Los laberintos de la censura; por Marcelino Bisbal
Marcelino Bisbal · Thursday, June 23rd, 2016
Si algo ha caracterizado a este proceso político, a este régimen que se inició en 1999,
es la avidez o la pasión por la censura en todos los órdenes de la vida pública; pero
muy especialmente en lo que tiene que ver con los medios de comunicación y el
periodismo que se ejerce desde ellos. Aunque la censura es inconstitucional, desde
que el país entró en la era democrática iniciada en 1945 con la instauración de la
Primera República Liberal Democrática, según nos apunta el historiador Germán
Carrera Damas, a lo largo del tiempo ha habido serios intentos y acciones que han
limitado el pleno y plural ejercicio de comunicar. Este es un concepto, como nos
refiere Antonio Pasquali, mucho más amplio y omnicomprensivo, que abarca a la
libertad de expresión como derecho, no sólo de los que ejercen el oficio de la
comunicación, sino de todos los humanos por el hecho de estar en el mundo y convivir
con los otros.
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Sin embargo, la comprobación histórica de cómo se ha venido ejerciendo ese derecho
nos hace afirmar que en estos tiempos de la llamada revolución bolivariana han
ocurrido acontecimientos y episodios que alcanzan límites extremos que no
conocíamos. Avalados además por una jurisprudencia que se dice democrática y que
tiene como objetivo declarado alcanzar una falsa idea de la necesaria democratización
de las comunicaciones. Allí están todos los informes, documentos y declaratorias
elaborados por organizaciones no gubernamentales, tanto locales como
internacionales, que se han dedicado a auscultar el estado de ese derecho año tras
año.
Tales diagnósticos nos hablan de cómo el Gobierno le ha dado una gran importancia al
control de los medios y sus informaciones, de cómo el Gobierno ha impuesto un juego
político cada vez más cercano a la antipolítica y una retórica que altera radicalmente
el lugar que ocupaba la política… ¿Y cuál ha sido el resultado de esas imposiciones?
Germán Carrera Damas en su voz de alerta titulada En defensa de la República (2013)
lo expresa de manera muy clara cuando nos dice que la República está amenazada al
ver como sus bases se van erosionando y destruyendo poco a poco. Confiesa el
historiador que:
Hace algún tiempo que vengo dando, por esta vía, la voz de alerta ante lo que
he denominado la demolición de la República, concebida como la manera de
abolir el ejercicio de la Soberanía Popular como fuente necesaria de la
legalidad y legitimidad del Poder Público (…) Hemos desembocado, de esta
manera, en una situación en la cual toda comparecencia ante la Soberanía
Popular se ha vuelto temible para el régimen. Hasta el punto de que sus
usufructuarios sienten la necesidad no ya de falsear los términos de esa
comparecencia, sino de hacerla innecesaria.
II
En Venezuela se ha dado y se sigue dando aún, en los círculos académicos, entre los
periodistas, los opinadores y en la propia sociedad civil, el debate de si el Gobierno
que hoy tenemos es una dictadura, un régimen autoritario, un autoritarismo electoral
o lo que han llamado un neoautoritarismo. Visto todo lo que ha venido ocurriendo a lo
largo de estos años, yo me inclinaría por caracterizar al Gobierno, siguiendo a
Umberto Eco, como un régimen totalitario de hecho.
Estamos en presencia de un Gobierno que tiene todo el poder, que ha secuestrado las
instituciones del Estado, que desconoce el voto popular y que monopoliza –por
diversas vías– los flujos de información prácticamente controlando todas las fuentes
comunicativas. Es un régimen de hecho porque sus acciones públicas no se justifican
con ideas y debates, sino con imposiciones que deja traslucir la presencia cada vez
más marcada de la barbarie frente a la civilidad. “La instauración de un régimen
totalitario de hecho (que, repito se instaura más allá de las voluntades individuales) no
forma parte de ninguna dialéctica democrática” nos referirá Eco.
En el campo de las comunicaciones, la política del régimen totalitario de hecho es
controlar a los medios de comunicación y a sus comunicadores. Hoy, el control se
ejerce por vías sofisticadas, por lo tanto sus resultados generan autocensura,
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complacencia y sumisión frente al poder. Entramos así en un régimen de censura.
