martes, 7 de abril de 2015

ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO: VISIÓN POLÍTICA.

Economía Social de Mercado: visión política

  • DR. RAFAEL (WARRY) SÁNCHEZ
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Economía Social de Mercado: visión política
Dr. Rafael  (Warry) Sánchez
3ra Semana Social Católica (2 de febrero de 2014)
           Buenos días amigos y amigas: ante todo quiero agradecer la invitación que me hiciera el ingeniero Helio González a participar en este prestigioso panel y en este importante tema de la Economía Social de Mercado, meta de la Unión Europea, cuyos fundamentos se contemplan en los "objetivos del milenio" de Naciones Unidas.
            En los últimos días hemos podido ver, tanto en los periódicos como por televisión y radio y en todos los idiomas,  una controversia sobre la Encíclica “La alegría del Evangelio” del papa Francisco.  Lo han llamado comunista, marxista,  que está de acuerdo con la  teología de la liberación, que está llevando a la Iglesia a un precipicio y así podemos seguir un buen rato repitiendo las cosas que se han dicho o escrito y lo único que ha dicho el papa Francisco es repetir lo que dicen los evangelios, lo que dice la doctrina social de la Iglesia tanto en las Encíclicas como en los documentos de las diferentes conferencias episcopales, en el caso de América Latina tenemos a Puebla en 1979 y  Aparecida en el 2007 y en el caso de Cuba tenemos el ENEC  (Encuentro Nacional Eclesial Cubano),celebrado en febrero de 1986,  las cartas pastorales “El amor todo los espera” en septiembre de 1993 y “La esperanza no defrauda en septiembre del 2013.
            La Iglesia siempre ha hablado y su mensaje va dirigido para todos los que quieran oírlo. Lo que no se puede pedir es que la Iglesia (como institución) tenga una acción política, se conduzca como un partido político. Para eso estamos los miembros de la Iglesia, hombres y mujeres de buena voluntad  y con deseos de llevar a plenitud el mensaje que nos compromete a trabajar. La Iglesia es la casa de todos y todas, no importa a que ideología pertenezcamos.
            Basada en todas estas enseñanzas nació la Democracia Cristiana como una corriente política alternativa al capitalismo por un lado y al comunismo por el otro como polos opuestos en el momento en que Europa se encontraba devastada en el período de la postguerra.
         Sus grandes líderes fueron Konrad Adenauer en Alemania, Robert Schuman en Francia y Alcides de Gásperi en Italia pero es en Alemania donde ese movimiento surge con más fuerza que en  otros países europeos y poco tiempo después surge también en nuestra región, América Latina.
            Esa corriente política debía y tenía que implementar una política económica acorde a sus principios del humanismo cristiano.
            En ese momento la corriente  económica más significativa era el liberalismo de las generaciones de las dos guerras mundiales  y su cuna era la llamada Escuela de Friburgo  en Alemania al frente de la cual se encontraba su máximo exponente Frederick Hayek el cual se convirtió en uno de los  críticos más extraordinarios del socialismo y del Estado de Bienestar y fue un luchador intrépido por una sociedad libre.
            La Economía  Social de Mercado nace como una política económica alternativa a lo que existía en ese momento: la economía de mercado liberal y la economía centralizada, planificada y colectivista. En esta alternativa se unía el “principio de la libertad con el principio de la compensación social del mercado”.
La primera vez que se usó el término de Economía Social de Mercado fue en la década de los cuarenta y uno de sus principales ponentes el economista  alemán Alfred Müller-Armack en 1947. El consideraba que la manera más eficiente de organizar una sociedad era a través del orden generado por el mercado en un marco institucional pero consideraba que eso sólo no bastaba para crear un orden ético y por ello decía que el Estado debía tener una política social. A él se le atribuye  la frase “no queremos hacer más pobre a los ricos sino más ricos a los pobres”.  Este concepto de la ética en la economía y la incorporación de los principios y valores de la Doctrina Social de la Iglesia sirvieron de marco a la política alemana y a través del mundo por los demócrata cristianos.
Hayek mantenía una estrecha relación intelectual con los llamados  “padres fundadores” de la economía social de mercado, es decir con Wilhelm Ropke, Walter  Eucken y Ludwig Erhard y el propio Müller; sin embargo,  criticó de manera agria lo que él llamó la vaguedad del término “social”.
