miércoles, 13 de enero de 2016

El Gatopardismo en la política venezolana o la resurrección de la IV República

El Gatopardismo en la política venezolana o la resurrección de la IV República

El cambio que nos promete la MUD es el típico Gatopardo, cambiarlo todo, para que las cosas empeoren.
El cambio que nos promete la MUD es el típico Gatopardo, cambiarlo todo, para que las cosas empeoren.

 
“Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie” (Con motivo de los pasados resultados electorales)

Pablo Hernández Parra / Soberania.org
Pablo_Hernandez_Parra_1El resultado electoral del 6 de diciembre ha sorprendido no tanto por el triunfo de la oposición sino por la diferencia de votos[1] con respecto al gobierno. En ese sentido, el llamado chavismo, como un movimiento aluvional forjado desde el Estado a partir de los cuantiosos ingresos petroleros recibidos en este período, recibe su sentencia de muerte. Si el fallecimiento de Chávez fue el plomo en el ala que le quitó el vuelo, este resultado electoral es su disparo final.
Pero -ojo-, la agonía del chavismo como “movimiento de masas” no significa en absoluto el fin del militarismo, del ejército y policías como árbitros de la política venezolana y elemento principal en cualquier “transición democrática”[2].
El mensaje enviado por la MUD al ejército en medio de la euforia del triunfo, no deja lugar a duda sobre el papel que le asigna la oposición en el cambio que prometen:
“A nuestros hermanos de la Fuerza Armada, nuestro mensaje de aprecio y de reconocimiento. Yo pido un aplauso para la Fuerza Armada Nacional, a los efectivos del Plan República. Ustedes son hermanos y hermanas, padres y madres, con la única diferencia de que visten uniforme y que los compromete con este país el sagrado juramento a la bandera. Un juramento en defensa de nuestra soberanía y nuestra patria”[3].
Por su parte, la declaración de María Corina Machado fue más tajante pues “reconoció la labor de los efectivos de la Fuerza Armada Nacional (FAN), en cuyos componentes dijo aún ‘existe la reserva moral para cumplir su papel en la transición a la democracia en paz'”[4] (subrayados nuestro). En otro escrito la señora Machado con el ya característico doble discurso de todo líder opositor, remata con esta perla: “Al cabo de 200 años de vida republicana, los venezolanos derrotaremos el militarismo. Paradójicamente, ello pasa por salvar a las FAN”[5] (¿?).
Y esta cuestión del papel del ejército como árbitro y garante de la transición no debemos perderlo de vista, porque en ella está la esencia del cambio gatopardiano en marcha. Se trata no solo de mantener los cambios principales en el Estado militar, policíaco y delictivo introducido por el gobierno de los militares, sino preparar los futuros acuerdos entre las camarillas de ambos bandos y su inevitable alianza[6], tanto para llevar adelante las negociaciones de restructuración de la deuda y conclusión del programa de ajustes con el capital internacional, así como enfrentar conjuntamente las movilizaciones, protestas y luchas en especial de los trabajadores ante el inevitable agravamiento de las condiciones de vida de estos últimos.
Ahora bien, un aspecto importante del discurso del secretario de la MUD en la madrugada del 7 de diciembre, fue el disfraz con que envuelven y envolverán su dobles discursos. ”Hoy tenemos razones para celebrar: el país pedía un cambio y ese cambio comienza hoy”.
Quien lea con detenimiento el citado discurso y lo relacione con toda la campaña electoral de la oposición, podrá ver con absoluta claridad que el cambio que nos promete la MUD es el típico Gatopardo, cambiarlo todo, para que las cosas empeoren. Y aquí, precisamente, es donde debe radicar la esencia de las luchas, programas y movilizaciones de todos las clases y sectores sociales interesados en una real transformación del país y no servir de cómplices y comparsa de esta resurrección de la IV República en pleno siglo XXI, con todos sus defectos, arbitrariedades y engaños y, si se quiere, con ninguna de sus virtudes.
El fundamento de nuestra posición es muy sencillo: el pueblo ha votado siempre por un prometido cambio[7], entendido éste básicamente como mejoramiento en sus condiciones materiales de vida y no por las abstractas promesas de “democracia, libertad e igualdad” que, como lo sentencia la historia, jamás se han cumplido para esas mayorías. Éstas, en especial la masa trabajadora, no solo ponen los votos, sino también los muertos en las “revoluciones” y, por si fuera poco, con su trabajo sostiene a la parte parasitaria de la sociedad, integrada hoy en Venezuela no solo por la burguesía y la burocracia estadal y militar, sino también entre los “excluidos de abajo”. En efecto, este gobierno movilizó a costa de la Renta Petroleraa una masa no despreciable cuya mayoría viven sin trabajar, en especial en sectores productivos o de servicios socialmente útiles y necesarios[8]. En ese sentido, los problemas y situación que llevó a la población (chavista y opositora) a votar masivamente contra el gobierno, tiene muy poco que ver con la llamada “defensa de la democracia, libertad de expresión o la libertad de los presos políticos” y si muchísimo que ver con: escasez, colas, especulación, desempleo y subempleo, bajos salarios, carencia de medicinas, repuestos, deterioro de los servicio elementales de agua, luz, transporte, inseguridad, violencia, proliferación del crimen, abuso policial y militar, impunidad galopante, corrupción creciente, etc.
Y esta situación que afecta a las mayorías de la población, donde pobreza, hambre y miseria crece día a día, tiene como causa principal -pero no única-, la situación de la economía y en especial la de su industria fundamental: PDVSA.
Por ello, en ningún momento, NI EL GOBIERNO NI LA OPOSICION a lo largo de toda la campaña electoral expusieron sus propuestas en torno a esta cuestión medular. Y no es un olvido, desconocimiento o subestimación por parte de ellos. La razón es más concreta: ambos contendientes representan y sirven a los mismos intereses y como las dos caras del dios romano Jano, son la izquierda (disfrazada de “socialista y revolucionaria”) y la derecha (disfrazada de “democrática y anticomunista”[9]) del capital y los patronos.