A principios de junio el Tribunal Supremo de Justicia emitió una sentencia prohibiendo
a los medios digitales difundir videos de linchamientos a través de sus páginas de
Internet y las redes sociales, haciendo que esta medida, según reza la sentencia Nº
429/2016, se extienda a todos los medios de comunicación. Expresa la sentencia: “La
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra el derecho a una
información oportuna y veraz. Partiendo de allí, los comunicadores sociales tienen el
derecho de expresar periodísticamente un hecho noticioso y los usuarios y usuarias
tienen el derecho de recibir una información adecuada, pero estos derechos no deben
crear zozobra e incertidumbre en la población, ya que el ejercicio de la comunicación
social debe contribuir con el desarrollo integral del individuo y de la sociedad”. Y
añade: “La difusión de estos videos podrían exaltar (…) el fomento de la anomia, el
irrespeto a las leyes y a los derechos humanos”. Otro tanto podríamos decir los
ciudadanos ante lo que sucede en el país con relación al tema del desabastecimiento
de alimentos y de medicinas negadas por el alto Gobierno; ante la presencia de una
retórica descalificadora, excluyente, insultante y mentirosa sobre la realidad
inmediata; ante la omisión estatal hacia la violencia creciente; ante las altas tasas de
impunidad frente a hechos delictivos; ante las 2.779 protestas ocurridas en estos
meses del año por la situación que vive el país.
Esta acción de censura y su justificación, que va en sentido contrario a lo que dice el
artículo 58 de la Constitución, que prohíbe la censura previa, se suma a todo un
conjunto de agresiones físicas y jurídicas hacia los medios y los periodistas. La lista es
larga:
— En lo que va de año, la ONG Espacio Público detectó 40 casos de
intimidación a los medios (confiscación de equipos, detenciones e
impedimento de cobertura) y 19 casos de agresión.
— La prohibición del TSJ a la publicación de fotografías de crímenes,
alegando el bienestar de los niños y adolescentes.
— La prohibición de publicar avisos clasificados con contenido sexual, por ser
denigrantes de la mujer.
— El espionaje comunicacional que atenta contra la privacidad de las
comunicaciones.
— El número de acciones legales por los delitos de difamación e injuria ha
crecido en estos años. El caso más emblemático es el de El Nacional, Tal Cual
y La Patilla por haber reproducido un reportaje del diario ABC de España en
donde se vincula a Diosdado Cabello con el narcotráfico. Se le ha prohibido a
sus directivos (22 personas) salir del país.
— La condena a cuatro años de prisión por difamación e injuria del editor del
diario Correo del Caroní por informar la corrupción existente en la empresa
estatal del hierro en Ciudad Guayana.
… y un largo etcétera.
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Después, el ministro para la Comunicación e Información nos dice:
“En Venezuela hay un verdadero ejercicio de la libertad de expresión. Hay
algo que nosotros no podemos negar. Hoy en nuestro país la población en
general tiene muchísimas mayores posibilidades de expresarse libremente a
través de los medios de comunicación. Hablamos incluso de la posibilidad de
que hoy millones de venezolanos, a través de medios comunitarios, a
cualquier localidad que tú vayas del país, cualquiera de nosotros lo puede
comprobar, hay una radio comunitaria, hay una televisora comunitaria, hay
un periódico comunitario, hay colectivos que utilizan ahora redes sociales.
Nosotros hacemos un verdadero ejercicio de la libertad de expresión”.
III
Ante el des-orden que reina en el país y que desde el poder se quiere ignorar u
ocultar, por aquello que nos apunta el escritor Arturo Pérez–Reverte cuando expresa
que:
Aquel objetivo elemental, que era obligar al lector a reflexionar sobre el
mundo en el que vivía, proporcionándole datos objetivos con los que conocer
este, y análisis complementarios para mejor desarrollar ese conocimiento,
casi ha desaparecido. Parecen volver los viejos fantasmas, las sombras
siniestras que en los regímenes totalitarios planeaban, y aún lo hacen, sobre
las redacciones. Lo peligroso, lo terrible, es que no se trata esta vez de
camisas negras, azules, rojas o pardas, fácilmente identificables. La sombra
es más peligrosa, pues viene ahora disfrazada de retórica puesta al día, de
talente tolerable, de imperativo técnico, de sonrisa democrática. Pero el
hecho es el mismo: el poder y cuantos aspiran a conservarlo u obtenerlo un
día no están dispuestos a pagar el precio de una prensa libre, y cada vez se
niegan a ello con más descaro.