            Estos “padres fundadores” se dieron a la tarea de humanizar la economía y se opusieron tanto a la economía de mercado como a la economía  colectivista planificada y obligada del sistema totalitario. A la primera porque engendraba y daba rienda suelta a los organismos económicos que marginaban al desposeído y la segunda por su evidente falta de libertad y por su obligatoriedad.
            En Alemania los gobiernos tanto demócratas cristianos  como los social demócratas han mantenido esta política económica pero los primeros en llevarla a cabo fueron los demócratas cristianos sobre todo en el diseño subsidiario del ordenamiento social y laboral en la República Federal de Alemania.
            A partir de 1949 la Economía Social de Mercado se dio a conocer  a través del programa electoral de la CDU (Partido Demócratacristiano alemán). Ludwig Erhard y el partido tomaron las decisiones que permitieron la rápida reconstrucción de Alemania occidental después de la guerra con pleno empleo y un nuevo orden social.
            Ludwig Erhard es el verdadero “implementador” de esta Economía Social de Mercado primero cuando inmediatamente después de la guerra fue designado por los Aliados como Director económico en dos regiones (Alemania estaba dividida en cuatro regiones) y posteriormente como Ministro de Economía en el gobierno de Konrad Adenauer.
            Otro que fue principal promotor del término Economía Social de Mercado en Austria fue Reinhard Kamitz.
            Esta Economía Social de Mercado en Alemania tiene dos fuentes intelectuales:
            1.- discusión científica
            2.- Doctrina social de las iglesias católica y protestantes.
            La científica se basa en la Escuela de Friburgo también llamada ordoliberal y tiene tres pilares fundamentales:
            1.- competencia de mercado libre.
            2.- propiedad privada.
            3.- libertad de contrato.
            Su contrapeso radica en la segunda fuente intelectual, la doctrina social de las iglesias católica y protestantes. Esto se sintetiza en la siguiente fórmula:
            Tanto mercado como sea posible para fortalecer la iniciativa privada, disposición al rendimiento y las responsabilidades hacia sí mismos de los individuos y tanto Estado como sea necesario para garantizar la competencia y el ordenamiento social del mercado.
            Un orden económico aceptable para la mayoría de la población no cae del cielo sino es el resultado de una larga experiencia práctica y de la condensación de muchas ideas.  Este orden debe dar un claro marco para todos los actores: Estado, empresarios, sindicatos (con sus diferentes sectores productores y de servicios), organizaciones independientes, consumidores y ahorrantes, mediante reglas claras y transparentes.
            La Economía Social de Mercado experimenta  una evolución de acuerdo a las necesidades nacionales y continentales, sobre todo a partir del proceso de la globalización. Es evidente que la Economía Social de Mercado actual en Alemania no es la misma de la década de los 40’s, de los 60’s ni de los 80’s.  Uno de sus principales cambios es la adición del término ecológico a la misma es así como en la década de los 80 con la creciente discusión y conciencia ambiental  y el debate sobre el mismo y a partir de la crisis del petróleo en 1977, se adopta el nuevo nombre de Economía Social y Ecológica del Mercado. 
            Surge en el mundo una preocupación por el medio ambiente sobre todo para conservar el mismo para el disfrute de generaciones futuras y vemos aparecer no sólo en Alemania sino en diversas partes del mundo a los partidos “Verdes”. Esto fue denunciado por algunos como una medida electoralista sin considerar por aquellos que lo criticaban que este concepto adicional de sustentabilidad ambiental está sujeto a los principios del mercado.  Yo diría que un gobierno que combata la corrupción, el narcotráfico,  la pobreza, respete los derechos humanos y además promueva la conservación ambiental sería ideal independientemente de su ideología. En el caso de los Estados Unidos hay que decir que no ha firmado el Tratado de Kioto.
Hay algo fundamental en la filosofía de la Economía Social de Mercado  y es el de garantizar la libertad individual y esto se refleja políticamente en la vigencia de un régimen democrático que respete la división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Además de asegurar la libertad de expresión, el control del gobierno por parte de los ciudadanos a través el sufragio libre y universal, el respeto a las minorías y su derecho a disentir, la seguridad individual, la participación, la solidaridad.