En ese sentido recordamos, una vez más, que el problema principal de los venezolanos lo causa ante todo la situación de la industria petrolera expresado en:
  • PDVSA está sencillamente quebrada, sin tecnología ni capital para tan solo el mantenimiento de su infraestructura, en especial las refinerías.
  • El yacimiento petrolero venezolano, en especial la Faja Petrolífera del Orinoco, ha sido privatizado vía empresas mixtas en sus principales campos en más de un 40 % a las compañías petroleras internacionales y aún a gobiernos extranjeros.
  • La producción petrolera sigue en caída libre, unida a la hipoteca de más de un tercio de la producción y la caída de los precios del petróleo. Esta situación indica con claridad que sencillamente no hay Renta Petrolera y PDVSA se mantiene a flote a través de un endeudamiento creciente del exterior, ventas de activos y los préstamos masivos del BCV en bolívares para cumplir con sus obligaciones nacionales[10].
  • PDVSA sigue comprando petróleo en el exterior, llegando estas compras hasta un tercio de sus ingresos totales. (VerAnexo 1)
  • PDVSA y el Estado venezolano a través de la estafa conocida como el Fondo Chino (pero igual sucede con otros países y compañías) no solo hipotecó su producción por un tiempo indefinido[11], sino que el famoso crédito chino no es más que un vulgar crédito atado donde el gobierno chino se paga y se da el vuelto, y los “proyectos” que desarrollan en el país, en la mayoría de ellos son ejecutados por compañías, personal e insumos provenientes de China. Este mecanismo se extiende a otras operaciones similares como son los negocios con Odebrecht, el financiamiento de la transición cubana y las “ayudas y créditos blandos” para sostener las burocracias del ALBA, Petrocaribe, países del cono sur, etc.[12].
  • La burocratización, el desmantelamiento del personal técnico de la industria[13] y el aumento desproporcionado de personal ocioso y parasitario en la industria.
Si a este desmantelamiento del país le unimos, entre otras, causas que inciden en la destrucción del país, tales como:
  • La masiva fuga de capital y la corrupción como principal mecanismo de acumulación de capital de la Boliburguesía, pero también de la burguesía y banca nacional.
  • El endeudamiento creciente del país.
  • La destrucción literal de la infraestructura eléctrica, de carreteras, red hospitalaria, servicio de agua, etc.
  • El desmantelamiento del aparato productivo nacional, en especial sus empresas básicas[14].
No hay lugar a duda que el cambio prometido por la MUD y la aparente pasividad del gobierno y militares ante el desastre electoral, esconde lo que está a la vista de todos: vamos a una transición que dejará intacto lo esencial del aparato de violencia y represión, así como sus leyes antiterroristas vigentes. Las elecciones le lavan la cara al narcoestado militar y tal como lo expresara con absoluta claridad el gánster económico Francisco Rodríguez en su informe sobre Venezuela el pasado noviembre:
“Las próximas elecciones parlamentarias tienen el potencial de alterar significativamente el panorama político y por lo tanto el menú de opciones de política económica a disposición de las autoridades”[15].
Y cuál es el menú que ofrece la banca internacional al gobierno venezolano, ahora con el apoyo de la oposición:
“¿Habrá más recortes a la importación? Seguramente, este tipo de medida son desagradables y quizás una de las principales razones por las que la actual administración parece tener un momento difícil en las encuestas para las próximas elecciones de diciembre. Pero el gobierno no tiene otra opción. El hecho de que las autoridades venezolanas hayan tomado esta ruta sugiere que temen la otra alternativa impago (Default). Y hay buenas razones para suponer que si el país entra en una cesación de pagos de su deuda, las acciones legales de los acreedores (titulares de los bonos) afectaría severamente la capacidad de la empresa petrolera estatal para generar ingresos. Venezuela podría terminar con menos ingresos –no más– como consecuencia de una situación de impago”.[16]
En resumen: Programa de Ajuste, Restructuración de la deuda o default. Tres formas de morir nos ofrecen el sicario. Y para cada una de esas muertes, “la agencia funeraria de la banca” nos ofrece los sepultureros: los gánster y sicarios, los buitres (Titulares de bonos) y en última instancia le enviaremos a los chacales (Marines)[17].
Conclusión
El resultado electoral es la consumación del pacto gobierno-oposición para preservar al Estado venezolano, lavándole la cara al actual gobierno y negociar unidos con la banca internacional la restructuración de la deuda y sobre todo enfrentar a su único enemigo: los trabajadores y empleados, asalariados públicos y privados, así como el resto de trabajadores socialmente útiles y necesarios, quienes verán deteriorarse aún más sus condiciones de vida y obligados a luchar por su simple sobrevivencia.
Esta situación impone tarea de dotarnos de una táctica política para enfrentar este nuevo engaño y sobre todo un programa que recoja las aspiraciones y necesidades de esas mayorías, perfectamente conquistables bajo el marco de las actuales condiciones. Ante la inexistencia de una clase social productiva de avanzada que lleve adelante esas transformaciones, la realidad impone como una necesidad, que dichos cambios solo serán posible en la medida que el trabajador y el asalariado público y privado adquiera conciencia de su responsabilidad histórica individual, se dote de un verdadero programa de transformación, y en la calle a través de sus luchas y organización asuma su papel de cambiar el mundo en su beneficio y no esperar en un mesías, caudillo o partido que sencillamente son organizaciones forjadas para su auto preservación y no transformar el orden y sistema existente del cual viven

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