La producción revolucionaria de información; por
Marcelino Bisbal
Marcelino Bisbal · Thursday, June 9th, 2016 .
El deber ser
El texto podría haberse titulado también La producción social de
información/comunicación, pero, finalmente, nos decidimos por el que encabeza este
breve ensayo, porque hay una manera muy particular de producir y difundir
información –llamémosla genéricamente comunicación pública– en esto que han
llamado el proceso revolucionario que hoy vivimos.
La producción social de información/comunicación, sin identificar al productor-emisor
de la misma, responde a la idea de que a la hora de estudiar cómo se construye y
reconstruye la información que va destinada a la comunicación pública, hay que
Prodavinci - 1 / 5 - 09.06.2016
2
analizar todo el conjunto de relaciones que se dan entre sociedad y comunicación.
Quien más ha estudiado el tema en nuestro espacio iberoamericano es el español
Manuel Martín Serrano que nos dice al respecto lo siguiente:
“Estudia [la producción social de información/comunicación] cómo se produce
una clase de bienes fabricados para abastecer a la comunidad de información:
los productos comunicativos. Analiza el uso que se hace de esa información
para contribuir a la producción reproducción de la sociedad. Pone en relación
las peculiaridades materiales y narrativas de los productos comunicativos
con las funciones que cumplen en cada sociedad”.
La razón de ser del periodismo y su oficiante, el comunicador profesional, es mirar con
cierta autonomía y asepsia posible, los aconteceres, los hechos que configuran la vida
pública. Periodismo no es sólo producir noticias, es algo más. Tampoco es producir
entrevistas, crónicas, reportajes… es desentrañar el nudo de relaciones que se dan en
una sociedad, en una comunidad. No es acumular tan solo datos y darlos a conocer, es
intentar explicar los hechos que se dan en la realidad a través de esos datos; esto
requiere del conocimiento para dotar de explicaciones desde los distintos géneros
periodísticos que se emplean para transmitir la información/comunicación.
El periodista debe estar consciente que sus productos comunicativos se van a
constituir en el referente cultural para una buena parte de la sociedad. La agenda (se
le nombra como agenda setting), que diariamente nos presentan los medios de
comunicación –tanto los convencionales (la prenda, radio y televisión) como los no
convencionales o nuevos medios (el internet y las redes sociales)-, se convierte en la
realidad misma, dejando de lado otras realidades. Digamos entonces que el
periodismo, desde sus orígenes, lo que hace es configurar la opinión pública porque le
permite ejercer una influencia sustantiva sobre la vida política y social. De ahí la
situación privilegiada y crítica del llamado campo comunicativo en donde se mueve la
producción social de información.
II
Lo que es
He traído esa referencia conceptual para tratar de ilustrar y de entender cómo se
oficia el periodismo en el conjunto de medios que hoy configuran la plataforma
mediática del régimen. De la misma forma, mostrar cómo esos medios
gubernamentales, agrupados de manera monolítica alrededor del poder, disimulan y
fingen una realidad que no existe. Es lo que nos apunta Jean Baudrillard: “Así, pues,
fingir, disimular, dejan intacto el principio de realidad”. Es decir, desde el periodismo
rojo rojito y los medios que él hace posible, se enmascara la actualidad negándola de
manera radical o simplemente manipulándola por razones impuestas desde el poder.
El periodista revolucionario y sus medios también revolucionarios han transformado al
periodismo que ellos hacen y transmiten en un puro simulacro. Los referentes que hoy
vemos a nuestro alrededor, en donde los problemas de desabastecimiento de
alimentos y medicinas van creciendo; en donde la violencia y la inseguridad tienen
curvas cada vez más ascendentes; en donde los derechos sociales están subordinados
a los derechos militares y al grupo que ostenta el poder; en donde todos los días se le
Prodavinci - 2 / 5 - 09.06.2016
3
da un golpe de Estado a la Constitución; en donde el lenguaje de la autoridad ya no
sirve para nombrar las cosas sino para decirnos que lo real ya no es lo que es; en
donde se inventan enemigos internos y externos para ocultar la ineficacia y la
incapacidad de sus conductas públicas; en donde la masacre social, económica,
educativa, cultural y política se ha desatado como nunca habíamos visto en
Venezuela…; nos sirven para ver cómo es la conformación y reproducción periodística
del hecho, como lo legitiman al relatarlo de una u otra forma y cuáles son las
imágenes que emplean para hacer visible lo invisible.