En relación con la solidaridad quisiera hacer una pequeña reflexión. Recuerdo a un amigo muy querido por muchos de los aquí presentes, Juan Woods, y que cuando venía a Miami se hospedaba en mi casa. El fue presidente de la Juventud Obrera Católica (JOC) en Cuba y algunas veces llegaban las horas de la madrugada y nos encontraba debatiendo y analizando conceptos como la solidaridad y él me decía y con mucha razón que la solidaridad no era una limosna sino una compenetración muy fuerte entre los seres humanos y es que la solidaridad implica la búsqueda de métodos para lograr la mayor equidad posible a través de fondos propios de la población legalmente suscritos o voluntarios. Hay que reconocer que las posibilidades de la vida no están distribuidas de forma equitativa. Hay fuertes y débiles, sanos y enfermos y las necesidades básicas entre ellos son muy diferentes. La solidaridad sin embargo no debe significar que algunos saquen provecho del sistema perjudicando a los demás que se comportan de acuerdo a él. Por esto elementos como el seguro obligatorio (de salud, pensiones y desempleo) o el llamado contrato entre generaciones son elementales ya que sin solidaridad entre generaciones no se puede practicar justicia social en una sociedad industrializada. Así  los trabajadores y empleados activos tienen que mantener a los niños, a los ancianos y a los enfermos que no tienen la posibilidad de ganarse la vida por propios medios.
            Ahora me gustaría pasar a nuestra realidad, a nuestro hemisferio, a nuestra América Latina y el Caribe, a nuestra región.
            Los desafíos de las sociedades latinoamericanas son múltiples pero se pueden  centrar en:
            1.- lucha contra la pobreza.
            2.- consolidación de la democracia.
            Para lograr esto se requiere la implementación de políticas económicas y sociales que sean correctas, eficientes y humanas. Esto constituye una condición esencial para avanzar en la eliminación de la pobreza y la profundización de la democracia.
            El dilema es determinar cuál es la mejor política económica para América Latina. La región ha experimentado modelos neoliberales y esquemas populistas con fuerte raigambre estatal. Ninguna de estas ha permito avanzar en los dos objetivos centrales ya planteados. La pobreza ha aumentado en la mayoría de los países del continente  y la democracia está tensionada y exigida.
            Sabemos que el mercado es un instrumento indispensable y a partir de ello conocemos que existen distintas economías de mercado.
            Estamos conscientes que la economía más viable y eficiente es la economía social y ecológica de mercado, la cual, en su versión latinoamericana se conoce como aquella caracterizada por el crecimiento con equidad, podemos estudiar y analizar los éxitos logrados en algunos pocos países en la superación de la pobreza. Las dificultades para revertir las tendencias en materia de distribución del ingreso, los intentos para trabajar en una economía de libertad y desarrollo frente a los diversos cambios contingentes y a los avances en la modernización del Estado y en las políticas pro igualdad de oportunidades, las experiencias en políticas sociales debidamente focalizadas y eficientes, vamos  ser capaces de brindar ese aporte tan exitoso del que hemos estado hablando y sobre todo lo extenderíamos y aplicaríamos con rigurosidad a ese futuro que se vislumbra en Cuba y, quizás, podamos evitar que caiga (como cayó la antigua URSS, hoy Rusia) en esa mezcla de Neoliberalismo y  mafia que hoy lamentablemente presenciamos.
            Permítanme una pequeña anécdota al respecto. A fines de 1998 el famoso financiero norteamericano, de origen húngaro, George Soros,  publicó un libro “La crisis del capitalismo global”. Soros se proclamó partidario de los mercados abiertos de capitales y al mismo tiempo de instancias que pusieran freno a las transacciones especulativas para evitar que el desorden financieros y sus secuelas desastrosas acaben por suscitar en los ciudadanos nostalgias por los dictadores que intentan restablecer mediante medidas crueles y opresivas un Estado que no funciona. Interrogado sobre su poco feliz presencia como inversionista en Rusia explicó que participó en proyectos de ese país porque creyó que el gobierno iba a hacer la transición de un “capitalismo de ladrones” a un “capitalismo genuino”.
            El entrevistador le preguntó que como podía reconciliar sus actividades financieras con sus preocupaciones éticas. Soros respondió  que es preciso distinguir entre 1) competir mediante una serie de reglas existentes y 2) el proceso de formular y mejorar esas reglas. Aclaró: “cuando se trata de formularlas me guía un interés común – cuando se trata de competir me guía mi propio interés”.
            Para América Latina y el Caribe  que han sufrido, como vimos anteriormente, las devastadoras consecuencias del neoliberalismo por un lado, del populismo por otra y del colectivismo planificado materialista por otra, y frente al diagnóstico de inequidad, desigualdad y exclusión la democracia cristiana busca en sus planes de gobierno la humanización de los procesos. Se trata de crear comunidades de hombres y mujeres libres, capaces de determinarse por sí mismos y con una verdadera realización personal y de revitalizar y revalidar los conceptos de solidaridad y comunidad, fortalecerlos e integrarlos en nuestro estilo de acción política.
            Juan Pablo II nos habló de una “Cultura de la Solidaridad” la cual debe comprender a todos  los miembros de una comunidad generando un flujo de apoyo mutuo que contribuya a garantizar el bien común de los grupos autónomos y funcionales pero también de la gran comunidad global.
           Por eso creemos que nuestra acción primaria está ubicada en el medio que vivimos.  En nuestro caso vivimos en Hialeah, en Miami, en Cayo Largo y en cada uno de ellos es donde desarrollamos nuestras actividades; después todo eso compone el sur de la Florida, luego el Estado de la Florida y por  último el gobierno federal de los Estados Unidos.  En cada una de esas instancias tenemos que realizar nuestras tereas como miembros de las diferentes comunidades, participar, votar en las elecciones, ser unos miembros útiles, activos y participativos, preocuparnos por nuestro entorno.
            Después cada uno de nosotros viene de países diferentes, la mayoría de los aquí presentes de Cuba.  También allí debe llegar nuestra acción, con nuestras familias, amigos, barrios, comunidades parroquiales.  Nuestra visión tiene que ser más amplia.
            No me quiero extender más y así poder cumplir con el tiempo que nos hemos puesto pero quiero volver al sitio donde comencé, a las palabras de Francisco en la encíclica “la alegría del evangelio” y voy a leer para no interpretar:
“Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes». (53)
En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe. La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.” (54)
Hemos escuchado las palabras del papa Francisco que nos llaman a la acción. Nos dice que estos sistemas económicos imperantes no sirven, que tenemos que acabar con la inequidad y la exclusión.  La democracia cristiana ha probado tener una buena política con la Economía Social y Ecológica de Mercado.  Cuando estudiamos las posibilidades en cada país hay que ver su realidad y la mejor forma de aplicarla.  En las próximas charlas tendremos una visión más completa desde la sociedad y desde la propia economía.
Quiero dejarlos con este pensamiento: los demócrata cristianos aspiramos al poder con una sociedad plural y solidaria;  con una democracia representativa y participativa, donde se respete la dignidad de la persona humana, se promueva el bien común para lograr la justicia social y se implemente una economía social y ecológica de mercado.

Muchas gracias

POR UNA ECONÓMIA SOCIAL Y ECOLÓGICA DE MERCADO


POR UNA ECONOMÍA SOCIAL Y ECOLÓGICA DE MERCADO

POR UNA ECONOMÍA SOCIAL Y
ECOLÓGICA DE MERCADO
Comision Asesora
I.- INTRODUCCIÓN
El Medio Ambiente y el Desarrollo Sustentable, constituyen uno de los pilares de las Propuestas de la Democracia en América.
Los valores que inspiran al Humanismo Cristiano, frente a la dimensión Ambiental, son eje diferenciador con otras fuerzas políticas de nuestro continente.
Tal y como lo ha establecido la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) "los Humanistas Cristianos tenemos un compromiso con el medio ambiente distinto en esencia al propugnado por el humanismo laico; el marxismo o el ecologismo, ya que la responsabilidad de la Creación ha sido asignada al ser humano y no responde sólo a consideraciones de supervivencia o respecto al sometimiento del hombre sobre la naturaleza” (ODCA. Propuesta Programática de Medio Ambiente).
