viernes, 12 de septiembre de 2014

CHAVEZ: DEVOCIÓN SERVIL

Devoción servil

Con el objetivo de afianzar y consolidar esta nueva religión ligada al culto eterno del difunto tte. coronel el régimen ha utilizado toda su maquinaria propagandística.
Con el objetivo de afianzar y consolidar esta nueva religión ligada al culto eterno del difunto tte. coronel el régimen ha utilizado toda su maquinaria propagandística.

La dupla Maduro-Cabello se ha encargado de oficializar la adoración a la figura del comandante eterno

José Rafael López Padrino
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Jose_Rafael_Lopez_Padrino_1La adoración y el fervor rastrero de líderes mesiánicos permitió el surgimiento de las mayores perversiones de nuestra historia contemporánea. Fruto de ello fueron el fascismo, el nazismo y los regímenes burocráticos de la Europa Oriental y del Asia.
Lo ocurrido en el marco del taller de formación socialista del PSUV, donde una de las delegadas leyó una versión del “Padre Nuestro” en la que le cambió la letra para dedicársela al fallecido tte. coronel (“oración del delegado”), constituye un paso más hacia la oficialización de la idolatría, de la veneración abyecta como discurso político del proyecto fachochavista. Más allá de lo ofensivo, blasfémico e irrespetuoso que pudo haber sido para el patrimonio de la Iglesia Católica, la oración del delegado demuestra la precariedad teórico-ideológica del fachochavismo, lo cual los obliga a recurrir a una veneración supersticiosa a la imagen del insepulto eterno a fin de cohesionar a sus partidarios y garantizar su dominación hegemónica. Tal proclama lisonjera ocurre precisamente en un taller de formación ideológica de la militancia oficialista.
Cuando ilusamente pensábamos haber superado las idolatrías de los siglos XIX y XX, resulta que la dupla Maduro-Cabello se ha encargado de oficializar la adoración a la figura del comandante eterno. Vivimos tiempos en los cuales un populismo carismático con rasgos emocionales (paternalista) se ha constituido en la tabla de salvación del bloque histórico en el poder a fin de perpetuarse en el tiempo. Este estilo de gobierno, ha logrado cautivar una parte muy importante de los venezolanos no por lo atractivo del proyecto mismo, sino por una combinación de decepción histórica para con los representantes del proyecto hegemónico que ejercieron funciones de gobierno en Venezuela antes de 1998, por las dádivas que se distribuyen en los sectores más humildes del país a través de las misiones, que aunque no resuelven el problema estructural de la pobreza, contribuyen a palear la precariedad en la cual viven estos sectores marginados, pero fundamentalmente por la manipulación emocional de los más humildes que ha adquirido rasgos de una nueva religiosidad: la bolivariana.
Con el objetivo de afianzar y consolidar esta nueva religión ligada al culto eterno del difunto tte. coronel el régimen ha utilizado toda su maquinaria propagandística. Imágenes del fallecido dicharachero del Palacio de Misia Jacintaabundan en carreteras y autopistas, en oficinas y escuelas, en edificios públicos y parques deportivos, sus frases muchas de ellas contradictorias e inconexas son citadas en forma continua, cualquier fecha relacionada con el “gigante” por insignificante e intrascendente que ella sea es celebrada como fiesta nacional. Han publicado millones de libros escolares donde se tuerce la verdad histórica y deifican y glorifican al vocinglero de Sabaneta, y otras en las cuales lo muestran como si fuera Dios, protegiendo desde el cielo a los pobres y desamparados de la tierra. Estamos frente a una avasallante publicidad alienante y nauseabunda en torno a la figura del “cristo de los pobres”.
La defensa a ultranza de la “oración del delegado” por parte del monárquico Maduro en cadena nacional demuestra que la lectura de la misma no fue un hecho accidental, algo fuera del protocolo, sino que responde al guión oficial de consolidar la veneración ritual del fallecido comandante galáctico. Maduro miente cuando afirma que dicha oración es del poeta William Osuna, mediocre sujeto cuyos “logros profesionales” han sido gracias a su lealtad al proceso y no por su méritos intelectuales (Premio Nacional de Literatura, 2007; Premio Municipal de Comunicación Social, 2007; Premio Nacional del Libro Mejor Revista Política y Cultural, 2007). Pero Maduro transita el absurdo cuando compara la panfletaria “oración del delegado” con las monumentales obras de Miguel Ángel Asturias y Pablo Neruda.
El facho-chavismo promueve este perverso endiosamiento del fenecido tte. coronel con la finalidad de asociar la imagen del gran líder al amor por los excluidos. Idolatría religiosa que ha implicado la renuncia a los espacios críticos de sus seguidores, así como la adopción de una actitud sumisa y complaciente frente a la figura del nuevo santón tropical. Vivimos tiempos de subordinación a los preceptos divinos de la religión bolivariana.
Las idolatrías y fanatismos del siglo pasado hicieron de Mussolini un cobarde bravucón, un símbolo de la masculinidad y del valor para Italia. Hitler, un maníaco de la destrucción, lo convirtieron en el constructor de una nueva AlemaniaEsas mismas perversiones pretenden transformar al tte. coronel un egocéntrico ambicioso y manipulador sin sujeciones morales, en un defensor profético de los humildes de la tierra del siglo XXI.