Por eso, la metáfora del periodista Ryszard Kapuscinski cuando expresaba que “El
trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz,
para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”, cobra vigencia en esta
Venezuela de hoy.
blog sobre aspectos sociales, políticos y educativos de America Latina y el Caribe
sábado, 25 de junio de 2016
LA PRODUCCIÓN REVOLUCIONARIA DE LA INFORMACIÓN
La producción revolucionaria de información; por
Marcelino Bisbal
Marcelino Bisbal · Thursday, June 9th, 2016 .
El deber ser El texto podría haberse titulado también La producción social de información/comunicación, pero, finalmente, nos decidimos por el que encabeza este breve ensayo, porque hay una manera muy particular de producir y difundir información –llamémosla genéricamente comunicación pública– en esto que han llamado el proceso revolucionario que hoy vivimos. La producción social de información/comunicación, sin identificar al productor-emisor de la misma, responde a la idea de que a la hora de estudiar cómo se construye y reconstruye la información que va destinada a la comunicación pública, hay que Prodavinci - 1 / 5 - 09.06.2016 2 analizar todo el conjunto de relaciones que se dan entre sociedad y comunicación. Quien más ha estudiado el tema en nuestro espacio iberoamericano es el español Manuel Martín Serrano que nos dice al respecto lo siguiente: “Estudia [la producción social de información/comunicación] cómo se produce una clase de bienes fabricados para abastecer a la comunidad de información: los productos comunicativos. Analiza el uso que se hace de esa información para contribuir a la producción reproducción de la sociedad. Pone en relación las peculiaridades materiales y narrativas de los productos comunicativos con las funciones que cumplen en cada sociedad”. La razón de ser del periodismo y su oficiante, el comunicador profesional, es mirar con cierta autonomía y asepsia posible, los aconteceres, los hechos que configuran la vida pública. Periodismo no es sólo producir noticias, es algo más. Tampoco es producir entrevistas, crónicas, reportajes… es desentrañar el nudo de relaciones que se dan en una sociedad, en una comunidad. No es acumular tan solo datos y darlos a conocer, es intentar explicar los hechos que se dan en la realidad a través de esos datos; esto requiere del conocimiento para dotar de explicaciones desde los distintos géneros periodísticos que se emplean para transmitir la información/comunicación. El periodista debe estar consciente que sus productos comunicativos se van a constituir en el referente cultural para una buena parte de la sociedad. La agenda (se le nombra como agenda setting), que diariamente nos presentan los medios de comunicación –tanto los convencionales (la prenda, radio y televisión) como los no convencionales o nuevos medios (el internet y las redes sociales)-, se convierte en la realidad misma, dejando de lado otras realidades. Digamos entonces que el periodismo, desde sus orígenes, lo que hace es configurar la opinión pública porque le permite ejercer una influencia sustantiva sobre la vida política y social. De ahí la situación privilegiada y crítica del llamado campo comunicativo en donde se mueve la producción social de información. II Lo que es He traído esa referencia conceptual para tratar de ilustrar y de entender cómo se oficia el periodismo en el conjunto de medios que hoy configuran la plataforma mediática del régimen. De la misma forma, mostrar cómo esos medios gubernamentales, agrupados de manera monolítica alrededor del poder, disimulan y fingen una realidad que no existe. Es lo que nos apunta Jean Baudrillard: “Así, pues, fingir, disimular, dejan intacto el principio de realidad”. Es decir, desde el periodismo rojo rojito y los medios que él hace posible, se enmascara la actualidad negándola de manera radical o simplemente manipulándola por razones impuestas desde el poder. El periodista revolucionario y sus medios también revolucionarios han transformado al periodismo que ellos hacen y transmiten en un puro simulacro. Los referentes que hoy vemos a nuestro alrededor, en donde los problemas de desabastecimiento de alimentos y medicinas van creciendo; en donde la violencia y la inseguridad tienen curvas cada vez más ascendentes; en donde los derechos sociales están subordinados a los derechos militares y al grupo que ostenta el poder; en donde todos los días se le Prodavinci - 2 / 5 - 09.06.2016 3 da un golpe de Estado a la Constitución; en donde el lenguaje de la autoridad ya no sirve para nombrar las cosas sino para decirnos que lo real ya no es lo que es; en donde se inventan enemigos internos y externos para ocultar la ineficacia y la incapacidad de sus conductas públicas; en donde la masacre social, económica, educativa, cultural y política se ha desatado como nunca habíamos visto en Venezuela…; nos sirven para ver cómo es la conformación y reproducción periodística del hecho, como lo legitiman