La destrucción de las Fuerzas Armadas
“Compra todos los Militares, con ropa y equipo, todos los que tengan comando ponlos donde hay bastante dinero, corrómpelos para lograr fidelidad”
Mario Pazmiño Silva /
El debilitamiento sostenido de las Fuerzas Armadas no es una improvisación como creen algunos ingenuos o mal informados; todo se ajusta a una estrategia regional que nace en 1990 en Brasil, y que dio origen al denominado Foro de Sao Paulo, organización de alto peligro contra el sano convivir, que tiene como meta el transformar a América Latina en una colonia al servicio de Cuba y los intereses más sórdidos, cuya fase intermedia es la incubación del “Socialismo del siglo XXI” , antítesis de la democracia, bajo el engaño de lograr una travestida soberanía e independencia regional.
El Foro como tal viene trabajando silenciosamente y en coordinación con gobiernos y organizaciones afines en todos los campos del convivir social; sin embargo existe un elemento que los inquieta y que a su parecer constituye una amenaza permanente para su desarrollo y este elemento se refiere a las Fuerzas Armadas, institución que vela por los intereses de la Nación y no por corrientes ideológicas o caudillos políticos.
Esta preocupación o temor infundado ha generado toda una estrategia de debilitamiento de las estructuras militares en la región, un cambio de sus roles institucionales y una modificación de su pensamiento apolítico. Se colocó gente afín a los gobiernos de turno, a quienes no les importaba la defensa de la institución, sino hacer dinero y cuidar sus puestos; tales ejemplos los tenemos en América Latina donde altos mandos vendieron su conciencia y traicionaron su juramento de defender a su pueblo a cambio de migajas de poder.
Las Fuerzas Armadas siempre han sido el referente de credibilidad y la institución más respetada en cada país, pero esa fortaleza constituía una amenaza para el “Socialismo del siglo XXI” y debía cambiarse esa imagen ante la faz de la ciudadanía, transformando una fuerza que iba de la mano con su pueblo por una institución represora y protectora del gobernante de turno. Este tipo de estrategia iba a generar descontento al interior de los cuarteles, por lo que se vio la necesidad de crear fuerzas paralelas que disputen su poder y simultáneamente iniciar campañas de fraccionamiento interno entre los miembros de la Fuerza Pública, para lo cual se debía debilitar su capacidad operativa y credibilidad, creando una institución de mendigos del poder central.
El caudillaje regional sabia muy bien que la mejor forma de evitar cualquier reclamo institucional era manteniendo a gente que se le podía comprar con ostentosos salarios, prebendas en sus cargos, adulos, viajes al exterior o participando en contratos millonarios de equipamiento de sus instituciones; así cada día se cristalizaba la destrucción de las Fuerzas Armadas y la imagen institucional solo quedaría como un recuerdo desvalorizado de lo que fue un ejercito vencedor, utilizado y sometido por gobernantes que no les importaba su país sino su permanencia indefinida en el poder.
A mediados del 2005 en el programa “PLOMO PAREJO”, en Caracas Radio-TV el periodista Venezolano Iván Ballesteros, leyó una carta en donde Fidel Castro aconseja al Tcnl. Hugo Chávez entre varios aspectos lo siguiente:
“Compra todos los Militares, con ropa y equipo, todos los que tengan comando ponlos donde hay bastante dinero, corrómpelos para lograr fidelidad. A uno de ellos ponlo en la Petrolera, para que logre el control militar. En las guarniciones centrales necesitas poner a tu gente. Ofrece cursos para cambiar a los indecisos de los puestos claves, si logras de 200 a 300 militares de Alto Rango, con comandos de tropas, eres indestructible. Si tienes duda de algunos, ponlos a prueba. Por ejemplo con un golpe simulado, ahí salen todos los traidores y todos los fieles”.
El proceso de destrucción institucional ya tiene algún tiempo, pero algunos con el síndrome de miopía conveniente siguen creyendo que no pasa nada y que mientras estén bajo la protección del supuesto redentor todo estará bien, sin recordar que los pueblos de América Latina nacieron libres y no existe poder alguno para acallar el grito de libertad y justicia. Cuando un ejército tuviere la insensatez de emplear el eslogan de “Patria, socialismo o muerte” les recomiendo que escuchen ese murmullo que nace en el continente y que se transformará en un grito de rebeldía para responderles: “Patria, libertad o muerte”.
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