sábado, 17 de agosto de 2013

KEYNESIANISMO VERDE OLIVA BOLIVARIANO.

Keynesianismo verde oliva bolivariano

La realidad del país solo evidencia la consolidación del viejo proyecto hegemónico capitalista pero con nuevos actores: los gorilas-bolivarianos.
La realidad del país solo evidencia la consolidación del viejo proyecto hegemónico capitalista pero con nuevos actores: los gorilas-bolivarianos.

El Socialfascismo bolivariano le ha dado continuidad al proyecto de dominación del pasado al compás del taconeo de la bota militar

José Rafael López Padrino
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Jose_Rafael_Lopez_Padrino_1El modelo económico implantado después de la llegada al poder del Socialfascismo bolivariano en el año 1998 ha sido un capitalismo de Estado con una marcada tendencia keynesiana. La teoría Keynesiana o Keynesianismo fue creada por John Maynard Keynes para dar repuesta a la gran depresión económica capitalista del año 1930. Más allá de toda la propaganda oficial que en forma reiterativa nos habla de socialismo, la realidad del país es muy distinta y solo evidencia la consolidación del viejo proyecto hegemónico capitalista pero con nuevos actores: los gorilas-bolivarianos.
El Socialfascismo bolivariano le ha dado continuidad al proyecto de dominación del pasado al compás del taconeo de la bota militar. Bajo la figura engañosa y leonina de las “empresas mixtas” ha proseguido la tan criticada apertura petrolera a las corporaciones transnacionales; ha profundizado nuestra economía rentista petrolera, endeudado el país en forma irresponsable e incrementado la dependencia frente a las burguesías brasileñas, estadounidenses, uruguayas y argentinas en cuanto a la importación de bienes y servicios.
Ello aunado a la destrucción de la industria nacional, una flexibilización laboral en detrimento de las conquistas laborales de los trabajadores, la imposición de impuestos regresivos y una represión y criminalización de la protesta social. Paralelamente ha asumido políticas Keynesianas reflejadas en una mayor intervención del Estado en el mercado a través del gasto presupuestario, creando o expandiendo programas de subsidio a sectores populares (misiones) cuya finalidad no ha sido romper con el circulo de pobreza en el cual se encuentran sumidos, sino el lograr un control social de los beneficiados.
Algunas de las evidencias que reflejan el fracaso del capitalismo de Estado Keynesiano y militarizado son:
1.- La inflación, la cual si proyectamos con base al promedio de la inflación intermensual de lo que va de año, tendremos un valor de 54,8% para finales del año 2013, la más alta de América y una de las mayores del mundo;
2.- La escasez de bienes de primera necesidad (leche, carne, aceite, arroz, azúcar, huevos, entre otros);
3.- Un espasmódico crecimiento del PIB (1-1,5% para finales del 2013) la cual estará entra una de las peores de continente;
4.-Una tasa de desempleo que el régimen maquilla al considerar a los beneficiarios de las misiones como no desempleados, así como una informalidad laboral (buhoneros) que alcanza la cifra del 43% de la fuerza de trabajo.
Los improvisados esfuerzos de dinamizar la economía nacional mediante la construcción de sujetos económicos populares han sido un total desastre. Las estadísticas oficiales revelan que los intentos de las cooperativas, las empresas de función social, los fundos zamoranos (formas precarias de trabajo) han sido esencialmente grandes fracasos productivos. Ni hablar  de la descabellada idea de introducir el “dinero comunal”, quimera que no funcionó a pesar de los esfuerzos del ya fallecido vocinglero de Miraflores.
El régimen pretende camuflar su fracaso con un discurso de estructura binaria, maniqueo junto a mecanismos de represión militar y criminalización de la protesta social que son insostenibles en el tiempo. Los voceros fachos, incluyendo al designado monárquico Maduro recurren a un perverso discurso dicotómico como parte de su agenda política. La lucha entre el bien contra el mal. El “bien” representado por el gorilato cívico-militar (la “revolución”) y el “mal” por los que no apoyan al proceso facho (la “contrarrevolución”).
Pero además los ingredientes fundamentales del discurso (bolivarianismo, ética y Socialismo del siglo XXI) lucen estancados y agotados como herramientas movilizadoras. Seguir apelando retóricamente a la figura de Bolívar, después de 14 años ya no tiene ningún carácter innovador. Invocar una ética altruista luce contradictoria y bufa frente a los niveles de corrupción existentes en el seno del régimen. Continuar utilizando al Socialismo del siglo XXI, batiburrillo de estatismo burgués keynesiano con un militarismo represivo y antiobrero se les hace cada día más cuesta arriba. Prueba de ese agotamiento discursivo y de un menor impacto en la ciudadanía es el sistemático deterioro de la intención del voto en favor del socialfascismo bolivariano en las últimas contiendas electorales.
Después de 14 años de fracasos y manipulaciones, de discursos ofensivos e insultantes, y de falsas promesas el Socialfascismo populista del siglo XXI apela a la criminalización de la lucha social y la represión militar a fin de perpetuarse en el poder

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