al relatarlo de una u otra forma y cuáles son las imágenes que emplean para hacer visible lo invisible. El modelo periodístico que emana todos los días dentro de ese gran y novedoso entramado mediático que el Gobierno ha edificado en estos diecisiete años, no ha servido para darle voz y formar voces de los distintos sectores sociales que hoy conviven en el país. La llamada información oficial ha practicado sistemáticamente la subinformación produciendo la pseudoinformación. En un régimen como el que se ha ido conformando a lo largo de todo este tiempo, bastante, por cierto, la apropiación de la información y el control de ella es clave para la perpetuación del régimen. Edgar Morín nos lo apunta de manera bien clara: “La apropiación monopolista de la información no es una característica secundaria, sino que constituye una piedra angular del poder totalitario. Este tiene necesidad de la subinformación, de la pseudoinformación, de la contrainformación, no solamente para enmascarar su verdadera naturaleza, sino también para realizar su verdadera naturaleza. Sin la producción/reproducción permanente de la leyenda, sin el filtro, rechazo y destrucción de la información, el sistema no podría perpetuarse y reprudcirse”. El periodismo que se hace desde el poder, obedeciendo a la voluntad del mismo poder, ha servido, y sirve, para no informar, sino para hacer desaparecer toda forma de pluralidad de criterios, de discernimiento, y para sustituir la realidad por una ficción, por un puro simulacro. El periodista Alonso Moleiro nos ilustra esta idea cuando nos expresa que: “No pueden las circunstancias complacer a los analistas, articulistas y reporteros chavistas. Las complejidades de la realidad, las contradicciones de la humanidad, los problemas del país, superan con creces cualquier idea fija, cualquier desajuste emotivo, cualquier complejo personal disfrazado de pasión justiciera, cualquier receta ideológica. La visión totalizadora que alimenta el credo chavista y la filiación de sus seguidores a los pareceres personales de una persona impiden al oficialismo tener hacia el en torno la aproximación flexible, condicionada, casuística y mixta que todo periodista debe tener. Es imposible ser periodista y aspirar a tener calidad profesional y credibilidad si no se sabe dudar”. III El libreto rojo rojito Hagamos una experiencia. Sentémonos frente a la pantalla televisiva y veamos durante una semana cualquiera de los diecisiete canales de televisión que hoy posee el Prodavinci - 3 / 5 - 09.06.2016 4 Gobierno; veamos el grupo de periódicos que conforman el campo de la prensa oficialgubernamental (con el Correo del Orinoco al frente y los ocho restantes que se editan en distintas partes del país); escuchemos las más de 160 radio para-públicas comunitarias habilitadas y alguna de las casi 3.000 que existen de forma ilegal; sintonicemos cualquiera de las 37 televisoras para-públicas comunitarias; entremos en la gran cantidad de sitios web que figuran como alternativa bolivariana… para percatarnos en vivo y directo de la uniformidad del mensaje, de la presencia de unos contenidos que de ninguna forma hacen cuestionamiento político al Gobierno y sus políticas, de la ausencia del libre juego de las ideas y de la presencia de un periodismo que oculta y/o manipula hechos de la realidad. La argentina María Matilde Sosa –periodista simpatizante con el proceso– lo justifica así: “Acá en Venezuela en este aspecto de la GBI (Guerra de Baja Intensidad) con ataques masivos comunicacionales, que la convierten en Guerra de Alta Intensidad se entiende que la comunicación es un arma, y va de suyo entender por tanto, que el ejercicio de la profesión es una herramienta para la batallas de las ideas, tanto como para el soldado el fusil”. Así, se puede entender cómo lo que desde el Gobierno se denomina la verdad revolucionaria (también verdad oficial) debe estar por encima de la verdad noticiable. ¿Qué es lo noticiable para y desde el poder? Aquello que no cuestione al propio poder y para tal fin dos son las operaciones a ejercer: simplemente discriminando informativamente los hechos o absteniéndose de informar. El des-orden impuesto desde la autoridad central, junto a la crónica oficial y la “densidad monolítica de los medios gubernamentales” hacen que la información, que debería ser la esencia de la vida democrática, sea todo lo contrario a lo que la misma noción de información anuncia. Es decir, la información como bien público y no como un bien restringido en razón de una anacrónica ideología. El des-orden comunicativo, junto a los otros des-órdenes, va del cinismo a la arrogancia y una cita del mexicano Carlos Monsiváis nos lo hace ver cuando nos dice: “Sólo les queda de relieve la intolerancia, el nivel preverbal, los vínculos entre pérdida de vocabulario y renuncia a cualquier poder expresivo, la angustia de quienes creen representar las convicciones mayoritarias y de pronto se sienten en minoría”.