CAMBOYA: EL SOCIALISMO ASESINO

La Utopía Asesina: el régimen socialista de Pol Pot

Es un pequeño consuelo que al menos los ancianos Khieu Samphan, exjefe de Estado y Nuon Chea (el “Hermano Número 2”), fuesen condenados a cadena perpetua.
Es un pequeño consuelo que al menos los ancianos Khieu Samphan, exjefe de Estado y Nuon Chea (el “Hermano Número 2”), fuesen condenados a cadena perpetua.

Sería imperdonable permitir que desaparezca de la memoria histórica de la humanidad la muerte de tantos inocentes que fueron aniquilados por el socialismo camboyano

Baldomero Vásquez Soto
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Baldomero_Vasquez_3Al fin se dicta sentencia contra dos de los peores criminales del mundo, ex-líderes del régimen socialista de los Jemeres Rojos que asesinó entre 1975 y 1979 a cerca de dos millones de personas enCamboya (renombrada Kampuchea Democrática). Es un pequeño consuelo que al menos los ancianos Khieu Samphan, exjefe de Estado y Nuon Chea (el “Hermano Número 2”), fuesen condenados a cadena perpetua.
Desgraciadamente, el líder máximo de los Jemeres Rojos, Pol Pot (el “Hermano Número 1”) murió en 1998 sin pagar por sus horrendos crímenes. El Frankenstein que Mao fabricó a su imagen y semejanza había fundado el Partido Comunista de Camboya en 1960, a su retorno de Francia, donde se hizo adicto al marxismo-leninismo.
Dedicado a la memoria de las víctimas, y para repudiar en voz alta tanto a verdugos como a seguidores de ese régimen criminal, en este artículo recordamos los aspectos más resaltantes de aquel experimento socialista que devastó Camboyay le robó décadas de su futuro a varias generaciones. Consideramos que sería imperdonable permitir que desaparezca de la memoria histórica de la humanidad la muerte de tantos inocentes que fueron aniquilados por el socialismo camboyano.
El totalitarismo polpotiano, el más criminal de todos
El totalitarismo polpotiano fue peor que el estalinista, el hitleriano y el maoísta. Esta Utopía Asesina aniquiló a la cuarta parte de los 7,5 millones de habitantes del país. Su rasgo principal fue el igualitarismo económico radical: eliminó de raíz la propiedad privada, el mercado y el dinero. Estableció  las comunas agrícolas como la unidad básica de producción de la nueva organización socio-económica. Según los Jemeres Rojos, la propiedad colectiva que regía allí sería el pivote del cual emergería la “Nueva Civilización Socialista” y que, según ellos significaría el “fin de la explotación capitalista, de la dominación imperialista y de la desigualdad social” (Heller, A. El Péndulo de la Modernidad, p. 197-233).
A fin de impedir la reproducción del capitalismo y para construir el nuevo orden social -el paraíso socialista- el régimen de los Jemeres Rojos quiso extirpar materialmente y en la mente de la población las nociones mismas de ciudad, religión y familia. Así, extinguieron las ciudades para evitar la corrupción y los vicios de la vida urbana, y su población –millones de personas- fue deportada al campo; extirparon la religión en todas sus variantes, pagodas e iglesias fueron destruidas y exterminados casi todos los 60 mil monjes budistas; desmembraron la familia, intentándose incluso borrarla de los recuerdos de cada persona, a quienes se les prohibió guardar fotos de sus familiares.
El nuevo orden social realmente construido por los Jemeres Rojos: socialismo agrario
El orden social construido por los Jemeres Rojos estableció un socialismo agrario, basado en el monocultivo (arroz). Las comunas eran en el agro la unidad básica de este orden que ideológicamente se definía por la radical oposición entre ciudad y campo, y accionaba para que la sociedad girara sobre este último.
La destrucción de las ciudades cumplió un papel central en la edificación de la “Nueva Civilización” en Camboya, ya que se utilizó “para destruir el capitalismo en su cuna”, esto es, la ciudad.  De ese proceso surgió una nueva estratificación social específica de aquel régimen totalitario. Los tres grupos sociales que se formaron fueron:
1) La casta gobernante de los Jemeres Rojos, dueños del aparato estatal, constituida por  los jefes militares y el sector civil del partido comunista, subordinado a aquellos; 
2) La “Vieja Gente”, que abarcaba al campesinado, y
3) La “Nueva Gente”, que la integraron los millones de los esclavizados deportados de las ciudades al campo, quienes provenían de todos los estratos urbanos y pasaron a ser propiedad del Estado, es decir, de la casta gobernante.
