, luego de dicho fracaso, se empeñaron  en renovar sus armas contra el  neoliberalismo y contra el enemigo de siempre, la hegemonía norteamericana, con un nuevo discurso. El postmarxismo ─con autores como Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Judith Butler, Slavoj Žižek, Michael Hardt, Toni Negri entre otros─ se propone superar esquemas como la lucha de clases en el contexto del  materialismo histórico, teoría  que suponía el socialismo como destino inevitable del capitalismo.  El Foro Social Mundial asume por su propia naturaleza y organización  la imposibilidad del estado nacional como vía de transformación de la sociedad y la noción de movimientos sociales sustituye el vocablo mágico revolución. Jesús Martín Barbero  y Néstor García Canclini nos enseñaron que nuestras múltiples culturas y maneras de ver el mundo sobrepujan la identidad nacional, el impacto de los medios de comunicación y de la hegemonía cultural norteamericana y dejan claro que no somos unos autómatas manejados por la ideología dominante. En los terrenos de la crítica cultural  lo más radical de este período hasta inicios del siglo XXI fue el empeño de un sector de los  llamados estudios culturales (con figuras como John Beverley con gran influencia sobre unos cuantos venezolanos que han estudiado literatura  en Estados Unidos) en subrayar la fuerza colonialista, racista, patriarcal y hegemónica de la literatura. Beverley califica de neo-conservadores a críticas como la argentina Beatriz Sarlo por plantearse la cultura no solamente como el brazo ideológico del poder hegemónico para aplastar a los subalternos sino como la expresión de las complejidades inherentes a toda sociedad.
Esta etapa de redefinición política y teórica no ha significado una renovación profunda a juzgar por los comunicados antes mencionados. Con cuánta rapidez se vuelve a lugares comunes del pasado  y con cuanto entusiasmo cierta izquierda se hace eco del discurso antinorteamericano del gobierno venezolano y de su decidida disciplina de la mentira respecto a la historia de mi país y las luchas de los sectores populares. Esta izquierda abreva en las fantasías anticapitalistas al uso  en América Latina y convierte a todo el continente en un solo bloque en el que todos los fenómenos pueden ser interpretados y explicados de la misma manera. Es una izquierda que en lugar de (post)marxista parece galeanista pues da la impresión de concebir cada país como una ilustración del tendencioso panfleto Las venas abiertas de América Latina, del uruguayo Eduardo Galeano. En lugar de estudiar con detenimiento y honestidad intelectual las realidades nacionales es prisionera de un discurso sobre nosotros heredado del siglo XX que tiene su génesis en el apoyo a la revolución cubana, la nueva esperanza de la izquierda radical después de la triste historia de sangre y horror del estalinismo. En estos grupos de izquierda ─verdaderos neo-estalinistas dado su dogmatismo así se vistan con los ropajes de Laclau o Hardt─,  el principio del placer, la satisfacción ideológica fácil en este caso, se impone por sobre el principio de realidad. Como diría Raymond Aron (horror, un pensador liberal) la “ideocracia” importa más que la democracia. De este modo Venezuela viene a sustituir a Cuba y a Nicaragua para esta izquierda, a las que algunos venezolanos en redes sociales calificamos de “Disney” por su propensión a contemplar a América Latina como un parque de diversiones anti-hegemónicas. Aunque unos cuantos de los hombres y mujeres que la integran viven  en América Latina, es muy frecuente que estén radicados en Estados Unidos o en Europa Occidental porque, que duda cabe, mejor trabajar en estos lugares que hacerlo en Cuba o Irán de modo permanente o quedarse en Venezuela a devengar los sueldos de hambre de la academia nacional. No: ser chavista en una universidad del imperio es mucho mejor: ¿será por aquello de la “distancia analítica”?
Desde la perspectiva de esta izquierda, el 49% de los votantes venezolanos que estamos en la oposición (según cifras oficiales del Consejo Nacional Electoral en las elecciones presidenciales de abril de 2013) protestando por vivir unas  tasas de inflación, inseguridad personal y desabastecimiento de las más altas del mundo, somos unos supremacistas blancos, descendientes de inmigrantes europeos que antes de 1998 mantuvimos una suerte de “apartheid” sobre afrodescendientes, indígenas y mestizos. De acuerdo a estos cuentos de horror  de la izquierda Disney, este 49%, poco más de siete millones de personas, pertenecemos a las clases medias acomodadas o a la burguesía y hemos explotado a los otros poco más de siete millones de venezolanos seguidores del oficialismo, a los que odiamos y despreciamos por motivos de clase y raza. Es decir, en Venezuela hay un explotado por cada explotador, curiosísima circunstancia que supongo nos hace únicos en el mundo. De más está decir que somos los sirvientes del gobierno norteamericano y la derecha colombiana y nuestros líderes son unos fascistas, peones de USA, gente blanca que de llegar al poder inmediatamente cancelará la educación pública, los programas de salud y las pensiones de vejez para poner el petróleo en manos de las transnacionales, porque, por supuesto, nada en Venezuela pasa al margen de los intereses de Estados Unidos.
