viernes, 18 de octubre de 2013

QUE ES EL PROGRESISMO?

¿Qué es el progresismo?

By   /   julio 16, 2013  /   Sin Comentarios
Los Hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos:
el progresismo, una filosofía en movimiento.
Aunque los conceptos progresistas se escuchen muy de moda, no cabe duda que el progresismo no es nada nuevo. Esta idea, inspirada por fuentes humanistas, surge en Europa en respuesta al Antiguo Régimen autoritario. La filosofía progresista nace con los grandes pensadores de las Luces y durante el proceso revolucionario contra la monarquía absoluta. Las ideas progresistas emergieron ante la ausencia de libertades individuales,  en oposición a la represión de los gobiernos. Esta concepción fue el resultado del desarrollo intelectual de una élite que consideraba como centrales los conceptos de igualdad, libertad y justicia. Esta visión dio como resultado la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, la cual reconoce una serie de derechos individuales y colectivos fundamentales, inherentes a los seres humanos. Cabe destacar que tanto la Declaración, como la corriente progresista europea, fue fuertemente influida por la Guerra de Independencia de Estados Unidos en 1776.
Si bien la Declaración es reconocida por ser el texto representativo del nacimiento y del avance progresista, no era un modelo perfecto ya que excluía a algunos grupos de la sociedad como los esclavos y las poblaciones de las colonias. No obstante, la filosofía progresista siguió evolucionando y avanzando a través la historia. Especialmente mediante el proceso de industrialización y el crecimiento de los centros urbanos, fundamentales para la difusión del conocimiento.
Asimismo, muy a menudo, el progresismo parece (re)surgir en respuesta a un periodo conservador o reaccionario. Lo demuestra, por ejemplo, la ratificación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, en respuesta a las experiencias políticas totalitarias y fascistas de la Segunda Guerra Mundial. Si hay una característica fundamental del pensamiento progresista, es su capacidad de evolución y adaptación a las necesidades de los distintos pueblos en distintos momentos de su historia.
El progresismo no es nada más la idea general simplista del reformismo o del cambio.
La Real Academia Española define el progresismo como una doctrina de ideas progresivas, es decir, que avanza, favorece el avance o lo procura. Pero no tiene el objetivo de establecer una concepción universalista de la humanidad,  mediante la cual se trataría de dominar cada vez más la naturaleza a través del aumento de las capacidades productivas. No es una idea de evolución determinada o determinista de las sociedades hacia un destino común dictada por una élite dominante.
Esta visión del progresismo es mas bien un progreso doctrinal equivocado y contrario a nuestras ideas. Históricamente ese tipo de progreso ha demostrado ser catalizador de los peores desastres y atrocidades humanas. Por esto, es necesario usar cuidadosamente el término “doctrina”, ya que puede ser un detractor para la construcción y la evolución del espíritu crítico.
El progresismo como optimismo temporal y, a la vez, realismo pesimista.
El progresismo se opone al conservadurismo. Rechaza esa idea de decadencia y de determinismo político fomentado por los conservadores. El progresismo no es una visión mayoritaria de la política sesgada por el nacionalismo revolucionario mexicano.
Al contrario, las ideas progresistas encuentran sustento en la posibilidad del desarrollo y de un porvenir mejor y más prospero que el presente. Liberarse, en cierto sentido, de un pesimismo producto acontecimientos efímeros que nos ciegan del pasado y nos impiden pensar en soluciones para el futuro. No se trata tampoco de rechazar el pasado, ni negar totalmente nuestra condición presente. Tampoco se intenta fomentar una revolución armada o de involucrarse en una doctrina radical. El progresismo parte de una premisa fundamental: podríamos estar mejor.
Sin embargo, no se define por este pesimismo producto de una realidad en ocasiones abrumadora. Por el contrario, el progresismo pretende alimentar una reflexión y un debate público a través de la efervescencia intelectual y el intercambio ciudadano. De esta forma se convierte en un agente transformador, una herramienta para el optimismo. El progresismo es la creencia en el entendimiento inteligible e ilustrado del pasado para establecer y difundir un proyecto de sociedad para un porvenir mejor.
Entonces, para nosotros, el progresismo representa una forma específica de evolución reformista de la sociedad. Con el fin de mejorar el bienestar de la población, mediante la garantía y la promoción del Estado de derecho, y el fortalecimiento de la democracia social liberal. Así que el progresismo, como la democracia, es la lucha permanente hacia un horizonte. Un movimiento que siempre puede ir más allá de lo presente, más allá hacia un futuro mejor para todos.
 Los rasgos característicos de una noción dependiente de un contexto específico.
El progresismo se interpreta y se expresa en un contexto estructural, territorial y temporal en específico. Progresismo no significa lo mismo en todas las sociedades, no es una ideología universal, ni doctrinal. Lo propio del progresismo y lo que le da fuerza, es su capacidad de adaptación a una sociedad y población en específico. Sin embargo, es importante recalcar que existen algunos valores que indudablemente rigen las ideas progresistas, tales como: la abolición de la pena de muerte, la libertad y diversidad sexual, el derecho de las personas a decidir sobre su cuerpo, la laicidad, la protección y promoción de los derechos de las minorías, la libertad de expresión, el ecologismo y el compromiso para el desarrollo sustentable, la seguridad social y la garantía a una vida digna.
El progresismo es la protección y la promoción de nuestras garantías y libertades fundamentales. Es restablecer el Estado de Derecho amenazado cada día con la inseguridad paroxística en ciertos lugares del país. Pero también, es comprometerse y combatir las violaciones cotidianas de nuestras libertades fundamentales y nuestros derechos humanos básicos.