Contrariamente a la teoría marxista que afirma que la división de clases en las sociedades se definen en la esfera económica, lo que demuestra la experiencia en Camboya es que esa división se definió a partir de la esfera política y que la lucha de clases no fue el motor de la historia, sino la acción política desde el poder de un grupo (los Jemeres Rojos) movidos por una Utopía Asesina.
Para los izquierdistas el genocidio de los Jemeres Rojos no existió
Ante el genocidio perpetrado porlos Jemeres Rojos, los izquierdistas (socialistas, comunistas, ex-comunistas, curas rojos de la teología de la liberación, feministas, ecologistas, etc) han persistido en su conducta de no darse por enterados.Callan, nunca se refieren a ese infierno de sociedad que construyó Pol Pot, menos aún al hecho de que lo hizo esgrimiendo la misma ideología que ellos profesan e invocando los mismos grandes objetivos que ellos exhiben de banderas: superar las injusticias de las sociedades occidentales, de las democracias capitalistas, ello a pesar de que son solo de estas últimas de las que la humanidad debe sentir menos vergüenza.
Tampoco analizan muchos hechos históricos trascendentales que involucran a su ideología, entre otros: el fiasco del socialismo y la desaparición de la URSS en 1991; el fracaso de la Revolución Cultural Proletaria que dejó en 1976 a centenares de millones de chinos muriéndose de hambre con un PIB per cápita de $162; el hecho de que hoy, 38 años después de haber abandonado el utópico socialismo agrario de Mao, ese indicador es 40 veces mayor; o la eliminación de toda la pequeña propiedad comercial por Fidel Castro en mayo de 1968, la cual condenó a los cubanos a sobrevivir para siempre en la miseria. Y, sobre todo, no mencionan la invasión imperialista de la URSS a Afganistán (1979-1989) con 100.000 soldados que socialistamente mataron 1,5 millones de personas y dejaron 5 millones de refugiados. Todos pobres porque más del 90% de los 18 millones de afganos era analfabeta.
Como para todos ellos el mal sólo proviene del capitalismo y del “imperialismo norteamericano”, esos hechos criminales simplemente los silencian. Y sin embargo mantienen que los socialistas siempre gobiernan orientados por principios humanistas de igualdad y solidaridad con los oprimidos. Con tales principios se protegen como con una capa invisible de una supuesta superioridad moral y con arrogancia creen que pueden prescindir del criterio de la experiencia histórica y despreciar el cuestionamiento soportado en mortandades reales causadas por regímenes socialistas que han profesado alucinaciones ideológicas similares a las que ellos ofrecen.
El  “Antimperialismo” como causa explicativa de todos los males 
Estos señores comparten un elemento común que les resuelve todo en la vida: son antimperialistas. Esto implica ser antinorteamericano, pero significa mucho más que eso: tomar partido por las sociedades socialistas del Oriente, laURSS de Stalin y la China de Mao, a las que veían como sustitutas de la “decadente” Cultura Occidental. Así por ejemplo, en 1979, el lingüista estadounidense Noam Chomsky -ídolo de la izquierda mundial- señalaba que las millones de víctimas camboyanas eran producto de las enfermedades que habría causado el imperio norteamericano. Para aquél, no fueron causadas por las torturas, las jornadas de trabajo de 16 horas y las hambrunas masivas provocadas por la irracionalidad económica del sistema socialista establecido por los Jemeres Rojos.
El racismo fue la causa del fin del régimen socialista de los Jemeres Rojos
Pero, si su sistema totalitario era invulnerable, ¿cómo cayó el régimen socialista de Pol Pot? El socialismo de losJemeres Rojos se caracterizó por ser profundamente racista, perseguidor de diferentes etnias a las que liquidaba a mansalva. Pero ante la masacre de decenas de miles de la etnia vietnamita, el 07 de enero de 1979 terminaba exitosamente la invasión militar de Vietnam a Camboya que puso fin al régimen. De paso, aquí nos encontramos con otra poderosa razón por la que los izquierdistas –reducidos a parlotear sólo de las dictaduras de Pinochet, Franco, o contraBush, el imperio y el neoliberalismo- le huyen al tema camboyano. Para ellos, las invasiones y guerras entre países tienen una sola explicación: el choque entre los intereses imperialistas; entonces no tienen argumentos para explicar cómo es que un país socialista fue invadido por otro país socialista.
Definitivamente, todas las realidades planteadas deben llevar al mundo democrático a ventilar con un mayor eco el genocidio socialista cometido por la casta militar de Pol Pot.