Semejante visión satisface las ortodoxias raciales y seudo-progresistas con las cuales  las viudas y viudos de las fracasadas revoluciones comunistas del siglo XX se apropiaron de las legítimas ansias de transformación necesarias en un mundo globalizado amenazado por el deterioro ecológico, la violencia y la pobreza, pero es un insulto para los hombres y mujeres de una nación enfrentada y dividida que sufrimos cada día de nuestra vidas las consecuencias nefastas de la revolución bolivariana. Es un insulto y es mentira, MENTIRA con todas sus letras, una mentira que cubre cual  espeso manto ideológico la historia de Venezuela, su economía y sus luchas sociales y políticas. La oposición venezolana, al igual que el sector oficialista, está constituida por gente de todos los sectores sociales y colores de piel, le guste o no al puritanismo racial que cierta academia asociada con izquierda Disney trata de imponer en  sus análisis sobre América Latina, pues solamente un puritanismo absurdo puede convertir el color de la piel en la explicación última de lo que ocurre en Venezuela. Mientras en Estados Unidos no permitían que las personas afroamericanas se sentaran en los mismos asientos de los angloamericanos en los autobuses, nosotros tuvimos un ministro negro de educación como fue Luis Beltrán Prieto Figueroa en los años cuarenta del siglo pasado. Además,  el voto es universal, directo y secreto desde 1947. La educación, la salud públicas y gratuitas, las pensiones de vejez  y los programas sociales (conocidos como misiones) no son un invento de la revolución pues existían desde hacía décadas. En Venezuela se impuso una economía rentista dependiente del petróleo y el estado siempre ha sido el gran administrador del ingreso; este modelo entró en crisis en los años ochenta del siglo pasado por los vaivenes de los precios del crudo y porque los gobiernos se endeudaron irresponsablemente para satisfacer un populismo improductivo, historia que vuelve a repetirse ahora a pesar de los altísimos precios del petróleo con las consiguientes consecuencias desastrosas para la población y sin los resultados en obras públicas y servicios de gobiernos anteriores. La “derecha” en Venezuela es una coalición de centroizquierda, con organizaciones como Voluntad Popular (partido de Leopoldo López), Avanzada Progresista, el MAS, Alianza Bravo Pueblo y AD, inscritos en la Internacional Socialista. María Corina Machado es demócrata liberal y Henrique Capriles, de Primero Justicia, se define como socialdemócrata. ¿Fascismo? Por supuesto que no, desde 1958 Venezuela tiene una democracia de partidos. En cuanto a Estados Unidos muy ocupado en otros asuntos, me permito sugerir, sobre todo a los colegas estadounidenses, que dejen de pensar que todo gira alrededor de su país. Aunque en su ceguera neoestalinista la izquierda Disney no lo crea, pasan cosas en el mundo que no tienen que ver con USA porque, en el caso venezolano, tenemos nuestra propia historia y problemas. No pareciera muy sensato creerle al gobierno revolucionario que la mitad de los votantes son lacayos del imperio.
Entre nosotros quienes se ha ocupado de tratar de construir un estado corporativo y autoritario son los jerarcas rojos de la revolución bolivariana, quienes promueven vía políticas educativas, culturales y comunicacionales un costosísimo culto a la personalidad del Comandante Supremo, culto que tiene las características de una religión de estado que mezcla a Cristo, Simón Bolívar y Chávez en una santísima trinidad revolucionaria que ocupa hasta altares domésticos. Los integrantes de la izquierda Disney deberían preguntarse  si un gobierno que para desprestigiar a su adversario dice que es  homosexual, como se ha hecho con Capriles Radonsky, es el gobierno progresista, la marea “rosada”, que satisface sus anhelos de cambio. Si la alternativa a las transnacionales de la información es el monopolio estricto del gobierno venezolano sobre los canales del estado usados como instrumentos de propaganda contra el enemigo, al mejor estilo cubano y soviético, me quedo con los sistemas informativos de las denostadas democracias liberales en los que es posible encontrar posiciones radicalmente distintas. Lo que para la izquierda Disney son diversiones anti-hegemónicas para nosotros es sufrimiento, pobreza y exclusión. Y, por favor, antes de que se piense en 11 de abril de 2002, debo señalar que el golpismo en Venezuela fue la vía con la que Chávez comenzó a calar  entre sus futuros votantes y que la gente, verbigracia Pedro Carmona,  que llevó a cabo la payasada autoritaria que devolvió al Comandante Supremo a la presidencia  a la cual había renunciado, se parece más al propio Chávez que a la oposición venezolana actual.