El deber ser El texto podría haberse titulado también La producción social de información/comunicación, pero, finalmente, nos decidimos por el que encabeza este breve ensayo, porque hay una manera muy particular de producir y difundir información –llamémosla genéricamente comunicación pública– en esto que han llamado el proceso revolucionario que hoy vivimos. La producción social de información/comunicación, sin identificar al productor-emisor de la misma, responde a la idea de que a la hora de estudiar cómo se construye y reconstruye la información que va destinada a la comunicación pública, hay que Prodavinci - 1 / 5 - 09.06.2016 2 analizar todo el conjunto de relaciones que se dan entre sociedad y comunicación. Quien más ha estudiado el tema en nuestro espacio iberoamericano es el español Manuel Martín Serrano que nos dice al respecto lo siguiente: “Estudia [la producción social de información/comunicación] cómo se produce una clase de bienes fabricados para abastecer a la comunidad de información: los productos comunicativos. Analiza el uso que se hace de esa información para contribuir a la producción reproducción de la sociedad. Pone en relación las peculiaridades materiales y narrativas de los productos comunicativos con las funciones que cumplen en cada sociedad”. La razón de ser del periodismo y su oficiante, el comunicador profesional, es mirar con cierta autonomía y asepsia posible, los aconteceres, los hechos que configuran la vida pública. Periodismo no es sólo producir noticias, es algo más. Tampoco es producir entrevistas, crónicas, reportajes… es desentrañar el nudo de relaciones que se dan en una sociedad, en una comunidad. No es acumular tan solo datos y darlos a conocer, es intentar explicar los hechos que se dan en la realidad a través de esos datos; esto requiere del conocimiento para dotar de explicaciones desde los distintos géneros periodísticos que se emplean para transmitir la información/comunicación. El periodista debe estar consciente que sus productos comunicativos se van a constituir en el referente cultural para una buena parte de la sociedad. La agenda (se le nombra como agenda setting), que diariamente nos presentan los medios de comunicación –tanto los convencionales (la prenda, radio y televisión) como los no convencionales o nuevos medios (el internet y las redes sociales)-, se convierte en la realidad misma, dejando de lado otras realidades. Digamos entonces que el periodismo, desde sus orígenes, lo que hace es configurar la opinión pública porque le permite ejercer una influencia sustantiva sobre la vida política y social. De ahí la situación privilegiada y crítica del llamado campo comunicativo en donde se mueve la producción social de información. II Lo que es He traído esa referencia conceptual para tratar de ilustrar y de entender cómo se oficia el periodismo en el conjunto de medios que hoy configuran la plataforma mediática del régimen. De la misma forma, mostrar cómo esos medios gubernamentales, agrupados de manera monolítica alrededor del poder, disimulan y fingen una realidad que no existe. Es lo que nos apunta Jean Baudrillard: “Así, pues, fingir, disimular, dejan intacto el principio de realidad”. Es decir, desde el periodismo rojo rojito y los medios que él hace posible, se enmascara la actualidad negándola de manera radical o simplemente manipulándola por razones impuestas desde el poder. El periodista revolucionario y sus medios también revolucionarios han transformado al periodismo que ellos hacen y transmiten en un puro simulacro. Los referentes que hoy vemos a nuestro alrededor, en donde los problemas de desabastecimiento de alimentos y medicinas van creciendo; en donde la violencia y la inseguridad tienen curvas cada vez más ascendentes; en donde los derechos sociales están subordinados a los derechos militares y al grupo que ostenta el poder; en donde todos los días se le Prodavinci - 2 / 5 - 09.06.2016 3 da un golpe de Estado a la Constitución; en donde el lenguaje de la autoridad ya no sirve para nombrar las cosas sino para decirnos que lo real ya no es lo que es; en donde se inventan enemigos internos y externos para ocultar la ineficacia y la incapacidad de sus conductas públicas; en donde la masacre social, económica, educativa, cultural y política se ha desatado como nunca habíamos visto en Venezuela…; nos sirven para ver cómo es la conformación y reproducción periodística del hecho, como lo legitiman al relatarlo de una u otra forma y cuáles son las imágenes que emplean para hacer visible lo invisible. El modelo periodístico que emana todos los días dentro de ese gran y novedoso entramado mediático que el Gobierno ha edificado en estos diecisiete años, no ha servido para darle