El modelo periodístico que emana todos los días dentro de ese gran y novedoso
entramado mediático que el Gobierno ha edificado en estos diecisiete años, no ha
servido para darle voz y formar voces de los distintos sectores sociales que hoy
conviven en el país. La llamada información oficial ha practicado sistemáticamente la
subinformación produciendo la pseudoinformación. En un régimen como el que se ha
ido conformando a lo largo de todo este tiempo, bastante, por cierto, la apropiación de
la información y el control de ella es clave para la perpetuación del régimen. Edgar
Morín nos lo apunta de manera bien clara:
“La apropiación monopolista de la información no es una característica
secundaria, sino que constituye una piedra angular del poder totalitario. Este
tiene necesidad de la subinformación, de la pseudoinformación, de la
contrainformación, no solamente para enmascarar su verdadera naturaleza,
sino también para realizar su verdadera naturaleza. Sin la
producción/reproducción permanente de la leyenda, sin el filtro, rechazo y
destrucción de la información, el sistema no podría perpetuarse y
reprudcirse”.
El periodismo que se hace desde el poder, obedeciendo a la voluntad del mismo poder,
ha servido, y sirve, para no informar, sino para hacer desaparecer toda forma de
pluralidad de criterios, de discernimiento, y para sustituir la realidad por una ficción,
por un puro simulacro. El periodista Alonso Moleiro nos ilustra esta idea cuando nos
expresa que:
“No pueden las circunstancias complacer a los analistas, articulistas y
reporteros chavistas. Las complejidades de la realidad, las contradicciones de
la humanidad, los problemas del país, superan con creces cualquier idea fija,
cualquier desajuste emotivo, cualquier complejo personal disfrazado de
pasión justiciera, cualquier receta ideológica. La visión totalizadora que
alimenta el credo chavista y la filiación de sus seguidores a los pareceres
personales de una persona impiden al oficialismo tener hacia el en torno la
aproximación flexible, condicionada, casuística y mixta que todo periodista
debe tener. Es imposible ser periodista y aspirar a tener calidad profesional y
credibilidad si no se sabe dudar”.
III
El libreto rojo rojito
Hagamos una experiencia. Sentémonos frente a la pantalla televisiva y veamos
durante una semana cualquiera de los diecisiete canales de televisión que hoy posee el
Prodavinci - 3 / 5 - 09.06.2016
4
Gobierno; veamos el grupo de periódicos que conforman el campo de la prensa oficialgubernamental
(con el Correo del Orinoco al frente y los ocho restantes que se editan
en distintas partes del país); escuchemos las más de 160 radio para-públicas
comunitarias habilitadas y alguna de las casi 3.000 que existen de forma ilegal;
sintonicemos cualquiera de las 37 televisoras para-públicas comunitarias; entremos en
la gran cantidad de sitios web que figuran como alternativa bolivariana… para
percatarnos en vivo y directo de la uniformidad del mensaje, de la presencia de unos
contenidos que de ninguna forma hacen cuestionamiento político al Gobierno y sus
políticas, de la ausencia del libre juego de las ideas y de la presencia de un periodismo
que oculta y/o manipula hechos de la realidad. La argentina María Matilde Sosa
–periodista simpatizante con el proceso– lo justifica así:
“Acá en Venezuela en este aspecto de la GBI (Guerra de Baja Intensidad) con
ataques masivos comunicacionales, que la convierten en Guerra de Alta
Intensidad se entiende que la comunicación es un arma, y va de suyo
entender por tanto, que el ejercicio de la profesión es una herramienta para la
batallas de las ideas, tanto como para el soldado el fusil”.
Así, se puede entender cómo lo que desde el Gobierno se denomina la verdad
revolucionaria (también verdad oficial) debe estar por encima de la verdad noticiable.
¿Qué es lo noticiable para y desde el poder? Aquello que no cuestione al propio poder
y para tal fin dos son las operaciones a ejercer: simplemente discriminando
informativamente los hechos o absteniéndose de informar.
El des-orden impuesto desde la autoridad central, junto a la crónica oficial y la
“densidad monolítica de los medios gubernamentales” hacen que la información, que
debería ser la esencia de la vida democrática, sea todo lo contrario a lo que la misma
noción de información anuncia. Es decir, la información como bien público y no como
un bien restringido en razón de una anacrónica ideología.
El des-orden comunicativo, junto a los otros des-órdenes, va del cinismo a la
arrogancia y una cita del mexicano Carlos Monsiváis nos lo hace ver cuando nos dice:
“Sólo les queda de relieve la intolerancia, el nivel preverbal, los vínculos entre
pérdida de vocabulario y renuncia a cualquier poder expresivo, la angustia de
quienes creen representar las convicciones mayoritarias y de pronto se
sienten en minoría”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario