viernes, 1 de diciembre de 2023

CUATRO CUARTAS Y UN JEME.


 

CUATRO CUARTAS Y UN JEME.

Cuatro cuartas y un jeme me separaban de ella, yo estaba seguro que esa era la distancia exacta y milimétrica que había medido durante todo el año y por lo tanto no tenía la más mínima duda, pues todos los días y a la hora del recreo, cuando la maestra Isabelina Silva daba la orden de partida para ir al bochinche de media mañana, yo me quedaba simulando estar adormecido para salir de último y cerciorarme en posición oblicua y poder medir que exactamente a cuatro cuartas y un jeme estaba la presencia transparente y perturbadora    que me hacía saltar el corazón en milésimas de pedazos durante todo el tiempo que esa sobrenatural distancia me acosaba a cada instante sin darme una salida parsimoniosa a mi angustia delirante de niño atrevido cargado de la incomprensión del amor huidizo y terrorífico.

Todos en el salón de clases me consideraban como el imbécil del salón , solo Alberto Pereira, el hijo del  del Sr Joao  Pereira , dueño de la Panadería Lisboa Mía, llegado de Portugal a estas tierras tropicales huyendo de la segunda guerra mundial, era el único que de vez en cuando desviaba la mirada para contemplar el rito que con lentos y nerviosisimos  movimientos yo hacía en el sucio piso midiendo la distancia entre mi pupitre y el de ella.

Pero en el fondo no era esa distancia, entre su silla y la mía, que medía con tanta preocupación y momentánea ansiedad , lo que realmente trataba de establecer era la distancia de su corazón con el mío,  porque cada vez que se sentaba exactamente a cuatro cuartas y un jeme mi corazón se encabristaba locamente y las ideas, el razonamiento y la postura de pantalones cortos de un niño de 10 años volaban con tiernas travesuras a través de unos barrotes de color rojo y azul, era como si mi cerebro se calentara y la única manera de apagar esa furia de calor que recorría mis venas sería abrazarla y decirle que esa  distancia de cuatro cuartas y un jeme ponía en peligro la existencia de mi angustiosa e infantil vida.

Llegó el día indeseado, la maestra Isabelina Silva se le ocurrió en el mes de diciembre celebrar la navidad de las naciones nórdicas en tierras tropicales y nos vistió con unos disfraces del polo norte calurosos, gruesos y estrambóticos, ridículos y cursis que parecíamos una imitación mal echa de una placenta de oso cruelmente inacabada y no deseada.

Ella María Eliza apenas a cuatro cuartas y un jeme de mí tenía tanta fuerza en sus labios y en sus cejas y en sus ojos y en sus dedos que un dia 14 de febrero el  dia que la maestra nos dijo que era el dia del amor y la amistad se me subió la vergonzosa idea de regalarle una flor de parcha, la flor más bella de entre las flores del parchal de mi abuela Gumersinda Vegas de la serranía y hondonadas del hermoso y cariñoso caserío Ira y yo creí que podía acortar la distancia entre el pupitre de mi corazón y el pupitre de las cuatro cuartas y un jeme, la ví, ella me vió, me sonrió, me sonreí, y yo quedé tendido mirando al cielo  en un ataque de pánico de nervios  infantiles  como si estuviese en  un sofá de cuatro cuartas y un jeme , me moría de emoción cuando ella agarró mis manos con las suyas y el  calor de su hálito y de su sangre se depósito en mi cuerpo entero, asentó su rescoldo excitante en mi piel y me llevo a medio jeme de su corazón, me sentí tan despatarrado que sucumbí ante la mirada de sus cabellos y me arroje al mar infinito de mis ilusiones de cuatro cuartas y un jeme..........

(01/12/23).