Nos manifestamos claramente por un sistema económico que conjugue nuestros valores esenciales, tales como la solidaridad, la equidad, la justicia, la democracia y la libertad, con la preservación ambiental y el uso racional de los recursos naturales; en este sentido, hacemos nuestra, la idea de una economía social y ecológica de mercado, centrada en el desarrollo integral de la persona humana, idea a la cual se incorporan los valores de respeto al Medio Ambiente.
El respeto por los bienes de la Creación, la solidaridad con esta generación y las generaciones futuras, la erradicación de la pobreza, todo ello en el marco de un sistema de libertades y de crecimiento económico, donde logremos el mejoramiento permanente de la democracia, es nuestro compromiso en la búsqueda permanente del Bien Común y de la Perfectibilidad de la Sociedad.
A continuación, presentamos un conjunto de proposiciones que desarrollan el tema relativo al Medio Ambiente, dentro del programa de país,
II.- Promoción de la cultura del Desarrollo Sustentable.
El término Desarrollo Sustentable reúne dos líneas de pensamiento en torno a la gestión de las actividades humanas: una de ellas concentrada en las metas de desarrollo y la otra en el control de los impactos dañinos de las actividades humanas sobre el ambienté.
Se promovió el uso del término "Desarrollo Sustentable" en el informe de la Comisión Bruntland "Nuestro Futuro Común" publicado en 1987. El informe proporciona una de las definiciones más citadas: afirma que se deben "satisfacer las necesidades de esta generación
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sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades”
En cuanto a la definición de sustentabilidad, "La Estrategia Mundial de Conservación”, publicada en 1960, aporta un enfoque ecológico de la misma, al esbozar tres objetivos considerados necesarios para la conservación de los recursos vivos: 1) el mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales y de los sistemas que dan sostén a la vida, 2) la preservación de la diversidad genética y 3) el aprovechamiento sustentable de las especies y de los ecosistemas.
La promoción del Desarrollo Sustentable implica que el gobierno nacional asuma como política de desarrollo, la conservación y nacionalidad en el uso de los Recursos Naturales, por lo que tienen que incorporarse estos conceptos en los planes de desarrollo del país. Nuestra Constitución de 1999, recoge este criterio cuando señala entre los valores fundamentales de la República "para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica”, “el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales cómo patrimonio común e irrenunciable de la humanidad".
Esto significa entonces, promover la utilización de nuestros recursos naturales tanto renovables, como no renovables, con criterios de conservación, que permitan su preservación futura y que se reduzcan al mínimo los impactos ambientales causados como consecuencia de las actividades económicas, lo cual no es otra cosa que incorporar el ambiente, en las principales políticas públicas del Estado y hacer de la sustentabilidad la meta principal de la política económica del país.
Sin embargo, en una reforma constitucional, deben recogerse y perfeccionarse las previsiones actuales, especialmente las contenidas en el Capítulo que contiene los Derechos Ambientales, reforma que permita conferir autoridad y eficacia, a las demandas de participación ciudadana.
La meta del Desarrollo Sustentable, requiere además de procesos educativos que se orienten a sembrar conciencia en la población sobre los valores del ambiente y que además permitan modificar esas conductas aprendidas, que son agresivas contra el ambiente, por lo que la Educación Ambiental se convierte en una acción fundamental, puesto que se necesitan nuevos conocimientos, valores y aptitudes a todos los niveles y para todos los ciudadanos.
Resulta igualmente fundamental, la participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones y en las acciones orientadas a la sostenibilidad ambiental, por lo que las ONG's y las organizaciones sociales deben tener derecho a incidir en los niveles de las decisiones políticas.
En definitiva, nos proponemos impulsar un nuevo modelo, el del Desarrollo Sustentable, con un objetivo principal de bienestar humano, en armonía con la naturaleza, basado en la
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democracia participativa, en la libertad económica, en la justicia social y en la solidaridad, para las generaciones actuales y futuras.
III.- Por una política para la conservación y el aprovechamiento sostenible de nuestra biodiversidad.
La diversidad biológica se ha convertido en un importante foco de atracción, ya que en ella están contenidos los componentes básicos para la vida del hombre y los adelantos científicos llevan a demostrar que las generaciones futuras dependerán en gran medida del grado de conservación de los recursos de la naturaleza, por lo que esto se convierte en el centro de la preocupación mundial en materia de conservación ambiental.