A través de las ideas progresistas no se promueve el Estado paternalista sino un Estado benefactor capaz de asegurar a cualquier individuo una vida digna mediante un sistema de seguridad social eficiente. Para esto, una recaudación de impuestos justa y progresiva es necesaria para empezar a reducir las desigualdades. Combatir las desigualdades económicas y sociales no es sólo por cuestión de ética o de justicia social sino por pragmatismo. La extrema desigualdad afecta efectivamente la productividad y el gran potencial de crecimiento económico que tiene México. Además, está demostrado que las sociedades más igualitarias son menos violentas. La lucha contra las desigualdades, mediante el crecimiento dinámico y el desarrollo, contribuye a reducir la delincuencia en las sociedades.
El progresismo no quiere una sociedad dual y monopolista en la cual unos se aprovechan de los demás, o viven a costa del esfuerzo de otros. Al contrario, se trata de crecer juntos a través de la apertura y una competencia regulada tanto política como económicamente. Ante la falta de regulación efectiva que impida las prácticas monopólicas, en lo económico como en lo político, el sistema genera incentivos para la extracción de  rentas. Al maximizar sus ganancias individuales, algunos actores, sean empresas o partidos políticos, inhiben el crecimiento y el pleno desarrollo de la sociedad. Los ciudadanos, los consumidores, somos los principales afectados mediante la oferta de servicios deficientes por los cuales pagamos altos precios.
En este sentido, la lógica progresista consiste en el fortalecimiento de instituciones reguladoras en un contexto de separación efectiva de poderes.  Esta promoción y construcción de un institucionalismo transparente, es esencial para impulsar una cultura de la legalidad con el fin de dar no solamente otra imagen de la política a los ciudadanos, sino una alternativa en cuanto a su participación desde la sociedad para el bienestar del país.
El progresismo como democratización de la sociedad.
La democracia mexicana se presenta como el producto de una ruptura paradójica. La desarticulación entre las esferas política y pública no es congruente con los ideales de la democracia. Los representantes no son representativos, y a pesar de que en el pensar colectivo ciudadano paulatinamente se adquiere consciencia de esta carencia, aún dominan en él el desprecio a la rendición de cuentas y el desprestigio colectivo al actuar ciudadano.
La vida política fue ocupada por un sistema partidista ambicioso y egoísta que pretende ejercer el monopolio sobre la vida pública y la democracia. Un sistema viciado que inhibe la plena realización del ciudadano, quien además es cegado por una apatía social generalizada y un ambiente pesimista crónico. En el pensar colectivo mexicano no tiene cabida una política independiente de partidos. La vía progresista propone democratizar la vida política. Hacer de una democracia electoral una democracia participativa y representativa cotidiana. Una democracia de proximidad en la cual los ciudadanos se consideran y son considerados como elementos claves en la gobernabilidad.
Los individuos necesitan una mejor representación, el fortalecimiento de la participación ciudadana y una integración eficiente de cada ciudadano dentro del sistema democrático. Se trata de promover los espacios dedicados al debate ciudadano y al diálogo. La democracia mexicana carece de mecanismos mediante los cuales se pueda fomentar la emergencia de reflexiones constructivas que tomen en cuenta la participación ciudadana.
Es necesario superar el análisis izquierda-derecha y, sobre todo en México, el que encasilla al funcionario y al representante en los colores de su partido, y no. Las ideas progresistas buscan difundir otra visión de la política, combatir el oligopolio partidista dominante en la vida pública y colocar al ciudadano y sus prioridades en el lugar que le corresponde en ella.
La prevalencia del debate y de la reflexión pragmática hacia el diseño de un nuevo pacto social.
Es urgente encontrar y fomentar nuevas formas de pensamiento, nuevos medios de difusión y nuevas dinámicas de acción colectiva.  Analizar, capacitar, difundir. La propuesta debe de ser pragmática y sustentable. Es también una lucha contra la apatía y el inmovilismo de algunos que amenazan con paralizar a la sociedad entera. Porque el progresismo es antitético al status quo en el cual estamos encerrados.
En este sentido, el progresismo está estrechamente vinculado con la idea de un determinismo del porvenir humano gracias a la praxis social, es decir, gracias a la acción colectiva humana. La idea progresista reconoce las capacidades extendidas del ser humano para modificar su sociedad y el mundo a su alrededor.
De esta forma, el progresismo se manifiesta mediante el surgimiento de una fuerza creativa, una unión de voluntades e intelectos que abarca los activismos y las iniciativas atomizadas. Aprovechar el encuentro entre polos opuestos, dirigirla hacia una convergencia de ideas, hacia un debate constructivo. Consolidar en propuestas concretas el impulso de un trabajo profundo de reflexión crítica y propositiva. Esencial para generar la toma de conciencia ciudadana hacia el diseño de un nuevo pacto social, una nueva dinámica ciudadano-gobernante.
Para concluir… y seguir adelante.
El progresismo no pretende ser una explicación universalista de la política o del mundo. El progresismo es un intento de mejorar nuestra situación. Es dejar atrás prejuicios, etiquetas y dogmas que no hacen más que dividir y paralizar a la sociedad. Enarbola ideas de libertad, equidad y justicia, en su más amplio significado.
A través de la garantía de los derechos y libertades fundamentales, el Estado tiene que crear las condiciones para el bienestar social y la seguridad de su población. Los ciudadanos, por su parte, deben de asumir sus funciones sociales y políticas de participación en el terreno democrático.
El progresismo, si es algo, es una visión antropológicamente optimista del mundo.

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