Conmovidos por las experiencias comunitarias alimentadas con la renta petrolera, la izquierda Disney da crédito a una fantasía de democracia directa inspirada en el pensamiento de Rousseau  que tapa el drama del rentismo, el autoritarismo y el fracaso económico. Grandes intelectuales y artistas del siglo XX se deslumbraron con la Unión Soviética, China y Cuba para decepcionarse muchos en el camino, pero en nosotros gente de ideas y de palabra abunda el sueño de influir en el cambio social y caemos en el pecado tan antiguo como la filosofía de querer guiar  a los tiranos al estilo de  Platón en Siracusa. Hoy en día se hace en nombre del “pueblo”, los “subalternos”, la “multitud” pero, como siempre, la libertad sale expulsada cual los poetas en la república platónica y es preciso conformarse con alguna comida tres veces al día, una beca miserable o  una educación de quinta categoría: en suma, con un superestado que reparte migajas de renta. Como dijo nuestro joven ministro de educación Héctor Rodríguez (declaración disponible en YouTube): “No los convertiremos en clase media para que se metan a escuálidos” (opositores). No sigue la revolución el ejemplo de buenas políticas públicas de Mujica, Rousseff y Bachelet cuyos intereses y formación -hay que decirlo- los llevan a alcahuetear a la  revolución bolivariana en nombre de sus seguidores radicales, los intereses económicos de sus países o el antinorteamericanismo militante que hace tolerable dictaduras como la cubana pero no como la de Pinochet en Chile, doble rasero inaceptable que ningún verdadero demócrata puede prohijar.
Para terminar, y como diría el filósofo brasileño Roberto Mangabeira Unger  en La alternativa de la izquierda, la voluntad de cambio requiere de una opción realista que dé rienda suelta  todas las potencialidades liberadoras existentes en el mundo en el marco de una economía mundial de mercado.  El capitalismo no es un sistema homogéneo que se manifiesta del mismo modo en todo el planeta: Suecia, Angola, Estados Unidos y China son muy distintos. El socialismo, si seguimos usando una palabra tan desprestigiada por los hechos pero tan esperanzadora,  no puede ser una máquina de beneficencia pública como en Venezuela, en donde a cambio de subsidios se exige el sometimiento clientelar. Es preciso decirle adiós al neoestalinismo y adiós a la izquierda Disney que  se apropian de la voluntad de cambio para convertirnos en esclavos de abstracciones que se suministran desde el prestigio de sus cátedras universitarias. El gran enemigo de esta izquierda autoritaria es la herencia del liberalismo político: pluralismo, derechos humanos, creatividad individual, diversas visiones del bien común. Nuestro deber como gente de estudio y escritura es ayudar a plantear la reinvención  de la democracia y hacer de  la libertad la fuerza del cambio, no retroceder al desvencijado archivo del estatismo filantrópico del reparto de la pobreza ni conformarnos con una socialdemocracia burocrática y apocada.  Venezuela no requiere un bloque hegemónico que persuada a la población no convencida de las virtudes de la revolución. No. Requiere  de un proyecto capaz de sacar al país adelante, respetar a las minorías, superar el rentismo  y asumir el reto de que las políticas de estado colaboren para que las capacidades de la gente le permitan asumir las riendas de su vida personal en función de una mejor existencia colectiva. En esto estamos y seguiremos pues así la revolución bolivariana sea un despotismo elegido sustentado en victorias electorales (cada vez más dudosas y relacionadas con un descarado ventajismo), los venezolanos no chavistas tenemos derecho a existir y a estar representados en el gobierno. Invito pues a los colegas de la academia internacional que aún no han reparado en los graves errores de la revolución no a dejar de apoyarla sino a mirar con mayor realismo al sector opositor y no contentarse con las patrañas de la propaganda chavista tan bien aceitada con los recursos de todos y cada uno de los hombres y mujeres de Venezuela.