Además, la revolución biotecnológica y la genética molecular amplían el espectro de aplicaciones y usos de nuevos productos, así como la explotación de los recursos genéticos. De este modo, las multinacionales del fármaco han puesto en marcha en la última década programas de investigación sobre las plantas medicinales procedentes de países en desarrollo ricos en biodiversidad.
En consecuencia, se infiere que la valoración, conservación y uso sustentable de la diversidad biológica, es ahora el punto de partida para la conservación de nuestro entorno, de aquí que cobre importancia capital en todas las políticas y regulaciones relacionadas con el ambiente
En tal sentido la Agenda XXI, aprobada en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (Río' 92), recoge el siguiente planteamiento: "Los bienes y los servicios esenciales de nuestro planeta dependen de la variedad y fa variabilidad de los genes, las especies, las poblaciones y los ecosistemas. Los recursos biológicos nos nutren, nos visten y nos proporcionan alojamiento, medicamentos y sustento espiritual. Los ecosistemas naturales de los bosques, las sabanas, los llanos, los desiertos, las montañas y los picos, los ríos, los lagos y los mares, contienen la mayor parte de la biodiversidad de la Tierra. Las tierras de los agricultores y los jardines son también de gran Importancia como reservas, en tanto que los bancos de genes, los jardines botánicos, los parques zoológicos y otras reservas de plasma germinal aportan una contribución pequeña pero importante. El actual empobrecimiento de la biodiversidad es en gran parte resultado de la actividad humana y constituye una grave amenaza para el desarrollo humano”.
Es por ello que se debe tomar medidas para fomentar una mayor comprensión y apreciación del valor de la diversidad biológica, manifestada tanto en sus componentes, como en los servicios ambientales prestados por los ecosistemas, así como elaborar estrategias nacionales para la conservación de la diversidad biológica y la utilización sostenible de los recursos biológicos, que deben ser ejecutadas en el ámbito de la participación ciudadana y con la colaboración de los estados y municipios.
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IV.- Por una estrategia de conservación y aprovechamiento sustentable de las aguas,
El agua es un recurso vital para la humanidad. No obstante, la preocupación por este preciado líquido, no estaba en la agenda de las prioridades del concierto mundial. La gestión sostenible del limitado recurso representa una visión de equidad social que aún no se alcanza. Igualmente, no podemos dejar de reconocer que, el acceso al agua potable para satisfacer necesidades básicas, es un derecho fundamental y una responsabilidad civil.
La realidad nos ha venido concientizando sobre la necesidad de adoptar políticas en el ámbito nacional e internacional para preservar este importante recurso, ya que cada día se agudizan los problemas relacionados con ella: escasez de agua potable afectando a millones de personas en el orbe, los altos niveles de contaminación que presentan los cuerpos de aguas, reaparición de enfermedades ya erradicadas y la desertificación que avanza en muchas regiones causando penurias a los seres humanos y todo ser viviente.
En nuestro caso en particular, la naturaleza nos ha dotado de innumerables recursos naturales, específicamente con relación al agua, Venezuela es mencionada como el vigésimo tercer (23°) país con mayores reservas, pero observamos con preocupación que muchos de nuestros cuerpos de agua dulce vienen sufriendo severos procesos de contaminación producto de la acción humana y notamos que no existe, ni una verdadera conciencia ciudadana, y mucho menos políticas públicas claramente definidas para evitar la degradación, y el mal uso del agua potable.
El agua debe considerarse además como un recurso finito, que tiene un valor económico, del que se derivan consecuencias sociales y económicas considerables, como reflejo de la importancia que tiene para satisfacer las necesidades básicas
La gestión democrática del recurso, con la participación de todos los usuarios en la toma de decisiones, está planteada como una de las vías para lograr un aprovechamiento más equitativo del preciado líquido. La cuenca, como unidad administrativa de manejo, que incluya dimensiones sociales, económicas, políticas, culturales, ambientales y físicas surge a nivel mundial como el camino para lograr balancear los distintos intereses de los usuarios en pro del bien común.