voz y formar voces de los distintos sectores sociales que hoy conviven en el país. La llamada información oficial ha practicado sistemáticamente la subinformación produciendo la pseudoinformación. En un régimen como el que se ha ido conformando a lo largo de todo este tiempo, bastante, por cierto, la apropiación de la información y el control de ella es clave para la perpetuación del régimen. Edgar Morín nos lo apunta de manera bien clara: “La apropiación monopolista de la información no es una característica secundaria, sino que constituye una piedra angular del poder totalitario. Este tiene necesidad de la subinformación, de la pseudoinformación, de la contrainformación, no solamente para enmascarar su verdadera naturaleza, sino también para realizar su verdadera naturaleza. Sin la producción/reproducción permanente de la leyenda, sin el filtro, rechazo y destrucción de la información, el sistema no podría perpetuarse y reprudcirse”. El periodismo que se hace desde el poder, obedeciendo a la voluntad del mismo poder, ha servido, y sirve, para no informar, sino para hacer desaparecer toda forma de pluralidad de criterios, de discernimiento, y para sustituir la realidad por una ficción, por un puro simulacro. El periodista Alonso Moleiro nos ilustra esta idea cuando nos expresa que: “No pueden las circunstancias complacer a los analistas, articulistas y reporteros chavistas. Las complejidades de la realidad, las contradicciones de la humanidad, los problemas del país, superan con creces cualquier idea fija, cualquier desajuste emotivo, cualquier complejo personal disfrazado de pasión justiciera, cualquier receta ideológica. La visión totalizadora que alimenta el credo chavista y la filiación de sus seguidores a los pareceres personales de una persona impiden al oficialismo tener hacia el en torno la aproximación flexible, condicionada, casuística y mixta que todo periodista debe tener. Es imposible ser periodista y aspirar a tener calidad profesional y credibilidad si no se sabe dudar”. III El libreto rojo rojito Hagamos una experiencia. Sentémonos frente a la pantalla televisiva y veamos durante una semana cualquiera de los diecisiete canales de televisión que hoy posee el Prodavinci - 3 / 5 - 09.06.2016 4 Gobierno; veamos el grupo de periódicos que conforman el campo de la prensa oficialgubernamental (con el Correo del Orinoco al frente y los ocho restantes que se editan en distintas partes del país); escuchemos las más de 160 radio para-públicas comunitarias habilitadas y alguna de las casi 3.000 que existen de forma ilegal; sintonicemos cualquiera de las 37 televisoras para-públicas comunitarias; entremos en la gran cantidad de sitios web que figuran como alternativa bolivariana… para percatarnos en vivo y directo de la uniformidad del mensaje, de la presencia de unos contenidos que de ninguna forma hacen cuestionamiento político al Gobierno y sus políticas, de la ausencia del libre juego de las ideas y de la presencia de un periodismo que oculta y/o manipula hechos de la realidad. La argentina María Matilde Sosa –periodista simpatizante con el proceso– lo justifica así: “Acá en Venezuela en este aspecto de la GBI (Guerra de Baja Intensidad) con ataques masivos comunicacionales, que la convierten en Guerra de Alta Intensidad se entiende que la comunicación es un arma, y va de suyo entender por tanto, que el ejercicio de la profesión es una herramienta para la batallas de las ideas, tanto como para el soldado el fusil”. Así, se puede entender cómo lo que desde el Gobierno se denomina la verdad revolucionaria (también verdad oficial) debe estar por encima de la verdad noticiable. ¿Qué es lo noticiable para y desde el poder? Aquello que no cuestione al propio poder y para tal fin dos son las operaciones a ejercer: simplemente discriminando informativamente los hechos o absteniéndose de informar. El des-orden impuesto desde la autoridad central, junto a la crónica oficial y la “densidad monolítica de los medios gubernamentales” hacen que la información, que debería ser la esencia de la vida democrática, sea todo lo contrario a lo que la misma noción de información anuncia. Es decir, la información como bien público y no como un bien restringido en razón de una anacrónica ideología. El des-orden comunicativo, junto a los otros des-órdenes, va del cinismo a la arrogancia y una cita del mexicano Carlos Monsiváis nos lo hace ver cuando nos dice: “Sólo les queda de relieve la intolerancia, el nivel preverbal, los vínculos entre pérdida de vocabulario y renuncia a cualquier poder expresivo, la angustia de quienes creen representar las convicciones mayoritarias y de pronto se sienten en minoría”.
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