La participación pública en la planificación y gestión, mediante acuerdos para establecimiento de estructuras jurídicas e institucionales (comités de cuencas) promoverán un reparto más justo y equitativo del recurso, así como un manejo más sustentable del mismo.
La divulgación de la información hidrológica surge como una necesidad para el libre acceso dé personas e instituciones interesadas en participar en la toma de decisiones.
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“Las municipalidades suelen estar en desventaja en cuanto a formulación de políticas de manejo de aguas, pues suelen no ser propietarias de los recursos hídricos que utilizan”. (IV Dialogo Interamericano de Administración de Aguas-Foz de Iguazú, 2001).
Es por esto que la responsabilidad de las autoridades municipales en la distribución equitativa del recurso, así como la obvia contribución a la degradación de los recursos hídricos (aguas servidas), debe considerarse a la hora de un análisis integral de la cuenca. La creación de comités de cuencas, en donde las autoridades municipales participen como un ente importante dentro de los actores o usuarios, debe fomentarse para una mejor panificación integral de los recursos hídricos.
Los problemas de drenaje urbano, cada vez más frecuentes, provienen de una falta de planificación en la urbanización de nuestras ciudades, ello agravado por las improvisaciones y orientaciones populistas de los gobiernos, El respeto a las zonas inundables, demarcación de zonas vulnerables a deslaves, etc. Deben considerarse dentro del manejo de las, cuencas urbanas.
Por último, la protección a la biodiversidad de los sistemas acuáticos debe constituirse como una prioridad en la búsqueda del desarrollo sostenible. Una cuenca ambientalmente sana, representa una garantía de equilibrio ecológico.
V.- Municipalizar la Gestión Ambiental
Los gobiernos son responsables primarios del Desarrollo Sustentable. Es su deber elaborar planes tanto nacionales como regionales y locales que conlleven a la definición de políticas y estrategias, capaces de lograr una amplia participación de la comunidad incluyendo las organizaciones no gubernamentales- y el sector privado.
Los municipios juegan un rol preponderante y decisivo para lograr el Desarrollo Sustentable, siendo como son, la forma de organización más simple y más cercana a los problemas del ciudadano.
En Venezuela, los municipios tienen la potestad para ejecutar políticas de protección del ambiente y cooperación con el saneamiento ambiental, por lo que deben estar en capacidad de atender y resolver los problemas ambientales de carácter local.
Las acciones relacionadas con el aseo urbano y domiciliario, los servicios de limpieza, de recolección y tratamiento de residuos, la protección civil en materia de seguridad ambiental urbana, la contaminación sónica, la contaminación del aire por vehículos automotores, así como lo relativo a los acueductos, drenajes y cloacas, son tareas propias de las autoridades locales, que conforman la potestad que tienen los municipios en materia de protección del ambiente y cooperación con el saneamiento ambiental
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En este sentido, son fundamentales y dependen de la realidad de cada municipalidad, las ordenanzas en materia de protección ambiental, en las que se desarrollen estos principios y apliquen soluciones a los problemas ambientales de carácter local.
Sí este proceso de cambio se propicia en el ámbito local, será fundamental desarrollar acciones para crear conciencia ambiental y capacitar a los representantes de los gobiernos municipales para la gestión y toma de decisiones en esta materia. Una vez más, la Educación Ambiental resulta de vital importancia, para la ejecución eficiente de estas políticas públicas
Es por ello que proponemos confiar a los municipios la solución básica de los problemas ambientales que los afectan, quedando para el poder nacional las grandes tareas y el deber de asistir a los municipios, cuando los problemas ambientales rebasen no sólo su capacidad técnica y económica, sino también cuando estos vayan más allá de su jurisdicción.
VI.- Para mejorar el ambiente urbano y hacerlo más humano.
La calidad del ambiente urbano depende tanto de elementos físicos como de las condiciones de vida de la población. Para una buena calidad de vida urbana es necesaria una buena calidad del aire, el agua y el suelo pero también es fundamental promover la construcción de viviendas adecuadas, el establecimiento y conservación de las zonas verdes y los espacios libres, diseñar y ejecutar programas de seguridad ambiental urbana, hacer posibles las formas de recreación, etc.
Las concentraciones urbanas se caracterizan por originar problemas ambientales específicos. Por un lado, las propias condiciones de vida en el medio urbano exigen indicadores de calidad ambiental propios o singulares referidos a aspectos como la calidad del aire, la existencia de zonas verdes, el ruido o la congestión del tránsito.
Por otra parte, las ciudades originan crecientes tensiones ambientales como consecuencia de la presión que ejercen sobre los recursos naturales que les sirven de sustento, así como por la contaminación inherente a los vertidos de gran parte de estos recursos en forma de residuos (aguas residuales urbanas, basuras, etc.) o por la propia expansión física originando, la ocupación irreversible de suelo.
En este sentido, la pobreza crítica reduce la capacidad para acceder a los recursos, a las oportunidades y a la tecnología, dando lugar a procesos de migración, especialmente desde le periferia hacia las grandes ciudades, lo cual hace que sean más graves los factores que agudizan los problemas ambientales.
El proceso de urbanización en Venezuela, no escapa de estos problemas, antes por el contrarío adquirió en los últimos años características tales, que su velocidad y, en cierto modo, su desorden, imponen a nuestras ciudades unas cualidades poco humanas.
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De igual manera, nuestras ciudades y poblaciones urbanas, por efecto en parte del crecimiento desordenado y en gran parte como consecuencia de la pobreza, se han desarrollado en espacios inseguros, haciéndolas vulnerables a deslizamientos, inundaciones y todo tipo de desastres naturales, que ponen en peligro la seguridad de los bienes y la vida misma de sus habitantes. En este tema, los municipios deberán jugar un papel fundamental en el diseño de políticas públicas de seguridad ambiental urbana, que atiendan los efectos de la naturaleza antes, durante y con posterioridad a la ocurrencia de dichos eventos, lo cual requiere de adecuados sistemas de planificación, que permitan atender con eficacia y eficiencia estas situaciones.
La urbanización imprevista, la falta de inversiones en el mantenimiento y cuidado de las ciudades y el deterioro de la calidad de vida, no son sino la consecuencias de un "crecimiento no planificado". Sobre la base de estos antecedentes y tal como lo señala la ODCA en la Propuesta Programática de Medio Ambiente el desarrollo urbano "debe planificarse considerando la armonía entre los asentamientos humanos y el medio ambiente, sobre la base del ordenamiento territorial y la participación ciudadana, propugnando la relocalización de aquellos asentamientos situados en zonas frágiles o vulnerables”
Hacer frente a estos problemas, resulta fundamental si pretendemos mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y humanizar nuestras ciudades.
VII.- por una Economía Social y Ecológica de Mercado.
En la economía de mercado, las relaciones económicas se rigen por las leyes de la oferta y la demanda, sin importar los efectos sociales que ello conlleva, y sin que nadie intervenga para revertir el daño causado.
En la Economía Social de Mercado, el Estado interviene para corregir estos desequilibrios, en tanto y en cuanto su intervención se haga necesaria. Rige la máxima "tanto mercado como sea posible, tanto estado como sea necesario". Tanto mercado cuanto sea posible, para fortalecer la iniciativa privada, con características de eficacia y eficiencia, así como la responsabilidad hacia sí misma de cada persona; tanto Estado cuanto sea necesario para garantizar la competencia con criterios de Justicia y equidad, así como la convivencia en una adecuado orden social.
En la Economía Social y Ecológica de Mercado, se mantiene esta intervención básica del estado en la economía, pero se incorpora la variable ambiental a las reglas del mercado y del estado. Su fundamento intelectual es la idea de la libertad responsable, que nace del concepto cristiano del ser humano y que se opone a la economía planificada socialista y a las formas económicas de tendencia liberal, exentas de control.
Por ello, el Estado debe establecer las condiciones para fortalecer las formas de autorregulación en el sector económico, en las que los individuos y las empresas, asuman
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con firmeza su compromiso ecológico y social y comprometer a todos los que participan en la vida económica, a respetar las exigencias sociales y las exigencias de respeto al ambiente.
La Economía Social y Ecológica de Mercado permite, como ningún otro orden económico, la realización de nuestros valores fundamentales: libertad, solidaridad y justicia; sus bases están constituidas sobre el rendimiento y sobre la justicia social, sobre la competencia y sobre la solidaridad, sobre la responsabilidad personal y sobre la seguridad social.